Sí y no… Muchos profesores de golf afirman que si usted se obsesiona con un golpe perfecto, la primera vez que falle un putt que creería tener que embocar, empezará a plantearse mil y una dudas sobre sus golpes de putt. Una serie de cuestiones que sólo le servirán para sentirse torpe y, consecuentemente, para cometer muchos más errores.
No existe un jugador, por buena que sea su clase, que no haya cometido algún error sobre el green, ya sea por pasarse de largo o por quedarse algo corto. Sin embargo, parece que el golfista que se pasa el hoyo es mucho más positivo que aquel que se queda corto en el golpe; sin que haya ninguna explicación clara al respecto, puesto que aquel que se queda corto casi con seguridad precisará únicamente de un golpe más para embocar correctamente.
Cuando un jugador comienza a invertir demasiado tiempo en desarrollar un swing completo, olvidándose de los golpes de wedge y chip, pronto se verá jugando putts más largos para intentar salvar el par. Incluso los mejores jugadores cogen, como media, sólo alrededor de unos trece greens por vuelta. Cinco veces por vuelta deben realizar approach y putt y, si el juego corto no es el adecuado, se tendrán que enfrentar a muchos putts de 1,80 a 2 metros, que necesitarán embocar.
Ante esta situación, muchos valoran la posibilidad de modificar su forma de jugar el putt, pensando en subir y bajar la cara del palo recta… al final sólo son soluciones que complican aún más los resultados.
