La aparición de óxido en superficies de acero inoxidable es sin duda el primer síntoma de que algo no funciona bien.
Puede que el inox que tenemos a bordo no sea de buena calidad o no tiene o no ha recibido el tratamiento y los cuidados adecuados.
Los puntos de óxido suelen aparecer en zonas de roce, como hacen los cables de candeleros en guardamancebos, soldaduras en ángulos de difícil acceso, donde queda agua o que no han sido correctamente pasivadas o pulidas.
Si no se resuelve lo antes posible y se limpia bien, el proceso de oxidación no se frenará y puede acabar por estropear del todo la superficie dañada.
Para proceder con la limpieza correcta, lo primero será eliminar el óxido del metal; lo cual haremos con ácido, sulfúrico y clorhídrico, productos que normalmente podrás encontrar en el mercado náutico; junto al oxálico, que también en tierra se utiliza para quitar las manchas de óxido normal.
Tras aplicar estos productos, a continuación se debe activar el proceso de pasivación de cromo, para acelerar su oxidación protectora, con otro ácido, el nítrico y fluorhídrico, que también se encuentra en ferreterías o en el ramo de la soldadura.
Si se trata de una superficie de alcance complicado, te recomendamos que utilices un cepillo de dientes, capaz de llevar la pasta pasivadora a todos los rincones.
Posteriormente conviene que realices un correcto lavado con agua dulce.
Finalizaremos el trabajo con un pulido, que será absolutamente necesario para devolverle una nueva vida con el brillo protector.
