Los riesgos de la deshidratación

Cuidados del caballo

El agua es un nutriente esencial para la vida del caballo. Es decisiva para mantener en equilibrio su fluido corporal, su función digestiva, su salud gastrointestinal, estimula la circulación sanguínea y transporta las sustancias nutritivas a las células. Además de tener otras funciones fundamentales como la regulación de la temperatura.

Se ha demostrado científicamente que la mayoría de los caballos no ingiere agua suficiente para reemplazar las pérdidas. La mayoría no reponen más de ½ o 2/3 de la pérdida de agua. Aunque esto no supone que el caballo requiera tratamiento veterinario ya que el caballo tolera mejor la deshidratación que el ser humano, estas pérdidas llegan a unos niveles donde tanto la circulación como algunas funciones celulares se pueden ver afectadas.

Si estas pérdidas no se compensan mediante una ingestión suficiente de agua y electrolitos, puede desembocar en una alteración circulatoria o shock hipovolémico. Esta situación se acentúa en climas húmedos y/o temperaturas extremas, aunque se trate de un ejercicio ligero y, por supuesto, en cualquier clima o estación cuando se trata de un ejercicio intenso.

Con el sudor se pierden gran cantidad de electrolitos que inducen una alcalosis metabólica, que puede provocar alteraciones del ritmo cardíaco e incluso cuadros neurológicos.

Puede aparecer una alteración conocida como rabdomiolisis, debido al cansancio muscular provocado por el mal rendimiento metabólico de las fibras musculares, si el ejercicio se mantiene a la misma intensidad. En estos casos, además, puede aparecer insuficiencia renal aguda por la nefrotoxicidad de la mioglobina.

El metabolismo muscular produce una gran cantidad de calor metabólico, que necesita ser regulado por los mecanismos de termorregulación, tanto por sudoración como por hiperventilación.

Un mal funcionamiento cardiovascular puede conducir a una hipertermia patológica, ya que al disminuir el flujo sanguíneo a la piel se produce un fracaso en la termorregulación.

La deshidratación y la pérdida de electrolitos durante el ejercicio, también favorece la aparición de cólicos debido a una disminución de la motilidad intestinal.

Además, con una hidratación deficiente también se reduce el flujo de sangre que llega a los músculos, lo que significa que la provisión de energía procedente de otras zonas se reduce por lo que los músculos empezarán a hacer uso de sus propias reservas de energía. Al tiempo, se reducirán los niveles de eliminación de calor y de otras sustancias tóxicas dentro del músculo así como otros problemas metabólicos.

¿QUÉ CANTIDAD DE AGUA NECESITA MI CABALLO?

La cantidad de agua que necesita nuestro caballo depende de varios factores, unos como la edad, la raza o el peso dependen del propio caballo y luego hay factores externos como el clima, la alimentación o el trabajo al que se ve sometido el équido.

Aproximadamente un caballo consume unos cinco litros diarios por cada 100 Kg. de peso corporal. Teniendo en cuenta que un caballo pesa unos 500 Kg. de media, esto significa que consume aproximadamente unos 25 litros al día. Pero como indicamos anteriormente su consumo puede variar de un día a otro, dependiendo del calor que haga, el trabajo que realice, cuanta materia sólida consuma o de los componentes de su ración de alimento.

Conviene recordar que los caballos tienen una fuerte tendencia a beber menos si hace frío (10ºC) o si hace mucho calor (30ºC). Sin duda prefieren una temperatura de agua alrededor de 20ºC. Si el agua está muy fría o muy caliente, beberán menos cantidad.

Si sospecha que su caballo no ha bebido lo suficiente puede hacer el test del pliegue de la piel: pellizque la piel de su cuello con los dedos índice y pulgar, estirando hasta que se forme un pliegue.

Suéltelo y observe la velocidad a la que la piel se vuelve a alisar. Si esto tarda más de tres segundos a su caballo le falta agua. En ese caso llévele a la sombra, déjele beber mucho y valore la posibilidad de llamar al veterinario.

¿CÓMO SABER SI MI CABALLO ESTÁ DESHIDRATADO?

Hay bastantes síntomas que nos avisan de una mala hidratación.

Y aunque el organismo tiene un sistema de defensa, la deshidratación puede llevar a nuestro caballo a una insuficiencia cardíaca.

Los primeros síntomas pasan por la falta de apetito o la debilidad muscular, así como debilidad para realizar trabajos físicos.

A continuación exponemos algunas formas que le ayudarán a determinar si su caballo está deshidratado:

  • Test del pliegue de la piel: Es sin duda el chequeo más fácil para notar la deshidratación es observar si la piel no vuelve a su sitio después de pellizcarle. Pero lo malo de este chequeo es que cuando se llega a notar la deshidratación por la piel, el caballo ya ha perdido un 6% de su líquido corporal total, es decir unos 30 litros.
  • Vigilar las pulsaciones: Las pulsaciones del caballo en reposo deben ser de unos 32-44 latidos/min. y la respiración a unas 12-24 exhalaciones/min.
  • Vigilar la respiración: Un caballo con la respiración elevada está bajando su temperatura con el sistema respiratorio.
  • Vigilar la temperatura: También si la temperatura del caballo está por encima de 40.5 a 41 ºC hay que preocuparse y tomar medidas inmediatamente.
  • Vigilar las mucosas: Otra forma consistiría en observar las mucosas, como las de la boca, las cuales deberían estar húmedas y rosadas, en el caso de estar secas deberíamos considerar si nuestro caballo esta sufriendo una deshidratación.

LOS ELECTROLITOS

Un aporte adecuado de electrolitos es fundamental para un óptimo rendimiento de los caballos.

Las complicaciones pueden aparecer en niveles deportivos distintos, desde cualquier mínima situación de estrés, transporte, paseos de media o larga distancia, hasta en caballos de entrenamiento y/o competición de cualquier disciplina. Las ferias o romerías también son momentos muy críticos, ya que los caballos están expuestos de forma prolongada a altas temperaturas.

 

 

Es muy beneficioso el aporte de otros componentes que, a modo preventivo y junto con la administración de electrolitos, nos ayudarán a alcanzar el óptimo desarrollo del evento sin problemas y en las mejores condiciones.

  • La glucosa maximiza el almacenamiento energético en el cuerpo, mejorando el rendimiento, y favorece la absorción de nutrientes y agua.
  • La vitamina E y Selenio aceleran la recuperación muscular en los animales sometidos a un gran esfuerzo.
  • El Hierro, Cobre y Cobalto estimulan la síntesis de glóbulos rojos que mejoran el transporte de oxígeno a los músculos, retrasando la aparición de la fatiga y mejorando el rendimiento deportivo.
  • Las vitaminas A, C, D3, y E, Manganeso, Selenio, Yodo y Zn ayudan a proteger las células y el sistema inmune debido a su capacidad antioxidante.
  • La Vitamina C es un gran protector articular y la Vitamina D contribuye a una correcta absorción y regulación del Calcio y Fósforo, para una óptima salud ósea, muscular y tendinosa.

En primer lugar, debemos formarnos junto con profesionales especializados en cada disciplina, que nos enseñen la forma más correcta de preparar caballos que sean capaces y estén suficientemente entrenados para realizar los ejercicios necesarios sin la aparición de problemas secundarios.

En segundo lugar, debemos ser conscientes de las condiciones climáticas en las que nos encontremos y de la intensidad del ejercicio a realizar para poder suplementar a los caballos de forma adecuada, ayudándoles aún más eficazmente a prevenir estos problemas.

LA ABSORCIÓN DE LOS ELECTROLITOS

La sal común es una fuente de electrolitos muy importante, por lo que se recomienda que el caballo pueda tener acceso a ella, para compensar cualquier deficiencia que tenga en su dieta.

Se estima que los caballos en entrenamiento, yeguas en gestación, o los que están expuestos a temperaturas elevadas, requieren una concentración de al menos el 0,1 % de sal común en su dieta para satisfacer sus necesidades.

Con el sudor, la pérdida de fluidos es muy importante y hay un trasvase de líquidos del medio intracelular al extracelular. Consiguientemente se produce una pérdida considerable de estos electrolitos, por lo que el caballo puede llegar a la deshidratación.

Deberemos asegurar un buen aporte de electrolitos y agua a libre disposición para reemplazar las pérdidas motivadas por el sudor y así evitar la deshidratación.

CÓMO Y CUÁNDO ADMINISTRAR LOS ELECTROLITOS

La sal será nuestra mejor aliada, ya que debe tener siempre un bloque de sal para que pueda abastecerse.

Muchos caballos consumen con más facilidad los electrolitos cuando están mezclados con agua. Esta es la forma preferida de administración. Sin embargo si al caballo no le gusta el agua que contiene electrolitos, se pueden añadir éstos a la ración de pienso o se pueden administrar con una jeringa bucalmente.

Un caballo que recibe suplementos de electrolitos, necesita más agua en su dieta para equilibrar la carga de electrolitos. Si no bebe la cantidad necesaria de agua, puede llegar a producirse una sobrecarga de electrolitos. Para deshacer esta sobrecarga, el caballo secretará más agua en su sistema intestinal o mediante sus riñones. Con esto obtendremos un caballo que estará más deshidratado que antes de haber proporcionado los electrolitos, precisamente lo que se intentaba evitar.

Se proporcionará un suplemento de electrolitos, si el caballo no consume la cantidad adecuada de sal por sí solo.

Lo ideal sería que un caballo consuma un bloque de sal cada dos semanas para caballos en trabajo intenso o que están expuestos a temperaturas elevadas o un bloque de sal cada seis semanas para caballos que no están trabajando o que están expuestos a temperaturas moderadas.

Publicado en: Hípica, Cuidados del caballo

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