Hasta ahora hemos hablado de lo que conviene hacer antes y durante un esfuerzo físico mayor al acostumbrado; pero debemos ser conscientes de que lo más adecuado es tener unos hábitos alimenticios correctos; ya que esa será la única manera de mantener nuestro cuerpo constantemente preparado para la actividad física.
Lo primero que hay que tener en cuenta es que ningún alimento contiene todos los nutrientes que nuestro cuerpo necesita. Por ello no podemos suprimir de nuestra dieta todo un grupo alimenticio, si bien sí que podemos variar unos alimentos por otros que se encuentren dentro de ese mismo grupo.
Cada uno de nosotros tenemos unas características físicas personales, por lo que hablar de una dieta única universal válida para todos sería un gran error. Comentaremos por tanto los porcentajes más adecuados de nutrientes a nivel general; cada uno sabrá a nivel particular qué alimentos digiere mejor y cuales le tolera peor su cuerpo.
Teniendo en cuenta todo lo anterior, los porcentajes de nutrientes más adecuados son los siguientes:
- Grasas: aproximadamente un 30%.
- Hidratos de carbono: entre un 50 y un 60%.
- Proteínas: entre un 10 y 15%.
Estos porcentajes se consiguen con una alimentación compuesta por:
- Frutas y verduras: 50%. Aportan: fibra, vitaminas y sales minerales
- Pan y cereales: 20%. Aportan: hidratos de carbono.
- Leche y derivados: 20%. Aportan: calcio, proteínas y vitaminas.
- Carne, pescado y huevos: 10%. Aportan: proteínas, vitaminas y sales minerales.
Estos son los componente de lo que podríamos denominar una dieta equilibrada; adecuando los porcentajes a cada persona en particular.
Después y ante un mayor ejercicio físico lo que haremos será incrementar la cantidad de alimento, pero nunca variar los porcentajes.
