Entrar y salir de puerto

Consejos

España cuenta con una flota de recreo de 200.000 embarcaciones, número que durante la temporada estival se multiplica con las miles de embarcaciones procedentes del extranjero que vienen a disfrutar de nuestro sol. En consecuencia, un incesante ir y venir de barcos se apodera de cada puerto, con el riesgo de colisiones y problemas que ello conlleva siempre.
Las maniobras de entrada y salida de un puerto, ya sea uno de gran tamaño o un simple resguardo, son frecuentemente complicadas y en ellas suele ponerse en entredicho la habilidad y coordinación del navegante. Complicación que se multiplica si el tráfico en el lugar en el que nos encontremos es grande.
Por todo ello es fundamental que cada uno de nosotros seamos conscientes de las reglas básicas de comportamiento que rigen la entrada y salida de embarcaciones en cualquier puerto. En este reportaje trataremos de resumir las más importantes en función del tipo de embarcación del que dispongamos.

A tener en cuenta

  • Cuando entremos en un pantalán debemos tener siempre presente que las reglas de rumbo y gobierno se modifican y que todos los barcos, grandes o pequeños, a motor o a vela, deben circular por la derecha, sin que en ningún momento uno de menor tamaño estorbe a otro mayor.
  • Los puertos comerciales disponen de reglamentación especial que deberemos respetar en todo momento, teniendo en cuenta el tamaño de las embarcaciones que por ellos se mueven.
  • Al entrar en puerto, el patrón deberá estar pendiente en todo momento de las señales que se le ofrezcan para facilitar la maniobra de entrada. Por lo tanto no deberá existir ningún elemento, ni siquiera una caña, que le impida una visión perfectamente clara de la situación.
  • Si nos encontramos en un puerto desconocido, deberemos tener especial cuidado con los lugares que encontremos libres para amarrar. Estos sitios pueden ser una “trampa” rellena de lapas o bien estar reservados para otras embarcaciones de servicio o pesqueros. Siempre es conveniente informarnos en la autoridad portuaria competente.
  • En el caso de que el puerto en el que deseamos amarrar esté lleno y no haya posibilidad de abarloarse a otra embarcación, podremos tomar la decisión de recalar en un fondeadero exterior. Antes de hacerlo deberemos examinar las características del lugar: forma de la costa, naturaleza del fondo, corrientes de agua, duración de nuestra estancia, meteorología (actual y prevista)… En este sentido pondremos atención en el estado de los barcos que se encuentran fondeados, que nos indicarán el mejor lugar para fondear, al tiempo que podremos acercarnos a ellos para hacerlo.
  • En relación con el anterior punto, tenga en cuenta esta recomendación: no se coloque a sotavento de un barco de grandes dimensiones.

La velocidad

Evidentemente la velocidad es uno de los factores principales de riesgo cuando nos encontramos ante una aglomeración de embarcaciones; sobre todo si, como suele ocurrir en los puertos, el espacio disponible es más bien escaso.
Si ponemos atención, en el dique de entrada de cada puerto podremos ver señalada la velocidad máxima permitida en cada caso. Una velocidad que suele establecerse entre los 2 y 4 nudos.
Evidentemente esta restricción de la velocidad se hace con el claro objetivo de evitar el mayor número de colisiones que sea posible y, en caso de que existan, que éstas tengan las menores consecuencias. Pero además de esta forma se evitan las múltiples olas producidas por embarcaciones que navegan a alta velocidad y que tan incómodas suelen resultar para los barcos que se encuentran amarrados o fondeados en el puerto, al hacerles balancear.
Nunca debemos sobrepasar la velocidad máxima permitida, pero además deberemos reducirla más cuanto más nos adentremos en el puerto y al acercarnos a las embarcaciones que se encuentren amarradas.
Tanto al entrar como al salir de puerto deberemos reducir la velocidad y en ambos movimientos tenemos que estar totalmente atentos para evitar cualquier choque contra embarcaciones que naveguen en sentido contrario al nuestro.
En cada puerto deportivo en particular encontraremos normas concretas de actuación, es conveniente conocerlas y, como no, respetarlas.

Llegar a un puerto extraño

En ocasiones, navegando podemos encontrar lugares que nos resulte interesante visitar. Puede coincidir que dispongan de puertos que no ofrecen la estructura y facilidades de la marina especial para yates.
Al llegar a un puerto ?extraño? nos convertiremos en un “barco de tránsito” y consecuentemente deberemos tener en cuenta determinadas formas de actuación. En los puertos que estén correctamente equipados, deberemos amarrar en el pantalán de llegada o muelle de espera, siendo obligación del patrón presentarse en Capitanía donde, tras efectuar los trámites de la llegada, se le asignará un amarre adecuado a las características del barco. En caso de que este pantalán de llegada no exista, lo más correcto es dar una ?vuelta de reconocimiento? para poder divisar los sitios que haya libres.
En caso de que no dispongamos de ningún espacio libre, deberemos consultar la posibilidad de abarloarnos a otra embarcación que se encuentre amarrada a puerto. En caso de que así sea, deberemos respetar unas mínimas reglas de marinería y urbanidad que nos permitan abarloarnos sin ser molestia para los vecinos, ni poner en peligro sus barcos y el propio:

  1. Hay que buscar un barco de más eslora que el nuestro, o similar, nunca más corto.
  2. Procurar que los mástiles no estén a la misma altura. Cuando pase una motora y nos agite con su oleaje, se evitará que se toquen o enganchen.
  3. Pedir permiso educadamente a la tripulación del barco a quien nos vamos a abarloar.
  4. Poner defensas grandes y limpias.
  5. Amarrar con cabos y spring el barco interior, pero enviar también amarras a tierra, para que no sea él, únicamente quien nos aguante.
  6. Una vez amarrados, para bajar a tierra, descalzarse para pasar la cubierta del otro barco y nunca hacerlo por popa del palo: la cortesía obliga a pasar por proa, donde no nos entrometeremos en la vida de a bordo.

Observar el estado de la mar

En algunos puertos, cuando el mar se encuentra agitado, se producen olas de importante consideración e incluso una ?barra? que puede resultar peligroso cruzar tanto a la hora de entrar como a la de salir.
Por eso cualquier navegante deberá estar constantemente pendiente del estado de la mar aunque se encuentre en puerto.
Si al salir nos encontramos con oleaje, deberemos actuar con rapidez colocando la embarcación con la proa hacia la ola, nunca la banda, para que podamos superar la ola sin temor a que el barco vuelque.
Además del estado de la mar, deberemos ser conscientes de la meteorología reinante, así como de las características del viento, las cuales nos pueden llevar a realizar movimientos bruscos con los que no contamos. Evidentemente, al navegar a poca velocidad el viento influirá mucho más en nuestra embarcación, lo cual, en caso de que se den bocanadas de gran fuerza, puede llevarnos incluso a la pérdida de control, algo enormemente peligroso si nos encontramos en un lugar con escaso espacio para la reacción.
Debemos ser conscientes de que cada puerto tiene unas características físicas y meteorológicas propias, que será conveniente conocer, sabiendo cómo puede influir en nuestra navegación por el mismo.

Preferencias de navegación: cómo actuar

La norma básica que rige el paso en cualquier puerto es la siguiente: en caso de cruzarse dos embarcaciones en un mismo punto, siempre tendrá preferencia de paso la que se encuentre en estribor (derecha), a menos que la de babor (izquierda) tenga algún problema de maniobravilidad o gobierno.
Ahora bien, en el caso de que nos encontremos en una situación de preferencia pero ante un barco de gran tamaño, lo más correcto es dejar paso a la embarcación de mayor volumen ya que ésta tendrá sin duda mayores problemas a la hora de realizar cualquier tipo de maniobra en los estrechos canales de cualquier puerto.
Las embarcaciones de vela ligera son las únicas que pueden entrar y salir del puerto sin motor, el resto de los barcos deberán utilizarlo.
Además de estas reglas de navegación, existen otras que entran más en el terreno de cívico y del respeto mutuo entre los propietarios de embarcaciones. No armar excesivo ruido, no dedicarnos a pasear de un lado al otro del puerto para evitar generar oleaje, no acercarnos excesivamente a otra embarcación al pasar por su lado… son sólo buenos ejemplos de un comportamiento que demuestra respeto hacia los demás.

Salida-llegada

A pesar de que factores como la configuración de cada puerto, el estado de la mar, la dirección y fuerza del viento… nos obligarán a variar nuestras opiniones una vez nos dispongamos a maniobrar; existen una serie de recomendaciones que debemos tener en cuenta a la hora de hacerlo:

  • Si disponemos de una embarcación a motor, la salida más fácil será con el viento de proa (aunque esto no significa que se puedan realizar maniobras adecuadas si el viento sopla de otro lado). A la hora de la llegada será preferible tener el viento de proa o de popa.
  • En caso de que nuestra embarcación sea de vela, en la salida deberemos elegir rumbo portante (o cuanto menos, viento de través). Para llegar será conveniente orientar el barco en el último momento en la posición en la que más frenado se quede, es decir, proa al viento o muy cerca de la ceñida, ya que sino no podrá pararse solo.

 

Etiqueta: Maniobras náutica
Publicado en: Náutica, Consejos

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