Navegando con poca visilibidad

Meteorología

La visibilidad a bordo, o más bien la ausencia de una buena visibilidad es uno de los factores de riesgo más habituales durante nuestras travesías. De hecho un elevado porcentaje de los abordajes y varadas no deseadas se producen cuando las condiciones visuales empeoran.

Entendemos por visibilidad, la medida de capacidad que tiene un observador para ver (es decir, reconocer) objetos a una distancia a través de la atmósfera. Se expresa en kilómetros y su limitación se debe a la presencia de polvo, humo, humedad o algún tipo de precipitación artificial o natural en la atmósfera.

La expresión “visibilidad reducida” hace referencia a todas aquellas situaciones en las que la visibilidad existente se ve disminuida por la presencia de algún fenómeno atmosférico o bien por alguna causa análoga.

Los partes meteorológicos suelen indicarnos la situación de la visibilidad reinante, describiéndola como “mala”, “regular” o “buena”. Se considera que la visibilidad es mala cuando es menor a media milla, es regular cuando se encuentra entre media milla y cinco millas y buena cuando es superior a cinco millas.

En este sentido la niebla, la lluvia y la oscuridad, sobre todo durante los anocheceres, son los principales responsables de este problema, pero no los únicos. A continuación abordaremos las claves para manejarnos con seguridad ante este tipo de situaciones de visibilidad reducida que pueden darse en cualquier momento debido a una repentina aparición de niebla por ejemplo. Es por tanto fundamental que todo marinero sepa cómo actuar cuando la visibilidad es reducida.

LAS LUCES DE NAVEGACIÓN Y SEÑALES DE NIEBLA

En situaciones de visibilidad reducida tan importante o más que ver es ser vistos. Por ello si queremos ser vistos deberemos poner todos los medios a nuestra disposición para conseguirlo. Uno de los elementos más importantes y que dependen en exclusiva de nosotros son las luces de navegación. Conseguir que las luces brillen con la máxima intensidad depende de varios factores que todo patrón debe conocer y controlar:

  • Tiempo de funcionamiento: después de horas alumbrando es normal que las luces pierdan su potencia inicial. No está de más que realice un repaso de luces cada cierto tiempo para comprobar que la intensidad con la que alumbran es suficiente.
  • Suciedad: una bombilla sucia no puede alumbrar igual que una limpia, eso es obvio; sin embargo no todos los patrones lo tienen presente y olvidan limpiar las bombillas con la regularidad necesaria. Hay que tener en cuenta que incluso la sal que se va acumulando en los cristales mermará notablemente el haz de luz.
  • Colocación: debemos tener en cuenta que las luces de posición resultan mucho más potentes en un pequeño ángulo de cinco grados, perdiendo intensidad a medida que se alejan de esa posición.

Siempre hay una máxima a seguir en la mar cuando la visibilidad se reduce: extremar la precaución. Lo que incluye adaptar la velocidad a las circunstancias, encender las luces de navegación, usar todos los equipos disponibles de ayuda a la navegación y activar las señales fónicas prescritas en la Regla 35 del RIPA ( Reglamento internacional para prevenir los abordajes):

Los barcos de eslora inferior a 12 metros no están obligados a emitir señales acústicas, pero de hacerlo por voluntad propia deben emitir un sonido diferente a una señal de niebla de un buque mercante a intervalos de dos minutos.

Los barcos con una eslora igual o superior a 12 metros, salvo los que realicen navegación a vela, deben emitir un pitada larga cada dos minutos cuando se encuentren en navegación, y dos pitadas largas con el mismo intervalo si están parados, pero no fondeados ni varados (cuando deberán hacer sonar una campana siempre que su eslora supere los 20 metros).

LA NIEBLA

Sin lugar a dudas, la causa que más se asocia con la limitación de visibilidad en el mar es la niebla.

Para hacer una fácil descripción de este fenómeno atmosférico, diremos que la niebla es una nube a ras de suelo.

Pero ¿qué provoca la formación de esas nubes a ras de suelo?. La explicación es relativamente sencilla: en noches calmas y despejadas los objetos y superficie del terreno quedan más fríos que el aire circundante. En ocasiones el aire se enfría hasta el punto de rocío (temperatura a la cual ocurre la saturación). A temperaturas ligeramente menores a ésta el vapor de agua se condensa formando pequeñas gotitas que se adhieren a la vegetación y que se llama rocío. Cuando la humedad alcanza 75% respecto a la saturación, el vapor de agua se condensa en núcleos higroscópicos reduciendo la visibilidad, que seguirá disminuyendo si las condiciones de condensación se mantienen.

Generalmente las nieblas marinas se producenpor advección, es decir, por el desplazamiento horizontal de una masa de aire cálido y húmedo sobre una masa de agua más fría. El vapor de agua contenido en la masa de aire cálido se enfría hasta condensarse, formando entonces pequeñas gotas de agua de tamaño microscópico. Cuanto mayor sea el tamaño de esas gotas, más se verá afectada la visibilidad en la zona.

Dicho esto, conviene saber que existen diferentes “rangos” de niebla:

  • Niebla: la visibilidad se ve reducida por debajo de los 1.000 m.
  • Bruma: reducción de la visibilidad cuando el objeto se encuentra a más de 1.000 m.
  • Calima: mismo rango de visibilidad que la bruma, si bien se diferencia de ésta por su origen. Mientras la bruma la provoca el agua, la humedad, la calima se produce a causa de la suspensión de partículas sólidas no acuosas en la atmósfera. Así, la bruma se presenta en los días húmedos y la calima en los días secos.

La mayoría de las nieblas se disipan de forma natural, bien por la llegada de turbulencias (tanto horizontales como verticales), como por el calentamiento solar que provoca la evaporación de las partículas de las que se compone la niebla.

OSCURIDAD A BORDO

Nuestro sentido de la vista nos ofrece la posibilidad de percibir fuentes luminosas enormemente débiles, que no lograríamos ver a la luz del día. Pero para lograrlo debemos dar a nuestros ojos un periodo de adaptación, que durará aproximadamente tres cuartos de hora.

La visión se acostumbra a la oscuridad y entonces debemos tener cuidado, ya que cualquier destello, incluso si es moderado, puede reducir enormemente nuestra capacidad visual, llegando a suprimirla del todo: se trata del efecto del deslumbramiento. Éste anula durante unos instantes toda percepción de reflejos. Para evitarlo es recomendable no utilizar luces violentas en cubierta.

Además, durante la noche estamos expuestos a una serie de defectos que pueden producirse en nuestra vista, y que debemos conocer:

Presbicia nocturna: consiste en la visión borrosa de los objetos que tenemos cerca y puede estar acompañada de cansancio ocular.

Miopía nocturna: de lejos podremos ver las luces amarillas muy claramente, si bien luces de otros colores como azules o verdes aparecerán borrosas. Por la noche la pupila se dilata, lo que hace que el cristalino se ilumine y esto puede producir aberraciones visuales. Además los miopes pueden comprobar como este problema se les agrava durante la noche.

La zona ciega: es el principal defecto de la visión nocturna y consiste en la existencia de una zona

totalmente ciega centrada en el campo visual que varía en función de cada persona entre 1 y 5 grados y que provoca que la mejor agudeza visual se obtenga en la zona situada próxima a donde fijamos la vista.

Tenga en cuenta los siguientes consejos para mejorar al máximo su Visión Nocturna:

  • Dude de los colores que percibe.
  • Utilice luces de color rojo para iluminar dentro del barco.
  • No mire directamente el objeto que desea observar.
  • Antes de relevar a un vigilante, la persona que lo hace deberá haberse acostumbrado a la oscuridad durante al menos un cuarto de hora.

CÓMO NAVEGAR CON VISIBILIDAD REDUCIDA

Resulta obvio que una disminución de la visibilidad supone siempre un empeoramiento de las condiciones de navegación, por lo que deberemos tener en cuenta una serie de principios con los que garantizar no sólo nuestra seguridad, sino también la del resto de embarcaciones.

No cabe duda de que la primera consideración pasa por realizar un correcto y responsable uso del radar, una herramienta que puede convertirse en nuestros “ojos” cuando las condiciones visuales son muy malas. Por lo tanto, el radar deberá ser utilizado siempre por una persona experimentada que sepa realizar rápidas y correctas lecturas de la información facilitada por el aparato.

Dicho esto, el segundo punto más importante a considerar es la necesidad de mantener una constante vigilancia visual de la zona, algo que no siempre resulta fácil de hacer, puesto que en ocasiones la niebla puede ser muy gruesa y opaca.

Ni que decir tiene que, cuando la niebla hace acto de presencia, todos los tripulantes deberán colaborar y prestar sus ojos para evitar accidentes. Así, no está de más que se coloque gente en diferentes sitios del barco y de forma especial en la proa.

Cuando no seamos capaces de controlar visualmente la zona en la que navegamos, deberemos tomar una precaución que calificaremos como “básica”: reducir la velocidad.

Y es que ir más despacio es la única forma de garantizar que dispondremos del suficiente tiempo de reacción en caso de ser necesario que realicemos una maniobra de urgencia.

Ni que decir tiene, que un buen conocimiento de la zona, así como del tráfico que habitualmente tiene, corrientes, situación de la costa… servirán de gran ayuda para determinar por dónde podemos movernos, aunque no siempre podamos ver lo que tenemos delante.

Además de esto, resultará imprescindible seguir todos estos pasos:

  • Emitir las señales sonoras obligatorias.
  • Colocar serviolas a proa.
  • Reforzar la vigilancia en el puente.
  • Parar de inmediato en el momento en que se escuche cualquier señal de un buque a proa del través.
  • Trataremos de separarnos de las zonas de mucho tráfico o de recalada, así como de los estuarios de los ríos y de las bocanas de los puertos, lugares todos ellos donde el incesante tráfico puede aumentar notablemente el riesgo.

Si nos encontrásemos cerca de la costa y para evitar varar, deberemos seguir estas recomendaciones:

  • Reducir la velocidad.
  • Desconfiar de cualquier corriente que nos resulte desconocida.
  • Lo más prudente resulta navegar llevando el ancla a la pendura con un grillete de cadena y, cuando toque fondo, fondear y esperar a que se despeje la niebla.

Uno de los elementos de seguridad que puede resultarnos más útil es el “Reflector de radar”, con el que conseguiremos que las embarcaciones que dispongan de radar reciban un buen eco señalizando nuestra posición. Esto resulta fundamental sobre todo en los barcos de pequeño tamaño, cuyas medidas y los materiales en los que suelen estar realizados, dificultan enormemente su recepción por los diferentes radares.

Publicado en: Náutica, Meteorología

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