Martingalas y Gamarras
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Aunque están consideradas partes "adicionales" del equipo, lo cierto es que cada vez son más los aficionados que utilizan las martingalas de manera habitual y las consideran como un elemento fundamental para la equipación. Y es que, correctamente colocada y utilizada, la martingala nos servirá para mejorar la seguridad del jinete y para evitar las habituales e innecesarias luchas que se establecen entre en el animal y el hombre.
La martingala es un elemento más en manos del jinete para controlar al caballo pero, por supuesto, nunca para someterlo.
Su función principal es la servir para impedir que el animal levante la cabeza demasiado, evadiendo así la acción del jinete. Bien colocada y utilizada, la martingala queda totalmente inactiva hasta que el caballo realiza esa acción de evasión, en cuyo caso será una magnífica ayuda para retomar el control lo más rápidamente posible, evitando de ese modo que el caballo nos golpee en la cara.
Otro de sus objetivos es el hacer que las riendas lleguen siempre desde la misma dirección, aunque el jinete suba las manos. Por lo tanto, lo que debemos tener perfectamente claro es que la martingala no puede ser utilizada para obligar al animal a bajar la cabeza a la fuerza cuando está en situación normal. De hecho, cuando la cabeza del caballo está en la posición adecuada, la martingala no ejerce ningún tipo de presión sobre las riendas.
El tipo de martingala más utilizado es, sin duda, la gamarra.
La gamarra se compone de una correa de cuero que va de la cincha a la muserola y que además se mantiene sujeta al cuello mediante una correa. Ejerce una presión hacia abajo sobre la nariz a través de la muserola, de tal forma que cuando el caballo levanta la cabeza más allá del punto en que entra en contacto con la correa de la gamarra, empieza a tirar de la cincha. Por ello, se utilizan habitualmente para los caballos que tienen la mala costumbre de levantar la cabeza de forma brusca, sin previo aviso, pudiendo así provocar un serio accidente. Sin embargo, muchos cuidadores han dejado de utilizarla por considerarla demasiado restrictiva.
Comprobaremos que la colocación es la correcta cuando puede estirarse a lo largo de la línea de la garganta y supera los 10 cm. la altura de ésta.
Bien utilizada, una martingala no debe ser un elemento problemático. Sin embargo en ocasiones encontramos que sí se producen algún tipo de complicaciones. Los problemas suelen venir, más que por un mal uso, por una mala colocación o un mal ajuste de la martingala. Lo más normal es que el jinete tienda a apretarla demasiado, resultando sumamente molesta en el momento del salto. El apretarlas de más suele venir motivado por la falsa creencia de que, al hacerlo, se va a aumentar el control sobre el caballo, que verá mucho más limitados sus movimientos. Sin embargo el resultado es todo lo contrario: el caballo luchará para intentar liberarse de la extrema presión que siente. Ten bien presente que una martingala muy apretada siempre es contraproducente, porque el caballo aprenderá a apoyarse en ella para equilibrarse de una forma incorrecta.
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