Sobrevivió al meteorito que acabó con la extinción de los dinosaurios. Convivió con los romanos, momento de su historia en el que se dice, de forma falsa y para alargar su leyenda, que acabó con todos los esclavos que fueron lanzados a sus tanques…
Hablamos de la lamprea.
Perteneciente a la familia de los agnatos -es decir, carece de mandíbula-, la lamprea no puede clasificarse de forma taxonómica como pez ni como reptil. Es un animal hematófago; cual vampiro -con el que literariamente se le emparenta-, se alimenta de la sangre de otros. Su boca, conformada por una serie concéntrica de dientes córneos y en forma de ventosas, consigue adherirse al cuerpo de salmones, truchas y tiburones, entre otros, a los que puede llegar a debilitar y matar en un periodo de tiempo tan corto como de cuatro horas (incluso, no son pocos los que perjuran haberlas visto «ancladas» a los salmones, dejándose llevar río arriba). Nadie sufre. Las lampreas se alimentan y sus presas no sienten dolor gracias al mordisco anestésico que producen y que segregan, a la par, anticoagulante.
Su lengua es áspera, punzante y succionadora, perfecta para atravesar el cuerpo de sus víctimas.
Carece de esqueleto óseo, pero se le considera origen de los vertebrados. Su cuerpo, a pesar de ser similar al de una anguila, no tiene ningún parentesco con estas. Tampoco tiene escamas ni aletas pares. Posee una hilera de siete aberturas para respirar en cada lado. Y respecto a su comportamiento, la lamprea es un pez anádromo: entra en los ríos para desovar. No obstante, para ello, emprende un camino, cuando menos, curioso.
Las lampreas, ovíporos, nacen en los ríos, donde los ejemplares más adultos ponen sus huevos. En las aguas más caudalosas, entre agua fresca, arena y guijarros, viven hasta alcanzar la madurez en aguas dulces, momento en el que se trasladan al mar. En invierno, veinte o treinta meses después y tras haber vivido a profundidades entre 200 y 400 metros, regresan al río para continuar el ciclo vital. En el río también muere, inadaptada ya a sus condiciones después de haber emigrado. Lo último que hace es reproducirse.
Podemos encontrar la lamprea desde Escandinavia hasta el Mar Blanco, y desde el Mediterráneo hasta el Adriático. Así, está presente en Alemania, Bélgica, Dinamarca, Finlandia, Francia, Grecia, Irlanda, Italia, Holanda, Portugal, Suecia y Gran Bretaña.
En nuestro país, vive en Galicia, el estuario del Guadalquivir y del Guadiaro, Guadalete, Barbate, Guadiana y sus afluentes y el delta del Ebro.
LA CAPTURA DE LA LAMPREA
La temporada de pesca de la lamprea comienza en enero y da fin en mayo. Su captura coincide con su entrada en los ríos para desovar.
«Pez» atlántico, puede encontrarse en los ríos del noroeste de España. Galicia es uno de sus lugares predilectos para continuar con su legado. El río Miño acoge, cada año, a estos seres vivos prehistóricos. Sus aguas proveen a los habitantes de la zona, que no dejan de dar gracias por este exquisito y controvertido manjar.
Sin embargo, para hacerse con ellas, hay que tener en cuenta que deben ser capturadas vivas y sin heridas. Su sangre es un bien muy preciado, altamente demandado e imprescindible en su cocinado. Los habitantes del municipio pontevedrés de Argo lo saben muy bien. La tradición de pesca de la lamprea pasa de generación en generación. En estas tierras, frontera entre Galicia y Portugal, la actividad se remonta a la época medieval.
Pero, ¿qué métodos de pesca se utilizan para la captura de la lamprea?
- LAS PESQUEIRAS
Con unas dimensiones aproximadas de 3 metros de altura por 2 de largo, las pesqueiras son construcciones de piedra tradicionales cuya concesión data del siglo IX, con origen ya en la época romana. Suelen estar situadas en el curso medio y bajo del río.
Podemos distinguir dos tipos de pesqueiras: las que tienen un único callejón y las conformadas por dos pasillos. Estos canales reciben la denominación de poios y su misión es encauzar el curso del río y obligar a la lamprea a su entrada. Entre los huecos de estas piedras, los boquetes, por donde circula el agua, se colocan unas redes cónicas, llamadas biturón, que impiden a la lamprea continuar río arriba. La colocación de estas peculiares redes en estos callejones acuáticos se realiza de noche, cuando la actividad de la lamprea es mayor, retirándose a primera hora de la mañana para recolectar el botín «vampírico».
Las lampreas tienen actividad nocturna; durante el día, su movimiento será muy lento y bajo, salvo que el río se encuentre revuelto. Su objetivo pasa por evitar cualquier rápido del río, desplazándose por las orillas.
Es en este momento cuando entran en los poios y se quedan atrapadas en el biturón.
Casi 300 pesqueiras -aunque no todas activas en estos momentos- conviven durante estas épocas con los habitantes de Arbo. De uso privado, antiguamente propiedad de los monasterios, su titularidad pasa de generación en generación y pocos habitantes quedan en la parroquia sin derecho a su uso, tan arraigada está la pesca de la lamprea.
Aunque los propietarios van realizando turnos para la captura, según conveniencia, solo uno de ellos tiene la obligación de tener el registro de la pesca, convirtiéndose así en el representante de la construcción. Será esta persona la encargada de supervisar toda la actividad, administrar su uso, y podrá ceder la titularidad siempre que lo desee, ya sea por compra, donación o herencia.
Las pesqueiras también pueden encontrarse en As Neves, Crecente, O Condado, Paradanta y Salvaterra do Miño.
- LAS ESTACADAS
En el río Tea, afluente del río Miño, la pesca de la lamprea también está arraigada. No obstante, su captura no tiene nada que ver con municipios como el de Arbo. En esta zona, los pescadores erigen estacadas, unas pasarelas de madera o hierro, en su desembocadura.
Colocadas desde ambos márgenes del río hasta la mitad del mismo, los pescadores pueden visualizar gracias a las hileras de lámparas desde las alturas el fondo por las noches, buscando sin descanso su botín.
Los pescadores utilizan fisgas, herramienta similar a un arpón, que utilizan cual tridente o tenedor sobre la lamprea, una vez localizada.
Cada año se realiza un sorteo en el que se decide quién podrá hacer uso de estas estacadas.
- EMBARCACIONES
En el río Ulla, la pesca de la lamprea es similar a la practicada en el municipio de Arbo. No obstante, esta se realiza desde embarcaciones, llamadas gamelas o baleiros. Desde esta, tratan de dirigir la entrada de los peces en los poios, práctica no exenta de riesgos cuando las corrientes son intensas.
En embarcaciones también se realiza la captura en Padrón, Pontecesures, Valga y Catoira. Desde estas y en el medio del río, se lanza el biturón.
Las opciones de escape de la lamprea son elevadas, por lo que su pesca entraña mayor dificultad, pero los ejemplares no sufren ningún daño, como en las pesqueiras, favoreciendo que se mantenga su textura y sabor. No obstante, hay que tener especial cuidado en no dañar ni perjudicar a otras especies.
En el Bajo Miño, por su parte, suelen lanzarse redes de hasta cien metros, el trasmallo o lampreeira, cuya técnica, aunque diferente desde la embarcación, tiene el mismo objetivo.
Estos métodos de pesca pueden encontrarse en O Rosal, A Guarda, Tui y Tomiño.
CELEBRAR LA LAMPREA
La escuela de Arbo se rehabilitó y convirtió en 1975 en el Centro de Interpretación del Vino y la Lamprea. Es en este municipio donde se celebra cada año, en abril, la Festa da Lamprea; mientras que en julio tiene lugar la Festa da Lamprea Seca. La primera de ellas, declarada de Interés Turístico Nacional, permite degustar este manjar que tanto ha marcado la gastronomía desde la época romana.
Estudios demuestran que una lamprea adulta es capaz de matar hasta diez kilos de peces. Japón, la tierra de Godzilla, teme a este ser prehistórico por su capacidad de acabar con sus atunes.
Sin embargo, los aficionados a la pesca viven en estos meses sus mejores momentos, disfrutando ahora de la temporada de la lamprea.
