El origen de las señales marítimas

Consejos

Para explicar el origen, nos remontaremos a los inicios de la navegación, incluso antes de la época de la colonización.

Se estima que los primeros navegantes fueron de Mesopotamia, inicialmente movidos más por la curiosidad, la necesidad de conocer el mundo que nos rodea; si bien posteriormente se añadieron otros factores más materiales como el comercio, que aumentaron el uso de las vías marítimas y, en consecuencia, nació la necesidad de establecer metodologías para la orientación.

Concentraciones pequeñas de tierra en el mar, la guía astronómica para orientarse siguiendo los patrones de estrellas… son solo dos ejemplos de cómo los primeros marinos se orientaban en el mar. Poco a poco fue resultando más evidente la necesidad de un código de señales reconocido por todos los que se echaban a la mar, que les permitiera continuar por el rumbo correcto.

A medida que el comercio fue creciendo, la necesidad de mejorar las señales marinas se incrementa.

Esto dio origen a los faros, el primer medio utilizado para evitar que las embarcaciones encallaran al acercarse a la costa. Hoy en día la mayoría forman parte del folclore o cultura de ciertas ciudades, siendo parte del paisaje y perdiendo su utilidad gracias a nuevas tecnologías, para navegar como el GPS.

A continuación te daremos un paseo por el pasado, donde recobrarán vida los faros más importantes de la historia del mundo.

EL COLOSO DE RODAS

Se trata de una de las siete maravillas del mundo, ocupando el quinto lugar.

Esta monumental obra es una estatua gigantesca del dios del sol: Helios en Grecia, realizada alrededor del Siglo III a.C. Gracias a su estrepitosa altura, se podía ver desde lejos en el horizonte, permitiendo a los navegantes entrar en el puerto.

Esta estatua tenía el brazo derecho erguido, sosteniendo una copa en la que se encendía una hoguera para iluminar el camino en la noche. Su altura total era de 32 metros y el peso oscila en las 70 toneladas.

Aunque no se trata de un faro como tal, sino de una estructura que fue modificada de acuerdo a las necesidades de los navegantes, sí que podemos considerarlo como una de las señales marítimas más importantes y sin duda más espectaculares de cuantas ha construido el hombre.

La construcción duró más de doce años y promovió el libre comercio, tanto es así que se le considera como uno de los cimientos de la economía de Grecia.

EL FARO DE ALEJANDRÍA

Se construyó en Egipto, alrededor del Siglo III a.C, entre los años 283 y 246, en la isla de Pharos.

En principio el motivo de su creación era disponer de un punto de referencia del puerto, posteriormente se habilitó como faro. Este faro pertenece a una de las siete maravillas del mundo antiguo. La estructura lograba alcanzar una altura de 150 metros aproximadamente, en algunos manuscritos indican que medía 180 metros de altura.

Su forma es octogonal, construido con bloques de mármol ensamblados con plomo fundido para fortalecerla. En l a cúspide de la estructura, tenía una mezquita para colocar la hoguera, la cual se calcula que tenía un alcance de 50 km de iluminación.

La calidad de la estructura se vio afectada con los años, tras el paso de derrumbes, terremotos, reconstrucciones y demás, la vida de este faro llega su fin en el año 1.349.

FAROS ROMANOS

Los faros romanos tienen la peculiaridad de no presentar una estructura uniforme o características marcadas; algunos utilizaban fuego y otros lámparas de aceite. Las dimensiones y consistencias variaban de acuerdo a las necesidades de cada puerto, logrando así diversos modelos de torres.

Estos estaban distribuidos en España, Italia, Francia, Inglaterra, Grecia, las costas de Asia y el norte de África.

Uno de los más famosos en la actualidad es la Torre de Hércules, ubicado en La Coruña, Galicia, ya que, tras casi dos mil años desde su construcción, continúa en funcionamiento. La Torre de Hércules es, de hecho, el único faro romano que continúa en funcionamiento.

FAROS MEDIEVALES

Nos remontamos a la época del oscurantismo, posterior a la caída del Imperio Romano, donde la construcción de los faros se anula por la guerra y los que quedaban se destruyeron.

Posteriormente, en el Siglo XII tiene lugar la mayor expansión de la navegación vivida en el Norte de Europa y en el Mediterráneo; lo que tiene como resultado la creación de los faros con mayor iluminación, siendo quince en total para el año 1600.

Entre ellos, los faros más resaltantes son los siguientes:

  • El faro de Pechiguera, reconocido en el año 2003 por su alto valor arquitectónico e histórico e incluido en el Inventario de Bienes Inmuebles de la Dirección General de Bellas Artes del Ministerio de Cultura de España. Su finalidad era alumbrar el paso marítimo del estrecho de la Bocayna, ubicado entre Lanzarote y Fuerteventura. Fue construido con los materiales tradicionales propios de la época, siendo piedra y barro encalado. Su vida útil acabó en el año 1880, ya que fue suplantado por la construcción de una nueva linterna con cincuenta metros de altura.
  • El faro de Agustín Fresnel, se origina en el año 1827 en Francia, siendo uno de los más avanzados en esos años gracias a su tecnología aplicada. Logró introducir un sistema dióptrico el cual tiene la función de derivar los rayos del sol utilizando una lente esférica con forma redondeada, llena de prismas anulares o bien, parabólicos que no solo concentran los rayos sino que también, los redireccionan al horizonte.

DEL PASADO AL FUTURO

Todo navegante debe conocer sus raíces y los faros, sin duda alguna, son patrimonio de todos los navegantes sin importar su momento en la historia. Fueron una de las primeras señales marítimas, empleadas incluso desde antes de Cristo y que aún continúan formando parte del paisaje y resultando sumamente útiles para la navegación. Hoy en día, algunos ya habrán sido destruidos y otros, serán protegidos para su recuerdo y admiración.

Los avances tecnológicos van a pasos agigantados y cada vez existen mejor instrumentos para poder orientarnos en el mar. Más sin embargo, existen navegantes que aún se orientan con metodologías antiguas para vivir de primera mano las experiencias propias del descubrimiento. Esto sin duda es una experiencia única, una auténtica aventura que merece la pena ser vivida. Siempre por supuesto, manteniendo los límites de seguridad.

Publicado en: Náutica, Consejos

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