Competición nacida en 1927 gracias a un comerciante de semillas de origen inglés llamado Samuel Ryder. Este personaje, obsesionado por el deporte del golf, ofreció un trofeo de oro como premio para la celebración de una prueba como la que hoy conocemos con el nombre de Ryder Cup. En esta primera edición participaron ocho jugadores británicos que viajaron hasta los Estados Unidos para jugar cuatro competiciones de dobles foursome y ocho individuales
Actualmente un equipo de jugadores europeos compite contra otro formado por estadounidenses. Los equipos están formados por doce jugadores y dirigidos por un capitán que no juega. La competición se juega a lo largo de tres días, en los que las pruebas se reparten de la siguiente forma: durante los dos primeros días se disputan ocho partidos de dobles y otros cuatro mejor bola en cada jornada, y el tercer día se completa la competición con doce partidos individuales.
En la Ryder no existen premios en metálico, aquí el premio es el orgullo de poder conservar dos años el trofeo en posesión del equipo ganador. Un trofeo en el cual se puede ver una figura que representa a Abe Mitchell, jugador profesional y maestro de golf de Samuel Ryder.
El escenario se va alternando en cada edición entre campos de Estados Unidos y de las Islas Británicas, la primera vez que se jugó fuera de uno de estos dos sitios fue en 1997, año en el que el campo español de Valderrama tuvo el orgullo de albergarlo.
En cuanto al palmarés, Estados Unidos suma más victorias que Europa, con un total de veintiseis: desde 1935 hasta 1983 todas las ediciones celebradas cayeron en manos americanas (excepto una victoria europea en 1957 y un empate logrado en 1969), lo cual estuvo a punto de provocar la desaparición de la competición. Este bache se superó en 1979 con la introducción de jugadores de otros países europeos al equipo que hasta entonces sólo estaba formado por jugadores británicos; en esa primera vez dos españoles: Severiano Ballesteros y Antonio Garrido entraron en el equipo europeo. Poco después llegaron los triunfos del viejo continente en 1985, 1987 y el empate en 1989 (gracias al cual el trofeo permaneció en tierras europeas). Esto y la introducción en los noventa de nuevas figuras del panorama europeo le han devuelto a esta competición el prestigio e interés que merece.
