El rececho de ciervos en berrea

Tipos de caza

Sin duda la berrea es un excelente momento para intentar conseguir grandes trofeos, aprovechando que tal vez bajen algo la guardia debido a la temporada de celo. Realmente es bastante complicado señalar en el calendario una fecha referente al inicio de la berrea; aunque podríamos ubicarla, aproximadamente, y siempre dependiendo de la climatología y la latitud donde estemos, desde principios de septiembre hasta entrado octubre.

Cada vez son más los aficionados a la caza mayor que se sienten atraídos por el la caza del ciervo durante su celo puesto que además de contar con unas posibilidades de éxito mayores la propia berrea es un espectáculo grandioso digno de experimentar. Por ello este mes abordaremos todas las claves para afrontar la caza del ciervo durante la berrea.

PREPARAR EL RECECHO

Como ocurre con otras modalidades cinegéticas, lo fundamental para el cazador antes de aventurarse a realizar un rececho es conocer bien el terreno para localizar el trofeo. Sobre todo, si se va a realizar sin la ayuda de guardería.

Lo primero que conviene saber es que para recechar un venado en berrea es imprescindible inspeccionar el terreno previamente al inicio de nuestra primera salida, pues de un año a otro es presumible que las siembras propias y colindantes hayan variado y lo mismo podemos decir acerca del caudal del agua que tengan los ríos, arroyos y charcas cercanas, todos estos factores influyen de forma directa en el careo de estos animales, de ahí la importancia de comprobar con suficiente antelación, las nuevas trochas y huellas.

Tanto las escodaduras como la frescura de los excrementos son excelentes fuentes de información que nos ayudarán junto con la lectura de huellas a determinar las posibilidades del cazadero. También los arenales en el interior del monte conocidos como “picaderos” son puntos calientes, cualquiera de estas pistas son excelentes fuentes de información de gran importancia para tenerlos localizados antes de salir a recechar.

Sin duda en esta época del año probablemente nos encontremos con los primeros chaparrones tormentosos propios del principio del otoño por lo que tendremos la posibilidad de recabar gran información del suelo.

Si somos capaces de “leer” el suelo, guiándonos por las huellas que nos encontramos podremos establecer de forma aproximada la envergadura y edad del animal, si es este joven o adulto, si pasaba tranquilo o corriendo, en grupo o solitario etc.

Toda una serie de signos que reflejan las huellas que nos permiten saber de qué tipo y condición son los animales que frecuentan el paraje y que todo buen recechista debe tener en cuenta para localizar la pieza deseada.

En los últimos días de berrea, cuando los grandes venados sufren las secuelas del gran desgaste físico al que se han visto sometidos, es fácil localizarlos buscando la sombra e incluso podremos verlos dormidos en pleno día. Las posibilidades de localizar un buen trofeo se multiplican en esta época y los grandes ciervos suelen dar la cara en algún momento de la mañana o a última hora de la tarde.

Otro dato importante es saber dónde comen y abrevan, no tanto los propios machos como las hembras, si hay huellas que confirmen su presencia los machos andarán cerca en plena época de celo.

Además de los cebaderos, las bolas de sal y los consabidos puntos de agua, existen otros lugares concretos, conocidos como “plazas o picaderos”. Se trata de arenales abiertos de vegetación a donde los venados acuden con asiduidad durante la berrea, resultando también ser unos sitios estratégicos para esperarles.

EL RECECHO EN BERREA

La estrategia, aparantemente sencilla, consiste en aproximarse al macho elegido aprovechando el relativo descuido por su seguridad que experimentan en época de celo. Se trata de un rececho, en el que basta con echarse al monte a las horas de anochecida y/o amanecida, cuando podremos escuchar los berridos; unos sonidos que nos servirán para localizar al venado al que el cazador deberá acercarse sigilosamente para después tratar de abatirlo. Muy fácil en la teoría pero sumamente difícil puestos en la práctica.

Una dificultad marcada principalmente por el tipo de terreno por el que nos debemos mover. Debemos tener en cuenta que nos encontraremos a finales del mes de septiembre, por lo que habremos dejado atrás un caluroso verano que sin duda tiene sus efectos sobre nuestros campos: el monte estará sumamente seco y moverse en él sin hacer ruido será algo así como “misión imposible”. A pesar de esto, el buen cazador de berrea es aquel que es capaz de moverse de forma sigilosa, deslizándose con suma delicadeza, y sabiendo aprovechar los ensordecedores berridos para realizar los movimientos más complicados.

Las paradas deberán ser, obligatoriamente, muy numerosas, puesto que son imprescindibles para reconocer el terreno correctamente y para poder llegar a determinar de dónde surgen los berridos.

Si el terreno, todavía se encuentra demasiados seco y presenta unas condiciones en las que es imposible caminar sin delatar nuestra presencia, tal vez lo mejor sea buscar un lugar querencioso para situarse tranquilamente a la espera. Para ello lo mejor es buscar los lugares por dónde suelan carear las hembras y apostarnos por allí.

Aparte de los cebaderos, las bolas de sal y los consabidos puntos de agua, existen otros lugares concretos, conocidos como “plazas o picaderos”. Se trata de arenales abiertos de vegetación a donde los venados acuden con asiduidad durante la berrea, resultando también ser unos sitios estratégicos para esperarles.

La opción de la espera presenta demás una ventaja respecto al rececho propiamente dicho, al evitar desplazarnos será mucho más difícil que nos descubran.

Para el oteo deberemos buscar un lugar alto, desde donde seamos capaces de otear una ladera o paso. Es importante colocarse de espaldas al sol, lo que nos permitirá visualizar más fácilmente el lomo de los venados.

En cuanto al disparo debemos tener en cuenta que normalmente tiraremos sobre un animal que se encontrará parado y que además no debe saber nada de nuestra presencia. Como ya hemos dicho, conviene acercarse lo máximo posible y casi con seguridad tendremos la posibilidad de apoyarnos correctamente. Esto unido al tamaño de la pieza que estamos intentando cobrar, hace que se reúnan todas las características para un disparo perfecto; a pesar de lo cual los errores son algo común normalmente fruto de los nervios.

En muchas ocasiones los tiros en berrea se realizan sobre animales que son “el trofeo de su vida” para el cazador y los nervios que esto causa no son buenos compañeros. Ante esta situación no nos queda más que respirar hondo, apoyar correctamente el arma y ser conscientes de que un fallo no significa el fin del mundo.

Etiquetas : Caza mayor, Ciervo
Publicado en: Caza, Tipos de caza

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