Medir la frecuencia cardíaca es imprescindible para poder controlarla y establecer así el correcto ritmo de entrenamiento, siempre en función de las condiciones y los objetivos de cada persona.
Desde hace décadas, los deportistas profesionales han tenido muy en cuenta la información que ofrecía su frecuencia cardíaca. Hoy en día y debido a la generalización de la práctica deportiva, el control de la frecuencia cardíaca es muy recomendable para todas las personas por las siguientes razones:
- El pulsómetro nos ofrece una medida precisa de la intensidad de nuestro ejercicio.
- Nos permite fijar un ritmo de entrenamiento deseado para alcanzar unos determinados objetivos.
- Con la medición de la frecuencia cardíaca, queda latente nuestra progresión, lo que supone un elemento motivador para nuestra práctica deportiva.
- Gracias a los datos que nos ofrece el pulsómetro podemos maximizar los beneficios del ejercicio que realizamos en un tiempo limitado.
- Nos permite saber si nuestra recuperación ha sido correcta, lo cual sólo se consigue comprobando que, tras el ejercicio, nuestro ritmo vuelve a ser el que tenemos en reposo. En caso de que no sea así, deberemos empezar a pensar que podemos estar realizando un sobreentrenamiento o existe un exceso de ejercicio para el cual nuestro organismo no se encuentra preparado.
Dicho todo esto, queda claro que el pulsómetro es una magnífica arma en manos tanto del deportista profesional, puesto que le permitirá controlar que el entrenamiento se realiza en la zona que el entrenador le ha exigido, como del aficionado, quien podrá mantener el régimen de pulsaciones dentro de los límites aconsejados. También lo es para personas que hayan sufrido algún tipo de arritmia o un ataque al corazón y comiencen a andar todos los días: con el pulsómetro podrán asegurarse de que el corazón está trabajando en el rango de pulsaciones indicado por el médico.
