Si eres de los que en invierno navega menos y no quieres que tu barco lo note, te interesará leer estos consejos para resguardarlo cuando llegue el frío.
INVENTARIO DE DAÑOS
Tres meses navegando intensamente pueden pasar factura a tu embarcación. Por eso, septiembre es el momento perfecto para revisarla de arriba abajo y hacer un inventario de todos los daños y averías encontrados. Así tendrás todo el invierno para reparar e incorporar el material extra que haga falta. Además, llevando un control del estado de tu barco ahorrarás dinero y
te evitarás sorpresas inesperadas la próxima vez que salgas al mar. En el caso de las velas, por ejemplo, detectar a tiempo un pequeño desgaste o fallo en sus costuras evitará que se convierta en un problema más costoso en el futuro.
¿EN EL MAR O EN TIERRA FIRME?
Todos los que tenemos barco nos hemos hecho alguna vez esta pregunta. La respuesta depende de muchos factores, aunque existe una regla básica que no podemos pasar por alto.
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Si tu embarcación es de madera, lo recomendable es mantenerla en el agua lo que dure el retiro. Fuera de ella, la madera se seca y se agrieta, estropeando la carena y acelerando su deterioro.
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El resto -las de acero o fibra de vidrio– sufrirán mucho menos si pasan el invierno en un lugar seco. Una sobreexposición al agua de estos materiales puede causar problemas de ósmosis en el casco. Por eso, si tienes un barco de estas características, se recomiendan entre 4 y 6 meses de marina seca al año.
PREPARÁNDOSE PARA LA HIBERNACIÓN
Pero no importa cuál de las dos opciones hayas elegido. Tanto si va a permanecer a flote como en lugar seco, es fundamental prepararlo para la invernación siguiendo una serie de pasos. El primero es simple: recógelo todo. Toldos, lazy jack, escotas, velas… La intemperie es una gran enemiga de nuestro barco, por eso conviene retirar todo lo que podamos de cubierta y guardarlo bien hasta la próxima salida. A veces, al desmontar piezas complicadas, existe el miedo de no saber volver a montarlas llegado el momento. Una buena solución es hacer fotos antes para basarnos en ellas a la hora de volver a dejarlo todo como estaba.
También es importante no dejar nada de comida dentro de la embarcación, ni siquiera en la nevera. Ésta debe quedar desenchufada, al igual que el resto de aparatos electrónicos. Retirar las pilas de estos dispositivos y de la luz de seguridad evitará que sus circuitos se sulfaten hasta averiarse por completo.
Asimismo, es imprescindible desconectar la batería del barco del circuito general. Aunque podemos dejarla completamente cargada, debemos desenchufar los corta corrientes o, si éstos no existieran, dejar desconectados los dos bornes. Un buen consejo es cubrirlos con vaselina para ayudar a que se conserven mejor. También puedes aprovechar la vaselina para engrasar mosquetones, bisagras o cualquier otro elemento metálico.
La neumática de nuestra nave agradecerá un buen lavado para eliminar la arena y la salitre del verano. Cuando lo realicemos, ésta debe estar algo desinflada, estibada y sin que le dé el sol. Tampoco es recomendable que esté plegada ni doblada por la mitad.
El depósito del agua, por su parte, debe quedar totalmente lleno para que el aire no lo contamine con bacterias y hongos. Podemos añadir un chorrito de lejía que actuará como desinfectante y nos garantizará una limpieza mayor.
¿QUÉ HAGO CON EL MOTOR?
El motor es una pieza fundamental que hay que tener en cuenta en esta puesta a punto de nuestro barco. Fuera de borda, se procederá a su invernaje haciendo circular agua dulce por el circuito de refrigeración. Puedes hacerlo tú mismo, excepto si tu nave tiene más de 20 o 25 HP. En ese caso, mejor que lo lleve a cabo un profesional.
Como el depósito del agua, el de gasoil también debe quedar totalmente lleno para evitar que el aire con humedad se condense en su interior y forme hongos. Además, si el motor tiene integrado un depósito de gasolina, es conveniente dejarlo vacío y no olvidarse de engrasar todos sus orificios. Igualmente debes vaciar la cuba del carburador para que no se obstruyan los chiclés y el barco arranque sin problemas la próxima vez que lo pongas en marcha.
LA ELECCIÓN DE LA LONA
Si ya has seguido todos los pasos anteriores, lo siguiente será asegurarte de que el exterior de tu embarcación queda impecable hasta la temporada que viene. Una limpieza a fondo no sólo mejorará el aspecto estético de tu barco;
también te permitirá detectar desperfectos como humedades, filtraciones de agua o impactos y rozaduras inesperados que, de no atajar a tiempo, podrían degenerar en problemas más graves.
Nada más sacar el barco del mar, se debe limpiar su casco con una manguera de agua a presión hasta que ésta escurra por la carena clara y limpia. Un alambre o una espátula pueden ser de ayuda con los huéspedes especialmente rebeldes que se instalan en juntas, rejillas y mecanismos, haciendo que se obstruyan. Para un acabado perfecto, anímate a lijar el casco utilizando siempre abrasivo al agua que no generen polvo. Con esto, además, te asegurarás de que esté listo para pintar en el momento que te apetezca.
Y solo falta el broche final. Como ya hemos visto, retirar todo de cubierta es el primer paso en el proceso de invernación. Pero existen elementos fijos que no podremos desmontar y que también conviene proteger. Para este fin, existen lonas y fundas de loneta con las formas y tamaños de cada winch. Incluso podemos comprar la tela por metro y adaptarla nosotros mismos. Lo importante es elegir siempre materiales adecuados y huir de plásticos, bolsas y demás protecciones improvisadas que solo dañarán y deteriorarán la nave.
¿Nuestra recomendación? Utilizar una lona integral que abarque y proteja toda la cubierta. También existen modelos que cubren sólo la zona de la bañera. Elijas el que elijas, recuerda que esta decisión final puede marcar la diferencia entre un barco que parece nuevo y uno que envejece a pasos agigantados.
