El caballo y el calor

Cuidados del caballo

Por todos es sabido que los caballos soportan mucho peor el calor que el frío, por ello los próximos meses debemos de tener especial cuidado a la hora de trabajar con nuestros caballos.

La temperatura corporal de los caballos aumenta mucho más rápido que la nuestra (de tres a diez veces mayor) y, por lo tanto, son más sensibles a los efectos del estrés por calor. Con un trabajo de ejercicio moderado en un ambiente cálido y húmedo, el cuerpo del caballo puede llegar a alcanzar niveles muy peligrosos para su salud.

A continuación veremos cuáles son los factores clave que debemos analizar y detectar para mantener a nuestro caballo saludable durante estos meses que se aproximan y tenerlos correctamente atendidos.

EL ASEO DEL CABALLO EN VERANO

Mantener nuestros caballos aseados es siempre imprescindible, pero se hace una tarea todavía más importante durante el verano debido al calor.

Si no conseguimos mantener una buena higiene del caballo podrá llevar a diferentes problemas:

El olor del sudor provoca un efecto llamada extremo sobre los indeseados insectos.

El agua y la desinfección nos ayudarán a mantener controladas las heridas que puedan infectarse con el calor.

Hay jabones especiales que incluyen repelentes, por lo que además de higienizar al caballo actuarán como protector ante los insectos.

Los mejor es frotar el cuerpo del caballo con una esponja con agua fría sobre todo en el estómago, el cuello y dentro de las patas. En casos de temperaturas extremas prodecederemos a darle manguerazos directamente por todo el cuerpo.

Tras el baño dejaremos que se seque bien evitando que se revuelque y mientras tanto podremos realizar las inspecciones oportunas para comprobar heridas o cualquier anomalía.

No debemos olvidar también la importancia de limpiar de manera especial los ojos y los ollares ya que son los que más sufren.

LAS ALTAS TEMPERATURAS

Si vivimos en un lugar donde el clima de verano sea más relajado, nuestro caballo no estará tan expuesto a los peligros de zonas con temperaturas más cálidas.

Si por lo contrario, en nuestra zona sufrimos más las consecuencias del calor, tendremos que tener en cuenta que ésto afectará negativamente a la salud de nuestro équido por lo que tendremos que tener presente siempre que no podremos exigirle en exceso durante los entrenamientos o paseos.

En condiciones climatológicas normales, la temperatura del caballo ha de ubicarse entre los 37,2º C y los 37,8º C. Si notamos que ésta temperatura aumenta de manera acelerada, veremos cómo los tejidos se pueden llegar a daña o incluso provocar la muerte del caballo por un exceso de afluencia de sangre en el cerebro que ocasiona una congestiona cerebral.

Otro de los efectos negativos que el calor puede causar en el caballo son las lipotimias, ya que son los animales más propensos a este tipo de dolencias que conllevarán graves consecuencias si no se actúa con velocidad.

La principales señales de alerta que podremos detectar provocadas a causa del calor son:

  • Aumento de la temperatura corporal del caballo
  • Ritmo cardíaco por encima de los 40 o 50 latidos por minuto
  • Respiración acelerada por encima de las 60 o 80 exhalaciones por minuto.

En caso de que las respiraciones superen las 120 exhalaciones por minuto, entenderemos que nuestro caballo está intentando disminuir su propia temperatura corporal pero si esto sucede durante más de 10 minutos tendremos que proceder a enfriarlo inmediatamente.

Otro de los síntomas que nos puede alertar de que nuestro caballo está sufriendo un golpe de calor son los cambios bruscos en la personalidad del animal, que lo veamos más apagado o sin ganas de actividad además de que presente temblores corporales.

Lo mejor que podemos hacer en estos casos es darle una ducha de agua fría, en lugar de esponjas o paños ya que es mucho más efectivo, y esperaremos a que se seque para repetir la operación y así continuar hasta que su temperatura corporal baje de los 38º C.

Lo llevamos a posteriori a una zona a la sombra o a un lugar bien ventilado para que pueda recuperarse.

¿Por qué los caballos son más sensibles que nosotros a las altas temperaturas? En primer lugar, su masa muscular es mayor y la proporción de músculos que se requieren durante el ejercicio es más elevada que en el caso de las personas, por lo que emiten mucho calor.

En segundo lugar, sudan para refrescarse; sin embargo, solo el 25-30% del sudor se evapora y les ayuda a refrescarse. En nuestro caso, hasta la mitad del sudor se evapora y baja nuestra temperatura corporal. Un caballo que realiza un trabajo de moderado a intenso puede perder hasta 10 litros por hora y un 10% de su peso corporal en sudor. Además, la pérdida de sudor es entre un 50 y un 100% mayor en climas cálidos y húmedos.

Por otro lado, el sodio que pierden al sudar debe ser reemplazado para rehidratar al caballo, de manera que es importante que tengan sal a su disposición.

Si bien lo mejor será trabajarlo a primera hora de la mañana o por la tarde para protegerlo de las horas más intensas de calor, también es recomendable que se aclimaten progresivamente al calor, estando durante unas horas expuestos, para enfriarse más cuando suden y respiren. Para ayudarle a bajar su temperatura corporal, será necesario llevarlo a la sombra y ducharlo tantas veces como sea necesario, eliminando el exceso de agua para que no se caliente en exceso.

EL ACONDICIONAMIENTO DE LA CUADRA

La cuadra es el lugar donde probablemente pase la mayor parte del tiempo durante el verano para que no sufra de calor excesivo y por eso debemos prestar especial atención a su acondicionamiento.

La tendremos lo mejor ventilada posible, creando incluso alguna corriente de aire entre la puerta y las ventanas para que el caballo esté lo suficientemente fresco dentro. Además tendremos que intentar sacar al caballo pasada un hora del amanecer y volver a meterlo una hora antes de que anochezca ya que en este intervalo es cuando habrá más mosquitos y otros insectos que nos puedan molestar.

Dentro de la cuadra es donde también tendremos que habilitar un espacio para ubicar el agua y que esté disponible de manera constante y fresca. Poner una piedra de sal les ayudará tanto en el entrenamiento como en la ingesta de sales minerales necesarias para su metabolismos y así mismo provocándoles más sed para que beban más.

PRECAUCIONES DURANTE EL EJERCICIO

Como normal general, deberíamos reducir su esfuerzo físico a la mitad de su rendimiento durante el resto del año ya que cuando aumenta la temperatura, su recuperación después del ejercicio será mucho más lenta que de costumbre.

Como los caballos sudan mucho en verano, es fácil que se rocen, por eso, antes de montar, es importante revisar las zonas donde es más propenso el roce y poner vaselina en las zonas más delicadas (comisuras de la boca, paso de cincha, zonas de presión de la montura, presión de piernas y cruz).

Es importante lavar a menudo los sudaderos para que estén acolchados y tengan una buena transpiración, además se puede poner un salva cruces, así la presión de la montura sobre el dorso será más homogénea y además se protegerá la montura del sudor.

El calor afecta intensamente a los caballos sobre todo durante el ejercicio. En verano, los caballos tienen que reducir la intensidad de su trabajo, debido al aumento de pérdida de sales minerales y agua.

Publicado en: Hípica, Cuidados del caballo

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