CÓMO GESTIONAR LOS NERVIOS

Psicología

Todos los jugadores han sentido en alguna ocasión (especialmente durante una competición) lo que puede denominarse un “ataque de nervios”: de repente aumenta el ritmo cardíaco; manos y piernas empiezan a temblar como si tuvieran vida propia y resulta realmente complicado mantener el control.

¿Qué debemos hacer en estos momentos?, ¿cómo podemos gestionar estos nervios y seguir jugando con cierta “solvencia”?

Sin duda la clave está en ser capaces de controlar nuestro cuerpo y minimizar las consecuencias… fácil de decir pero muy difícil de poner en práctica.

En este artículo intentaremos darte los mejores consejos para ayudarte a dominar la situación y transformar todos estos nervios en oportunidades de mejora.

Esperamos que te sirva de ayuda.

EXPLICACIÓN CIENTÍFICA

Los nervios son algo totalmente natural cuando nos enfrentamos a una situación de tensión y tienen una explicación totalmente científica.

La Real Academia de la Lengua Española define “nervios” como “estado psicológico agitado y tenso de una persona”.

Los nervios aparecen motivados por el hecho de que el nivel de activación del organismo se encuentra por encima de lo normal y en consecuencia, reacciona aumentando el ritmo cardíaco y haciendo que manos y piernas tiemblen.

Cuando una situación nos crea ansiedad, el organismo se prepara automáticamente para afrontar ese riesgo y sufre cambios fisiológicos: se liberan hormonas, el corazón late más deprisa, la respiración se acelera, los músculos se tensan y el cerebro se exalta.

 

EL ATAQUE DE NERVIOS

Debemos tener presente que todo deportista ha sentido nervios en algún momento determinado de la competición, de hecho es algo que lleva intrínseco la propia acción de competir y, el hecho de que no aparezcan, puede considerarse incluso algo negativo, puesto que podría ser un síntoma de que el jugador está totalmente despreocupado, que le da igual la prueba, lo que sin duda tampoco le permitirá rendir al 100%.

El problema surge cuando los nervios superan ciertos límites. Esto conllevará que se manifieste en el jugador una alteración excesiva que puede llegar a hacerle creer que no es capaz de realizar la actividad que está desarrollando, pensando de manera obsesiva en la derrota.

Los síntomas son claros, incluso físicamente:

  • El ritmo cardíaco se acelera.
  • El estómago entra en “ebullición” (notamos un cosquilleo constante).
  • Incremento en la tensión muscular, que supone dificultades para coordinación. Efectivamente, las manos y las piernas tiemblan, como si no respondieran a lo que nosotros les mandamos.
  • Cambios en los niveles de atención y concentración; el aumento de la excitación, provoca un estrechamiento del campo de atención.

Los motivos para la aparición de un ataque de nervios pueden ser muchos y muy diferentes (hay quien dice que tantos como jugadores). Para algunos jugadores, la presencia de público supone una presión muy fuerte (sobre todo si entre este público existen personas que son, por cualquier motivo, importantes para él), el público llega a verse como una auténtica “amenaza” contra la autoestima del deportista, generando una tensión psicológica en ocasiones muy difícil de superar.

La misma presión puede sufrirla el golfista cuando se encuentra ante un golpe que le suponga algún tipo de dificultad (bunker, entre árboles, presencia de viento…). Existe la tendencia de comparar ese momento con alguna anterior mala experiencia y el mero recuerdo puede generar un bloqueo mental que nos impida dar el golpe con naturalidad, haciéndonos caer justo en el mismo error que el cometido en su día.

 

CÓMO ACTUAR

¿Se puede jugar al golf cuando se está sufriendo un ataque de nervios? Para muchos resulta imposible, aunque evidentemente sí se puede, si bien los resultados finales dependerán de cómo seamos capaces de afrontar estos “momentos críticos”.

Lo primero que debemos intentar es no preocuparnos, debemos pensar que el nerviosismo se produce por una elevada activación fisiológica del organismo y que todo dependerá de cómo interpretemos nosotros mismos esa situación. Así, si pensamos que estamos muy nerviosos, este pensamiento puede incapacitarnos para realizar correctamente un golpe, ya que se generará una falta de confianza que a su vez sólo servirá para incrementar el nerviosismo, metiéndonos así en un bucle de difícil salida.

Algunos psicólogos deportivos aconsejan cambiar el objeto de concentración. Cuando aparece el nerviosismo, lo normal es que el jugador se concentre sólo en sus nervios, en intentar eliminar las sensaciones que está experimentando, en reducir su miedo… sin embargo esto sólo suele servir para reducir notablemente la atención que debemos mostrarle a la jugada.

Muchos toman una decisión poco acertada: dar el golpe cuanto antes, pensando que si terminan pronto, harán desaparecer también los nervios. Esto sólo puede terminar de una forma: un mal golpe que supondrá un aumento de la desconfianza (y por tanto del nerviosismo) en la siguiente jugada.

Debes tener siempre presente que el jugador que se hunde pensando que va a ser incapaz de dar un golpe y pierda la confianza en sí mismo lo único que conseguirá es un resultado nefasto y un nerviosismo aún mayor cuando tenga que afrontar la siguiente competición.

 

LA RELAJACIÓN

Ante un ataque de nervios deberíamos ser capaces de mantener la calma y tratar de concentrarnos únicamente en el siguiente golpe que debemos realizar, olvidándonos de los nervios. Para ello debemos tener presente que la relajación mental es equivalente a la del cuerpo. Y podemos decir que estamos mentalmente relajados cuando enfocamos un objeto con facilidad, permitiéndonos hacer un swing natural, totalmente despreocupado.

La relajación mental nos permite percibir una imagen o situación sin esfuerzo, apaciblemente, pero con atención (es como cuando escuchamos una música que nos gusta: nos sentimos relajados y a la vez nos centramos en atender a lo que está sonando).

Llegar a un estado tal de relajación mental nos permitirá huir de cualquier tipo de idea preconcebida, de emociones y de sentimientos preestablecidos, que sólo sirven para aumentar la tensión del momento; pero al mismo tiempo podremos mantener toda la atención centrada en lo que debemos hacer, sin desconcentrarnos por agentes externos.

Para conseguir todo esto, existen ciertas técnicas de relajación basadas en la realización de respiraciones profundas que, poco a poco, le ayudarán a olvidarse de los nervios y temblores y concentrarse en lo que está jugando. Resulta importante conocer estas técnicas y, para ello, debemos empezar por saber algo más sobre la respiración en sí misma.

Al respirar no sólo damos a nuestro organismo el necesario oxígeno, sino que provocamos el desarrollo de reacciones de fijación y expulsión del calor en el núcleo de las células. Si nuestra respiración es deficiente (lo cual sucede muchas más veces de lo que se cree, debido a malos hábitos adquiridos con los años), estaremos realizando un intercambio gaseoso incompleto, lo que provocará un aumento de la frecuencia cardíaca y un incremento de la acumulación de anhídrido carbónico, descendiendo así el PH sanguíneo hasta el punto que pueda producirse “acidosis”. Esta situación aumenta notablemente el estrés y la liberación de adrenalina.

Como la respiración es un acto involuntario de nuestro cuerpo, muchas veces simplemente “respiramos mal”: los pulmones no están bien ventilados y la combustión orgánica no se realiza por completo. Todo esto supondrá un mal funcionamiento del sistema nervioso, fatiga y deterioro creciente de la salud.

Sin embargo, los campos de golf suelen ofrecernos una atmósfera ideal para respirar con salud. Sólo tenemos que aprender unos sencillos hábitos:

  • Respiración torácica: se basa en inspirar por la nariz y espirar por la boca. Inspiraremos hinchando el pecho y contando hasta 10, un tiempo que, poco a poco, deberemos intentar ir superando. Después se deberá exhalar el aire hasta sentir que no queda nada en los pulmones y, después, aún intentar exhalar un poco más.

Seguro que en poco tiempo comprobarás que eres capaz de asimilar mucho más aire del que inicialmente creías.

  • Respiración abdominal: se trata de intentar hacer lo mismo que en la respiración torácica, pero en lugar de con el pecho, con el abdomen.

Si desarrollamos este tipo de respiración comprobaremos pronto sus grandes beneficios:

  • Aumenta la relación, ayudando a “recomponernos” tras una mala jugada, por ejemplo.
  • Aumenta nuestro nivel de concentración. Esto tiene una explicación científica: al oxigenar correctamente nuestras neuronas, los procesos cognitivos funcionan más lúcidamente.
  • Aumenta nuestra capacidad física: facilitamos la eliminación de ácido láctico, evitando las molestas agujetas.
  • Incluso hay quien afirma que si utilizamos una respiración sincronizada con la ejecución de los golpes, podremos alcanzar una mayor distancia.

Dicho todo esto, no está de más remarcar la importancia de que cada jugador establezca su propio ritmo respiratorio, algo que puede marcarnos también el ritmo para la ejecución del swing.

 

LA AUTOCONFIANZA

No cabe duda de que una de las bases más importantes para evitar los nervios es disponer de una buena autoconfianza. Si confiamos en lo que estamos haciendo, podremos controlar más fácilmente nuestro miedo y ansiedad.

Una buena autoestima nos hace estar seguros de nosotros mismos y eso nos hace olvidarnos de la presencia de público, de malas experiencias, etc. Sabemos que podemos hacerlo y sólo pensamos en eso.

Por eso siempre es un buen consejo trabajar nuestra confianza.

Una buena forma de hacerlo es mirando con retrospectiva hacia el pasado: párate a recapacitar sobre dónde estabas y dónde estás ahora… Seguro que has mejorado considerablemente ¿no es eso un auténtico logro? Revisar nuestra propia trayectoria y ver el progreso conseguido es una buena inyección de moral y confianza.

Al hacer esta revisión deberás centrarte en los momentos positivos: aquel golpe tan difícil del que saliste airoso, aquella vuelta en la que casi no cometiste error alguno… trata de recuperar las sensaciones vividas en esos momentos y comprobarás como tu autoestima se dispara.

Esto que en principio puede parecer tan “obvio” y hasta un poco tonto, es un ejercicio que habitualmente realizan los psicólogos deportivos con sus “pacientes” repasar mediante álbumes de fotos momentos en que el deportista consiguió sus mayores éxitos, o incluso hacerles limpiar los trofeos conseguidos. Una “vuelta al pasado” que carga de energía y gracias a la cual se recuperan sensaciones que pueden haberse perdido, pero que son absolutamente necesarias.

Publicado en: Golf, Psicología

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