En lo que a los campos respecta, la primavera y el verano son épocas de bonanza.
Esto significa que el terreno estará prácticamente perfecto para jugar: campos más homogéneos y completamente cubiertos por la hierba.
Pero también debemos ser conscientes de que el calor puede hacer que el terreno esté más duro de lo habitual, lo que significará que si pegamos la bola atrás, el palo rebotará y la bola saldrá baja, sin que llegue a perder mucha distancia.
También deberemos tener mucho cuidado con las calvas en el campo, desgraciadamente típicas en esta época en muchas zonas (si bien en la actualidad los sistemas de riego utilizados evitan en gran medida este tipo de problemas).
Con terrenos secos y uniformes, lo normal es que las calles estén mejor cortadas, los greens se sieguen más bajos y esto provoca que la bola ruede mucho más de lo habitual. Esto debe ser tenido en cuenta en el juego corto, para el cual te recomendamos que practiques primero con distintos tipos de bolas (duras y blandas) y así podrás comprobar las diferentes respuestas en los approachs y pats.
También debes saber que esto influirá en la pegada, de tal forma que la bola notará mucho más cualquier tipo de efecto que se le intente dar.
Otro punto a tener en cuenta en el campo los días de más calor es sin duda el estado de los búnkers. Puede que la arena esté más seca y eso supondrá que estará más suelta, lo que sin duda facilita el paso del palo por debajo y a través de la bola. Aunque esto sin duda es una ayuda a la hora de realizar el golpe, también provocará que las bolas queden más hundidas… Por eso con altas temperaturas, más que nunca, será necesario realizar swings amplios para “desenterrar” la bola.
