CAZAR EN LOS DÍAS MÁS FRÍOS

Consejos

Llegan los meses más fríos del año… y con ellos una de las mejores épocas para la caza.
Nieve, lluvia, niebla… ¿cómo influyen las condiciones climáticas adversas en la caza?, ¿cómo afecta el frío a nuestro equipo?, ¿puede estropear nuestras armas?; ¿qué precauciones especiales debemos tener?, y, aún más importante ¿de qué manera afectan las bajas temperaturas al propio cazador?

En este artículo trataremos de dar respuesta a todas estas cuestiones, planteando las mejores soluciones para que el frío no nos haga perder ninguna jornada cinegética.

 

EL CAZADOR Y EL FRÍO

Todo cazador debe ser consciente de los problemas que supone practicar esta actividad cuando las condiciones climáticas no son las más adecuadas.

Pero si en algo influye el frío para un cazador, es la hora de seleccionar la indumentaria necesaria para salir al campo. Mantenernos calientes es totalmente necesario, pero debemos encontrar el punto justo entre calor y comodidad, algo que no siempre es sencillo. Efectivamente, hasta hace poco la ropa especializada para la caza en invierno era muy pesada, lo cual terminaba por suponer un auténtico suplicio tras horas caminando, además de la incomodidad que suponían unas prendas rígidas que limitaban el movimiento, lo cual sin duda afecta a los disparos, puesto que el momento de apuntar era más lento e incómodo. Por supuesto, los fabricantes han pensado todo esto y han desarrollado ropa especializada que ofrece calor al mismo tiempo que comodidad y con un escaso peso… ¿el problema? El precio, por supuesto.

Lo que todo cazador debe exigir a sus prendas es: abrigo, impermeabilidad y, por supuesto, comodidad (entendida como una total libertad de movimiento); para conseguir todo esto deberemos seleccionar tejidos técnicos como:

Gore-Tex: considerado como uno de los mayores inventos dentro del equipamiento deportivo, este tejido tiene tres cualidades principales: cortaviento, impermeabilidad y transpiración ¿qué más se le puede pedir?. Su funcionamiento se basa en una idea muy simple: una gota de agua de lluvia es 20.000 veces mayor que los poros del GoreTex, mientras que la molécula del vapor de agua que desprende el cuerpo en sudor es 700 veces más pequeña. El resultado: la humedad no entra y el sudor se expulsa, con lo cual el cuerpo se mantiene siempre seco.

– Coolmax: tejido realizado con fibra de polyester de tetracanales, con los que se consigue expeler la humedad de la piel hacia la capa más externa de la tela. Una vez que ésta se ubica en la superficie, el área mayor de las fibras tetracanales se encarga de evaporar la humedad, manteniendo el cuerpo siempre seco.

Teflón: material aislante muy resistente al calor y a la corrosión.

Cordura: resistente a las rasgaduras y abrasiones; al tiempo que ofrece una gran ligereza.

Thermostat: tejido capaz de regular la temperatura.

Además existen prendas que protegen perfectamente contra el viento.

De cualquier manera, lo más adecuado sería “copiar” lo que hacen los esquiadores: vestir por capas:

Primera capa: es la que está en contacto con tu cuerpo, por lo que te recomendamos una camiseta que deje transpirar correctamente, ya que es la mejor forma de asegurarse que nos mantenemos secos y calientes.

Segunda capa: jerseys y forros polares. Lo ideal es que estén realizados en fibras sintéticas derivadas del teflón, con gran capacidad aislante y termorreguladora. Estas prendas tienen que abrigarnos, pero además conviene que sea capaz de expulsar la humedad corporal al exterior.

– Tercera capa: pantalones y anorak; estas prendas suelen estar realizadas en diferentes capas que pueden incorporar una membrana transpirable e impermeable, capaces de protegernos de las inclemencias meteorológicas.

Por supuesto, no debemos olvidarnos de abrigar partes tan importantes de nuestro cuerpo como la cabeza; el punto del cuerpo que más pronto pierde el calor y se enfría.

Igualmente debemos proteger manos y pies, con calcetines y guantes especiales; dos complementos en los que resulta fundamental encontrar el correcto equilibrio entre comodidad y protección.

 

LAS ARMAS Y EL FRÍO

Por lo general, todo cazador es consciente de los perjudiciales efectos que el calor puede provocar sobre nuestras armas y municiones; sin embargo no todos conocen las consecuencias que el frío puede tener sobre estos mismos elementos.

El frío intenso puede provocar que los mecanismos de nuestras armas se vuelvan más duros, pudiendo incluso llegar a bloquearlos o agarrotarlo… ¿Cómo se puede llegar a esta situación?, muy sencillo: mientras mantenemos nuestras armas en su funda, dentro del coche, es normal que debido al cambio de temperatura existente entre el lugar donde está el arma y el exterior, ésta “sude”, condensando un poco de agua sobre el cañón y la carcasa e incluso en los mecanismos de disparo… Este agua se puede convertir en un serio problema en el momento de sacar el arma, puesto que pronto se convertirá en hielo, pudiendo originar el bloqueo que antes comentábamos

El hielo acumulado puede incluso tapar la  boca del cañón, actuando como elemento de retención y ese aumento de presión puede provocar distintas consecuencias: desde una deformación en el cañón (cuando la cantidad de hielo es poca), hasta un reventón del cañón (en los casos en los que el hielo acumulado sea mucho). Por lo tanto, es de vital importancia que revisemos la posible acumulación de hielo en nuestras armas; si las temperaturas son negativas debes revisar el estado del cañón cada poco tiempo.

¿Y a la hora de guardar el arma?, ¿debemos guardarla sin funda? Tajantemente no… si guardas un arma en un lugar muy frío sin ninguna protección, correrá el riesgo de oxidarte, ya que el metal “suda” y esa agua se transforma poco a poco en óxido, capaz de soldar los mecanismos entre ellos, lo que puede provocar la total inutilización del arma.

En consecuencia, si tienes que dejar tu arma durante algún tiempo en un lugar frío, te recomendamos que no la tapes y que revises muy bien que está perfectamente seca antes de guardarla. Si es posible, elige un lugar bien ventilado.

Conviene saber que para los armeros se comercializan útiles deshumidificadores, capaces de eliminar la peligrosa humedad que se produce en su interior.

Otro tema con el que conviene tener cuidado es el del uso de aceites, ya que tienen el peligro de que pueden llegar a helarse y endurecerse, bloqueando así los mecanismos. Por lo tanto, hay que mantener el arma limpia, pero sin abusar de aceites ni grasas vez seca, podemos lubricarla con grafito en polvo o con la aplicación de un recubrimiento de teflón.

Por último en cuanto a las armas, convendrá prestar atención al estado de los muelles presentes en los mecanismos de disparo, seguros, cargadores… puesto que pueden perder elasticidad a causa del frío y partirse.

 

LA MUNICIÓN Y EL FRÍO

En cuanto a la munición, a pesar de que en principio el frío no le afecta en gran medida, debemos ser conscientes de que si cazamos en una zona de temperaturas muy bajas (varios grados bajo cero, temperaturas que pocas veces alcanzamos en nuestro país), la presión que genera el cartucho al ser disparado puede llegar a decrecer, perdiendo efectividad.

Como medida de prevención te recomendamos que lleves siempre tu munición por dentro de la prenda más exterior que uses; nunca por fuera.

Esto es especialmente importante si usamos un rifle; puesto que los cartuchos de escopeta son menos sensibles al frío que los de rifle, aunque nunca estará de más ir sustituyendo los cartuchos de la recámara por otros más protegidos del frío cada vez que hagamos una parada.

Ten en cuenta que al disparar con aire frío la sustentación del proyectil en el aire es menor y eso provoca que el punto de impacto baje ligeramente. Con un ambiente gélido la sustentación del proyectil en el aire es menor, bajando el punto de impacto unos pocos centímetros. El cazador que no conozca este efecto puede pensar que su arma se ha desajustado y nada más lejos de la realidad, si bien convendrá realizar los ajustes oportunos según la época del año en la que nos encontremos y, sobre todo, en función de la temperatura. De cualquier forma, con un ambiente muy frío nunca estará de más apuntar un par de centímetros por encima de donde pretendamos impactar.

 

LA ÓPTICA Y EL FRÍO

Sin duda alguna, los elementos más sensibles a las bajas temperaturas son aquellos que tienen algún componente técnico y/o electrónico, como suelen ser todos los productos de óptica. De hecho, los visores son los productos que más suelen sufrir los efectos del frío y seguro que lo habrás notado más de una vez: se empañan fácilmente con el frío, volviéndose inservibles por momentos.

Para evitar que esto suceda, te recomendamos que siempre que puedas lleves el visor destapado, con lo que evitarás que sufra cambios de temperatura bruscos.

También conviene que evitemos la formación de vaho producido por nuestra propia respiración, para lo cual lo más eficaz es intentar mantenerse lo más alejado posible del visor.

Llevar con nosotros algún producto antivaho es siempre una buena idea (en caso de no disponer de él, debemos saber que la saliva puede funcionar bien como desempañante de emergencia).

Por último, señalar la enorme importancia de evitar en todo  momento los cambios de temperatura bruscos, ya que es eso lo que más y peor puede afectar a nuestro equipo (oxidación de las partes metálicas, bloqueo de mecanismos, degradación de la pólvora…).

Así si entramos en una cabaña o albergue, convendrá que dejemos las armas y la munición lo más alejadas posibles del calor directo (mucho cuidado con las chimeneas), procurando que el paso del frío al calor se realice siempre de una forma gradual, poco a poco (también deberemos poner precaución con estos cambios de temperatura con nuestro cuerpo si queremos evitar gripes y resfriados).

 

Publicado en: Caza, Consejos

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