El esquí requiere de un trabajo predominantemente anaeróbico y láctico.
Las cualidades físicas básicas que el aficionado al esquí debe desarrollar son las siguientes:
- Una gran resistencia.
- Fuerza explosiva y elástica en las piernas.
- Agilidad (sobre todo para los eslalonistas).
- Sensibilidad (fundamentalmente para los velocistas).
En este deporte, el mayor esfuerzo físico recae sobre las piernas (debemos tener en cuenta que el músculo más utilizado por el esquiador es el cuádriceps), los movimientos de extensión y flexión de las piernas son constantes, ya sea para absorver las imprecisiones del terreno o para realizar virajes. Consecuentemente será en estas extremidades inferiores donde deberemos centrarnos a la hora de realizar nuestros entrenamientos.
Pero además deberemos desarrollar los músculos dorsales y abdominales, su resistencia y agilidad son fundamentales teniendo en cuenta la necesidad imperiosa de realizar numerosos movimientos con el fin de mantener el equilibrio.
Además los brazos, aunque en un principio no parezcan tan importantes, no podrán pasarse de largo, puesto que su buena forma es imprescindible para permitirnos mantener el equilibrio, la coordinación y la ejecución de los gestos. Todo ello teniendo en cuenta que el uso correcto de los brazos permite ahorrar gran cantidad de energía al esquiador.
Cualquier esquiador deberá saber que existen una serie de deportes complementarios que le servirán para mantenerse en forma y ejercitar las partes citadas; éstos son:
- Ciclismo.
- Carrera.
- Natación.
- En menor medida: tenis y piragüismo.
