Tormentas de verano

Meteorología

En nuestras salidas a la mar debemos estar expuestos a todo; y en ese todo incluimos la posibilidad de que se nos eche encima un temporal. Un temporal supondrá para quienes se encuentren a bordo la realización de un trabajo extra: sufre la embarcación y sufren físicamente los marineros . Por ello lo más importante es que cada uno sepa perfectamente qué debe hacer ante una situación que, sin lugar a dudas, entrañará ciertos peligros.

Muchos de nosotros tratamos de huir de estos temporales eligiendo la época estival para nuestras salidas a la mar, algo acertado pero no del todo fiable. Durante el verano siempre estaremos expuestos a encontrarnos con las conocidas como Tormentas de Verano , que pueden llegar a ser tan peligrosas como cualquier temporal que suceda en otra época del año.

Descripción de una tormenta de verano

Las tormentas de verano son temporales cortos en duración pero que pueden tener una contundencia sorprendente.

Estas tormentas se producen por un efecto de condensación local extremadamente desarrollado; para su formación deben darse dos condiciones: que exista aire con una importante cantidad de agua en suspensión y un detonante en forma de desarrollo vertical o radiación de calor. Esto lleva a la formación de nubes que se van sobreponiendo las unas a las otras. Estas tormentas desarrollan en ocasiones vientos de fuerza 10 (velocidad aproximada de 63 nudos), por lo que es recomendable no pasarlas por alto.

Un conocimiento de este fenómeno meteorológico puede ayudarnos a determinar el momento en el que una de estas tormentas va a estallar, ya que casi siempre lo hacen cuando se encuentran en su estado de máximo desarrollo. Distinguiremos que se encuentran en este estado cuando las nubes presenten unas enormes proporciones, en cuyo final superior se reconoce la típica forma de yunque.

Las tormentas vienen con lluvia, en ocasiones convertida en granizo, tan intensa y repentina que enfría el aire en el centro del chubasco, arrastrándolo consigo hacia el suelo.

También es corriente la aparición de rayos (cuya fuerza en ocasiones aminora el ánimo de los navegantes), nacidos de las masas de aire que son fuertemente revueltas y arremolinadas entre sí y, por fricción traen consigo potenciales eléctricos que al juntarse producen la descarga.
Las tormentas veraniegas vienen acompañadas de fuertes vientos que comenzarán como una suave brisa pero que de inmediato pueden convertirse en aire huracanado; en segundos se puede llegar a los 30 ó 40 nudos.

Cuando nos encontremos en el centro de la tormenta, el viento cambiará de repente y hasta que la tormenta se haya alejado continuaremos con fuertes rachas, que experimentarán frecuentes cambios de dirección.

Cómo determinar la aparición de una tormenta de verano

Dicen los más expertos marinos que las tormentas se huelen . En realidad, puede palparse en el ambiente una sensación enrarecida que casi con total seguridad acabará con la aparición de una tormenta.

Las tormentas se forman detrás del horizonte y por ello podremos verlas viniendo hacia nosotros. Si llegamos a percibirla en ese horizonte, podremos tener la total seguridad de que vendrá hacia nosotros; en muy escasas ocasiones una tormenta que hemos empezado a ver formarse acabará desapareciendo.

Pero no es tan fácil de observar, en numerosas ocasiones nos despistará el viento a ras de superficie, que se desplaza en todas direcciones hacia la tormenta, con total independencia de la dirección real de la misma.

Debemos ser observadores: mientras la tormenta se está acercando, soplará un viento suave. En ese momento ya debemos ponernos sobre aviso, porque de inmediato puede aparecer el huracán .

Si nos encontramos en una zona transitada, nos será más fácil determinar la fuerza de la tormenta: miramos de frente, a donde suponemos que se encuentra el peligro, y cuando veamos que los barcos más cercanos al mismo comienzan a tumbarse será el momento de actuar a toda prisa.

No será extraño encontrarnos con algunas sorpresas si nos encontramos en el Mediterráneo, donde una racha puede explosionar en cuestión de minutos, sin un previo aviso.

El temporal en el puerto

En numerosas ocasiones el temporal nos coincidirá con nuestra embarcación en el puerto. Cuando una tormenta cae sobre una embarcación amarrada a puerto, lo efectos sobre la misma pueden ser desastrosos si no se encuentra correctamente resguardada.

En el caso en que nos encontremos abarloados al muelle, deberemos prestar una atención más que especial a nuestras defensas, las amarras deberán estar colocadas generosamente con el fin de repartir la presión sobre los cascos y han de colocarse en horizontal para dejar a las embarcaciones cierto margen de movimiento.

Aún sin mareas, el nivel del agua puede variar considerablemente, por lo que si el agua llegara a subir demasiado podrían salirse las defensas y el barco se apoyaría sobre la piedra, con el consiguiente sufrimiento para el casco; para evitarlo colocaremos unos cuantos cabos pasados por debajo del casco, con los que fijaremos los amortiguadores. Como amortiguadores podremos usar diferentes elementos: neumáticos, varias defensas juntas, tablones…

Es conveniente que los largos vayan lejos y contrarrestados por los sprints, para que proa y popa puedan cabecear sin problemas.

En caso de que nos encontremos abarloados en batería, con otras embarcaciones, debemos tener en cuenta que la hilera tenderá a deformarse con el viento, tirando fuertemente de los cabos, algo aún peor en los casos en los que existen barcos de menor tamaño colocados en el medio de la hilera. En estos casos es conveniente que las embarcaciones exteriores saquen un fondeo a barlovento o, si existe esta posibilidad, hacer firme a un poste.

De cualquier manera siempre deberemos tener especial cuidado con las amarras y defensas.

Modificaremos el nudo as de guía por dos o tres vueltas de cotes, en las que el roce se reparte de mejor forma, ya que cuenta con mayor superficie de asentamiento.

En caso de que, por seguridad, queramos doblar amarras, es conveniente que la segunda quede algo suelta; de esta forma sólo se rozará el cabo que esté bajo presión, y el segundo permanecerá como nuevo en caso de rotura del primero.

Cómo afrontar un temporal en alta mar

Cualquier marino sabe que lo primero que se debe de hacer antes de salir a la mar es informarse concienzudamente de las previsiones meteorológicas y de las características climáticas de la zona por la que vamos a navegar.

Aún disponiendo de una perfecta información, pueden ocurrir sorpresas, para las cuales deberemos estar preparados.

Por ello siempre es recomendable dedicar una charla a este tema antes de embarcar, charla que deberá ser más extensa y explicativa cuanto más inexperta sea la tripulación. Al finalizar esta conversación, cada una de las personas embarcadas deberá saber cuáles son sus obligaciones en caso de temporal, de forma que no exista la posibilidad de que se produzca algún malentendido, algo que en circunstancias de peligro puede llegar a pagarse muy caro.

En esa conversación trataremos de no dejar nada al azar, planteando todas las posibilidades, por rudas y exageradas que puedan llegar a parecer.

Y por supuesto, antes de partir, deberemos vigilar que todo el material de seguridad necesario y exigido se encuentra en perfectas condiciones.

En el momento en el que percibimos que una tormenta puede echársenos encima, lo primero que tendremos que hacer será tratar de determinar nuestra situación, lo más exactamente que nos sea posible. Debemos tener en cuenta que cuando la tormenta esté encima de nosotros, la mayoría de nuestros aparatos eléctricos darán datos más que dudosos y casi con total seguridad no podremos divisar la costa. Saber, aunque sólo sea de forma aproximada, dónde nos encontramos, podrá sernos de una gran ayuda. Por supuesto toda la tripulación deberá poner especial cuidado en que nada ande suelto por el barco, incluso guardando en bolsas de plástico sus pertenencias. Los cajones y puertas se trincarán, evitando que caiga lo que en ellos se encuentra.

La cocina es uno de los lugares más peligrosos, asegurar por completo todos los armarios y cajones es prioritario, vigilando además que el suelo esté limpio y sin grasa, que puede suponer un enorme peligro por el riesgo de resbalar.

Además de todo lo expuesto, en caso de que apreciemos que el tiempo comienza a empeorar, existen una serie de puntos que deben realizarse de inmediato:

  • Cerrar todos los grifos.
  • Amarrar todo lo que pueda moverse o caer.
  • Preparar comida (en prevención, por si después no lo puede hacer).
  • Fijar asas para sujetarse mejor.
  • Comprobar las bombas de achique.
Publicado en: Náutica, Meteorología

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