Niños y golf

Consejos

Sin duda todos los que tenemos hijos y practicamos este maravilloso deporte hemos valorado cómo intentar transmitir el gusanillo por el golf a los más pequeños. Practicar cualquier tipo de deporte resulta de gran importancia para el correcto desarrollo físico de un niño; pero además si hablamos de golf también estaremos cubriendo el plano más social y psíquico, ya que las normas y requisitos que deben cumplirse en este deporte enseñan a la persona unas pautas de comportamiento que sin duda le serán muy beneficiosas en su vida posterior.

Independientemente de la edad que tengan sus hijos, lo más importante es que el golf sea algo divertido. Además por nuestra parte debemos aportar grandes dosis de paciencia para que las primeras experiencias juntos sean todo un éxito.

Existen, por supuesto, toda una serie de dudas que seguro se planteará ¿con qué edad debe comenzar?, ¿cómo aprender?, ¿y qué equipo le compro?… A continuación abordaremos todas las claves sobre este tema.

BENEFICIOS DE JUGAR AL GOLF

Evidentemente la práctica de un deporte resulta muy positiva para cualquier niño. En el caso del golf esta mejora se desarrolla incluso desde un plano social y educativo Y es que a la hora de aprender el deporte del golf es muy importante que se inculque en el niño las reglas de cortesía y etiqueta que rigen este deporte. De tal forma que si el niño aprende y respeta sin duda habrá dado pasos de gigante en su sociabilidad, puesto que su comportamiento mejorará tanto dentro como fuera del campo.

En general podemos decir que el golf es un deporte individual que exige control corporal, concentración, habilidad; pero además es tranquilo, nada agresivo físicamente y facilita un contacto muy intenso con la naturaleza. Practicándolo se aprenden normas de comportamiento y las exigencias de autocontrol y concentración pueden aplicarse posteriormente a las técnicas de estudio lo que sin duda le será de gran ayuda en su rendimiento escolar.

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CUÁNDO EMPEZAR

Existen numerosas teorías sobre la edad a la que un niño debe empezar a jugar, todas se centran en una franja comprendida entre los 3 y los 10 años, variando en función principalmente de la edad a la que se considere que un niño puede tener la suficiente fuerza física para levantar el palo y darle a la bola.

Pero lo cierto es que no existe una edad concreta para empezar a jugar al golf. Cada niño, según su constitución y, sobre todo sus deseos de jugar, impondrá el momento en que desea comenzar a practicar. Esto es muy importante ya que idealmente debería ser él el que quiera ir con usted al campo de prácticas y no al revés.

Muchos de los profesionales de hoy en día cuentan cómo empezaron a jugar a muy temprana edad. Un buen ejemplo es Tiger Woods, quien ya con 2 años apareció jugando en el “Mike Douglas Show” junto a Bob Hope, para después empezar a ganar sus primeros torneos a la edad de 8 años. Pero por supuesto estamos hablando de Tiger Woods, uno de los más grandes de la historia del golf…

Ni que decir tiene que un niño que empieza desde edad temprana a jugar estará fomentando el desarrollo psicomotriz para la realización de un juego instintivo, con habilidades extraordinarias. Nos referimos al hecho de que estará creando una memoria muscular que servirá para realizar posteriormente el movimiento de swing de la forma más natural posible. Se dice que la mejor etapa para que nuestros músculos aprendan determinados movimientos es la de la niñez y juventud, cuando el movimiento se realiza de manera prácticamente inconsciente, sin tener en cuenta ninguna atadura mental ni presión psicológica.

Hasta tal punto es así, que muchos afirman que todo lo que se aprende en esta época de nuestra vida no se llega a olvidar nunca.

De cualquier forma debemos tener en cuenta que es a los 3 o 4 años cuando el niño comienza a desarrollar la capacidad psicomotriz y a esbozar la inclinación competitiva.

EL EQUIPO

Por desgracia a la hora de seleccionar el equipo para nuestro hijo no tendremos tanta variedad como para nosotros. Sin embargo actualmente podemos encontrar en el mercado bastante material específicamente diseñado para cada rango de edad y nivel de juego.

Pues bien, lo primero que debemos tener en cuenta a la hora de seleccionar el equipo es la fuerza y la altura del niño, ya que si le damos a nuestro hijo un palo que le resulte demasiado pesado estaremos dificultando enormemente su juego y eso puede provocar enormes desilusiones (muchos niños han dejado este deporte ante la imposibilidad de golpear bien la bola cuando en realidad se trataba simplemente de un error a la hora de seleccionar el equipo).

Tenga en cuenta la altura del niño, no la edad. El fundador de U.S. Kids, Dan Van Horn, dice que un driver que sobrepase cinco centímetros la parte baja del esternón propiciará malos swings y por tanto, hará que el aprendizaje sea menos divertido. Eso se aplica a los golfistas de todas las edades..

Debe saber que los sets orientados a los niños no incluyen tantos palos como los sets de adultos, reduciendo el peso de la bolsa. Estos sets usualmente incluyen hierros del 6 al 9, madera-3, madera-5 y pueden incluir un driver.

Inicialmente cinco palos son más que suficientes para empezar. Una madera, un híbrido alto (de 22 grados o más), un hierro 7, un wedge y un putter proporcionarán las suficientes distancias para jugar a distintas zonas de la cancha de prácticas. Más adelante debería adquirir un buen wedge con una varilla blanda y un putt que genere confianza pues disfrutar de un buen juego corto es fundamental para continuar avanzando.

A la hora de seleccionar sus palos tenga en cuenta la siguiente frase: “Es mejor que a su hijo se le queden pequeños los palos a que tenga que adaptarse a ellos”.

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CÓMO APRENDER

Como indicamos al principio, es fundamental que el niño disfrute. El golf debe ser diversión, nunca técnica y mucho menos presión. Si no es así pronto terminará por cansarse o aburrirse, en definitiva, por desmotivarse, dejando de lado este deporte o acudiendo por obligación a unas clases que no le interesan nada y que, por tanto, no aprovechará lo más mínimo.

Lo cierto es que tal vez demasiados padres, entusiasmados por este deporte y ante la idea de poder crear un nuevo “Tiger Woods”, obligan a sus hijos a dar clases que no les interesan y que terminarán abandonando al poco tiempo.

Diríamos más, la diversión debe ser una constaste para cualquier golfista, sea cual sea su edad, si el juego deja de divertirle, dejará de motivarle. Para ello no hay que alargar las sesiones demasiado, No pasa nada por dejar de jugar en el hoyo 9 –es más, puede que sea lo mejor para todos-. “Dependiendo de la edad del golfista, 5 o 6 hoyos pueden ser más que suficientes.

Debemos tener en cuenta que los niños aprenden de forma muy diferente a como lo hace un adulto. Las enseñanzas y en especial las imágenes que aprenden, son retenidas globalmente, es decir, sin ser analizadas ni racionalizadas, y en consecuencia las ejecuciones de lo aprendido, son hechas con gran fidelidad. Tienen la capacidad de incorporar conocimientos de tal manera que persisten en su memoria inalterables. Por supuesto estas enseñanzas pueden mejorarse con la práctica posterior.

Por otro lado es importante considerar que la capacidad de atención de un niño es reducida.

En este sentido, es importante que el profesor no se complique con largas y tediosas explicaciones técnicas, sino más bien que procure llevarlo todo al plano práctico, mostrándose él mismo como ejemplo o muestra. Una media de 10 minutos de explicaciones y 20 de clases prácticas resultarán lo más adecuado.

Ni que decir tiene que el amor por el golf debe surgir de dentro, nunca como algo impuesto y sólo así lo realizarán de forma natural y aprenderán divirtiéndose.

Con seguridad al poco tiempo nacerá en ellos la necesidad de ir demostrando a cada paso que son capaces de mejorar. No sólo por demostrarlo a los demás, sino por la satisfacción que siempre supone (y para eso no se necesita tener una edad concreta), el ser capaces de superarse a uno mismo o alcanzar los retos que nos imponemos.

Si usted como padre o madre se decide a dar clases a su hijo ¡ánimo!, aunque no lo recomendamos.

Intente pensar antes de nada que otras personas puedan enseñarle de un modo quizás más objetivo. Por supuesto, nunca le niegue la posibilidad de tener compañeros de juego que le valdrán para divertirse al tiempo que para medir y comparar su juego de una forma práctica. Las clases colectivas suponen una motivación extra y el niño se sentirá integrante de un grupo, lo que sin duda le animará a acudir a las clases. De hecho está comprobado que tener amigos que juegan al golf es una de mas mayores motivaciones para practicar este deporte (y esto no sólo ocurre con los niños).

Esto no quiere decir que no recomendemos que salga con usted al campo a practicar, todo lo contrario, deberá hacerlo, pero trate de utilizar esos ratos de juego como una motivación más a medida que el niño mejora. Intente no criticarle, sino decirle lo que hace bien y procure que se divierta.

Puede enfocar el juego con usted como un premio ante algo bien hecho, en ese sentido deje que sea él quien diga dónde jugar o cómo hacerlo, déle su tiempo y párese cada vez que él se lo reclame… en definitiva: trate de disfrutar y de que su hijo disfrute.

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LA COMPETICIÓN

Llegado el momento de competir, es importante que le hagamos ver que el deporte está ligado a la confrontación, que es algo necesario para medir la destreza y capacidad de cada uno, y para mejorarla; pero que en ningún caso pasará nada por perder o por quedar segundo. El desafío debe verse como algo natural, pero sin que exista presión y por supuesto sin imponer metas que puedan resultar inalcanzables, ya que con ellas lo único que conseguiremos será crear frustración (debemos tener en cuenta que muchas veces los objetivos de los padres son muy superiores a las auténticas capacidades de los niños y eso sin duda es un gran error). Durante toda esta etapa los padres deben ser un apoyo y nunca una fuente de presión.

La idea de “ganar”, de “triunfar” debe quedar relegada y dar más importancia a valores mucho más

importantes como el respeto a las normas establecidas, el compañerismo, etc. El éxito debe verse como una consecuencia del trabajo bien hecho y nunca como un fin que deba conseguirse a cualquier precio.

Por otro lado, es muy importante que un niño tenga un modelo a seguir. La persona que los educa dejará sin duda huella en su vida, pudiendo incluso influir en su comportamiento adulto; en consecuencia es fundamental que sepamos seleccionar con cuidado y atención al profesor que le va a dar clases. Tenga en cuenta la forma en que se expresa, las palabras que utiliza, incluso el tono de voz; todos estos pequeños detalles resultan de gran importancia para aficionar al niño y educarlo éticamente.

Publicado en: Golf, Consejos

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