El manejo del caballo en la cuadra

Cuidados del caballo

Los caballos son animales de costumbres. Se habitúan a una rutina y puede llegar a molestarles mucho que ésta sea perturbada. Por ello, es importante mantenerla a rajatabla. Este concepto no sólo debe aplicarse en cuestión de horarios, sino que también se refiere al modo en que se abordan las tareas en la cuadra. Por ejemplo, a la hora de equipar al ejemplar para empezar a hacer ejercicio (ya sea darle cuerda, ponerle la silla, etcétera), el jinete deberá hacerlo siguiendo siempre la misma secuencia de acciones. De este modo se evitará que el caballo adopte vicios por malas costumbres.

Sin duda hacerse cargo de un caballo es una gran responsabilidad. Éste necesita atenciones constantes, regularidad en los cuidados y practicar ejercicio a diario. A continuación, abordaremos las claves a tener en cuenta en las tareas más importantes que hay que llevar a cabo en la cuadra, con el objetivo de tener a nuestro caballo en las mejores condiciones posibles en la cuadra.

TAREAS A REALIZAR EN UNA CUADRA

Las tareas que hay que realizar en la cuadra, dejando a un lado el apartado de la alimentación que ya hemos tratado en otras ocasiones, son varias y de distinta índole. Las más importantes, son las siguientes: limpiar el box y la cama, asear al caballo, atarlo y equiparlo, ponerle una manta y colocarle las vendas y – o protectores (ya sean de descanso, de trabajo o de cola). Vamos a verlas paso a paso:

Cuestión de Boxes

Ni todas las cuadras son iguales, ni todas disponen de las mismas instalaciones. Pero si tenemos espacio suficiente, resulta muy interesante distribuir la cuadra en boxes. En cada uno se ubica a un solo caballo y, de esta forma, se puede colocar a los ejemplares tanto en función de sus afinidades como por necesidades (hembras y sementales es mejor que estén separados). Por otro lado, también es interesante contar con un box de cuarentena en el que, provisionalmente, aislar a los ejemplares enfermos. Los boxes también pueden usarse para realizar las tareas de aseo del caballo cuando no es posible hacerlas en el exterior (debido al frío, lluvia…) o para llevar a cabo os tratamientos veterinarios, el herraje o la limpieza de los cascos sin llenar toda la cuadra de polvo.

La limpieza de la cama

Para que un caballo este cómodo en su box, la cama deberá estar limpia y libre de estiércol. Es por esta razón que hay que limpiarla a diario, retirando la suciedad (heces y orines) más superficial. Una vez por semana, además, se debe proceder a renovar la paja o viruta y desinfectar el suelo y paredes. Cuando vuelva de su rutina de ejercicio, el caballo agradecerá encontrar un box limpio y provisto con algo de heno y agua fresca.

El aseo del ejemplar

La limpieza es una de las tareas físicas más duras de las que comprenden los distintos cuidados del caballo. Una razón más para que el jinete trate siempre de mantenerse en forma. Y es que el aseo del caballo es una parte muy importante de las rutinas de cuadra. Por un lado, sirve para mantener sanos el pelo y la piel del animal, permitiendo que continúen realizando su función protectora natural (la epidermis es una auténtica barrera defensiva frente a las agresiones del exterior). La piel, en efecto, actúa como un potente aislante que permite al ejemplar mantener una adecuada temperatura corporal todo el año (en invierno, el pelaje, más espeso, le da calor; en verano, dicho pelo cae, facilitando que el animal pueda refrigerarse). A través del sudor, además, el caballo elimina sustancias nocivas. Las herramientas de mayor interés a la hora de asear a un caballo son:

– Cepillo de raíces (para eliminar barro seco y estiércol)

– Bruza (para eliminar la grasa, la caspa y la suciedad, en general)

– Cepillo de agua (para mojar y peinar el tupé, la crin y la cola)

– Esponja húmeda (para limpiar y refrescar las partes sensibles)

– Trapo (para dar brillo al final)

– Trapo áspero (para eliminar la suciedad y pelos)

  • Cuchillo de sudor (para eliminar el exceso de sudor o de agua)

La limpieza completa se realiza normalmente después de trabajar, cuando el caballo está seco pero todavía un poco caliente. Así, el barro y el polvo se sueltan más fácilmente. Dependiendo del grado de suciedad del animal, se le podrá cepillar en seco o ducharlo con una manguera. En el segundo caso, se deberá prestar máxima atención en secarlo rápidamente, especialmente su dorso, tercio posterior, orejas y extremidades (sobre todo las cuartillas y los talones). Si por alguna razón el jinete no tuviera tiempo de limpiar a su caballo adecuadamente tras la sesión de trabajo, lo mínimo indispensable para salir provisionalmente del paso consiste en limpiarle los cascos con el escarbacascos (no menos de una vez al día). De este modo, también se comprueba el estado de las herraduras y se puede calcular la fecha en la que el caballo deberá volver a ser herrado. La limpieza e inspección diarias sirven para evitar contratiempos y sólo conllevan 5 minutos. Es aconsejable que el jinete lleve consigo un limpia cascos plegable cuando salga al campo. Si el caballo empieza a cojear de repente, puede que se le haya quedado enganchada una piedra; con el limpia cascos podrá quitársela.

Atar y equipar al caballo

Saber atar a un caballo es imprescindible para realizar tareas como asearlo, ponerle la silla, etcétera. Si se le dejara suelto, podría llegar a dar coces, pisar el equipo o escaparse. Por ello, hay que coger al caballo hablándole suavemente y pasar, a continuación, la cuerda de la cabezada sobre su cuello, ponerle la cabezada de cuadra y, después, atarle mediante un nudo corredero que se desate fácilmente. El nudo no se hará directamente sobre la argolla, sino sobre una cuerdecita que irá, a su vez, atada a la argolla de la pared. Esta cuerdecita funciona como un elemento de seguridad que se partirá si el caballo se asusta, evitando que al dar un tirón éste se haga daño, arranque dicha argolla de la pared o rompa la cabezada de cuadra.

En cuanto al equipo, subrayar que vale la pena adquirir material de calidad. Así, nos ahorraremos sustos innecesarios. A la hora de equipar al caballo (según la disciplina que realice, cada jinete usará un tipo de equipación u otra) hay que hacerlo como si de un ritual se tratara: siguiendo cada vez los mismos pasos para que el ejemplar se acostumbre a esta rutina y se vaya mentalizando de que ha llegado la hora de hacer deporte. De este modo, antes que nada, el jinete le colocará al caballo la cabezada de cuadra y, tras atarlo con una cuerda, le llevará a la mano hasta el sitio escogido (que, a ser posible, siempre será el mismo) en el que ponerle la silla.

Tras atarle a una argolla, le colocará, primero, el sudadero y, después, la montura (que previamente habrá llevado hasta allí con los estribos y la cincha recogidos). La silla se coloca por el flanco izquierdo del animal, elevándola por encima de la cruz y asentándola, después, con suavidad hasta encontrar el punto más bajo en el dorso del caballo. A continuación, se cincha al ejemplar. Éste suele hinchar su abdomen al realizar esta acción. Por eso, es conveniente volver a apretar la cincha después de haber dado unos pasos.

Es importante comprobar que la silla se ajusta correctamente a la morfología del equino, ya que es muy fácil que ésta produzca rozaduras a la altura de la cruz. Un truco que demuestra que la montura está bien adaptada: hay que poder introducir los dedos entre la parte delantera de la silla y el cuerpo del animal, sin jinete montado. Para quitar la silla se suben los estribos hasta el final de las acciones, las riendas se pasan por encima de la cabeza para sujetar al caballo mientras se afloja la cincha. Se levanta la silla y se retira.

Publicado en: Hípica, Cuidados del caballo

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