Cuidados del caballo en otoño

Cuidados del caballo

El otoño tradicionalmente es una estación de transición entre el verano y el invierno en el que el cambio de temperaturas, las lluvias y otros factores pueden afectar a la salud de nuestros caballos si no tomamos las medidas adecuadas.

La alimentación, la higiene de los establos o la vacunación serán algunos de los puntos a los que debemos prestar atención durante los próximos meses. A continuación repasamos los principales factores que debemos vigilar para que nuestro caballo esté correctamente atendido durante los próximos meses.

TIEMPO DE VACUNAS

Uno de los aspectos más importantes de esta puesta a punto es la vacunación otoñal. Dos veces al año como mínimo, una en primavera y otra en otoño, debemos prepararlo para prevenir posibles enfermedades y reducir los signos clínicos asociados a ellas. Porque hay que tener en cuenta que, para estos animales, las vacunas no implican una protección total contra la enfermedad ni garantizan que ésta no vaya a existir. Nos aseguran, sin embargo, que sus efectos se verán claramente atenuados. También son importantes porque evitan la diseminación de virus y el contagio a otros caballos, frenando su propagación.

El primer paso antes de la vacuna es realizar un chequeo previo para asegurarnos de que nuestro caballo está en condiciones de recibirla. Hay que tener en cuenta que estos medicamentos son preparados biológicos que estimulan su sistema inmunitario y favorecen la creación de anticuerpos para proteger de las enfermedades. Un caballo que no esté sano será incapaz de fabricar estas defensas y la vacuna no surtirá efecto.

Otro punto indispensable es la desparasitación. Esta conviene realizarse, como mínimo, una vez cada seis meses, aunque su frecuencia depende en parte de los hábitos del animal. Por ejemplo, si éste pasta a menudo, tendremos que repetirla con más asiduidad. En cualquier caso, desparasitar es siempre el paso previo antes de la vacunación y una buena manera de prevenir multitud de dolencias –diarreas, dermatitis, hemorragias, cólicos…– muy desagradables y complicadas de tratar.

A la hora de decidir las vacunas que vamos a incluir en el plan, hay que tener en cuenta que las enfermedades infecciosas pueden ser muy variadas y venir producidas por hongos, virus o bacterias. Las más comunes y peligrosas en nuestro país, contra las que cualquier caballo debería estar protegido, son las siguientes:

Influenza o gripe equina. Es vírica y presenta una baja mortalidad, aunque es altamente contagiosa a través del aire por la expectoración de otros animales. Una vez detectada, el caballo ha de estar completamente aislado. Sus síntomas son similares a los de una gripe humana y no existe para ella un tratamiento específico, por lo que la vacunación resulta de gran importancia. En este caso, la vacuna por si sola tiene un efecto limitado y para maximizarlo es necesario que, en caso de convivir con otros caballos, estos también estén debidamente protegidos contra el virus.

Rinoneumonitis infecciosa equina. También vírica, sus patologías varían dependiendo del virus del que se trate y van desde afecciones respiratorias hasta abortos o daños en el sistema nervioso. Afecta sobre todo a los caballos más jóvenes y puede volverse crónica en ejemplares adultos. Tampoco en este caso la vacuna evita la aparición ni el contagio de la enfermedad, pero atenúa notablemente su gravedad.

Tétanos. Es de origen bacteriano y, aunque no se contagia, es una de las más complicadas de tratar y en muchos casos se convierte en mortal. De diagnosticarse, su pronóstico es siempre grave y por este motivo es esencial que nuestro caballo esté vacunado contra ella.

ALIMENTACIÓN EN OTOÑO

Los cambios bruscos en las temperaturas modifican inevitablemente la dieta del caballo. Estos cambios se producen en el tipo de forraje que necesita y en tener un especial cuidado con los frutos y plantas que caen al suelo en esta época.

Estos meses son tremendamente importantes para la nutrición del equino, sobre todo en lo que se refiere a la adaptación de los meses fríos del invierno. , Desde la temperatura del agua a la calidad del forraje, debemos de hacer unos pequeños ajustes que comentamos a continuación.

El agua es la base en la alimentación de todo animal. Cuando baja la temperatura del agua, el caballo tiende a beber mucha menos cantidad de la que debiera consumir al día. Así, es más que recomendable revisar la temperatura del agua que bebe nuestro caballo. El caballo debe de tener libre acceso a toda el agua que necesite y así debe de ser durante su alimentación en otoño.

Durante ellos próximos meses, la cantidad del forraje puede ser menor. Por el contrario, el caballo necesita más energía, puesto que la necesita para regular su temperatura corporal con temperaturas más bajas.

Esta paradoja hace que normalmente se tengan que hacer cambios en el forraje que le damos a nuestro caballo. Una de las opciones es cambiar el forraje por alguno que tenga un mayor aporte calórico. La otra opción es mantener ese mismo forraje y acompañarlo de otros suplementos alimenticios que le ayuden a completar la energía necesaria.

Otro aspecto nutricional que hay que vigilar es el de la fibra. Por eso, la alfalfa nos puede ser realmente útil para cubrir su necesidad o utilizar otros productos como salvado de trigo o remolacha.

La revisión de la dieta también debe de regularse en función del peso de nuestro caballo. Con la supervisión de un veterinario, trataremos de que el caballo no aumente demasiado su peso y, por supuesto, que no lo pierda, debido a que necesita reservas para los meses de mayor frío.

REVISIÓN DE LOS CASCOS

Es muy habitual en otoño revisar los cascos del caballo, una parte fundamental para el animal. Por desgracia, en otoño es habitual que se agrieten, por lo que es necesario que se revisen con cuidado, en aras de evitar enfermedades tan temidas como la laminitis. ¿Y por qué se suelen agrietar los cascos de los caballos? Pues bien, los cascos se suelen agrietar en ésta época del año por dos razones de peso: la falta de ejercicio y la sequía propia del verano.

Si al revisar los cascos de tu caballo está excesivamente agrietado, piensa en aportar algún nutriente extra para su fortalecimiento y límpialos con esmero.

El cuidado general del casco pasa por su limpieza, tarea a la que se le debe dar la máxima importancia. En la gran mayoría de los casos, la falta de limpieza, junto con la utilización de grasas inadecuadas y camas excesivamente húmedas, son los principales causantes de los serios problemas que todos conocemos en los cascos de nuestros animales.

Por eso es fundamental que la labor de limpieza se realice todos los días, eligiendo para ello como momento más adecuado justo antes de proceder a montar.

Los cascos deben ser limpiados por dos partes:

PARED:

Acabamos de comentar la importancia de hidratar la pared de los cascos,mojándolos durante varios minutos. Esto es muy importante sobre todo antes de proceder a su limpieza, ya que con el agua conseguiremos que la suciedad superficial se vaya aflojando.

Los pasos para la limpieza de la pared del casco serían:

– Mojamos la pared del casco durante unos minutos.

– Lavamos la pared con agua, jabón y un cepillo que nos permita eliminar la suciedad.

– En caso de que tenga costra o alguna suciedad difícil de eliminar, utilizaremos una navaja a modo derasqueta.
– Procederemos de nuevo a mojar las paredes, dejando que escurra el agua pero sin que llegue a secarse, de tal forma que quede opaco por la humedad, pero no brillante con la capa de agua superficial.

– Es entonces cuando deberemos aplicar la grasa, que quedará adherida a la pared del casco, impermeabilizándolo.

Así evitamos que se seque rápido (lo cual es muy importante sobre todo en los días de calor). De esta forma conseguiremos, además de un buen aspecto del casco, una buena funcionalidad.

RANILLAS:

Para la limpieza de las ranillas del casco, utilizaremos el denominado limpiacascos, de la siguiente manera:

Trataremos de eliminar la suciedad trabajando desde el talón hacia la lumbre; poniendo especial cuidado para no penetrar en las zonas blandas de la ranilla.

Cuidaremos especialmente el aseo de los surcos colaterales de la ranilla, ya que es el lugar preferido para las bacterias, piedras y cualquier elemento punzante.

A la hora de limpiar la ranura central, pondremos nuestra máxima atención en la búsqueda de cualquier señal de podredumbre.

Comprobaremos la no existencia de cortes ni grietas, así como el grado de sequedad del casco.

En caso de que detectemos mal olor, existirá una gran posibilidad de encontrarnos ante una infección. Si es así, procederemos a limpiar completamente el casco y aplicaremos agua oxigenada en las zonas afectadas. Esta operación la repetiremos al menos una vez al día (y por supuesto, consultaremos el tema con el veterinario o herrador).

Para terminar la limpieza, comprobaremos que la herradura se mantiene perfectamente colocada y pasaremos los dedos por los remaches para comprobar que se mantienen en su sitio.

Hay que tener en cuenta que si no realizamos la limpieza a diario, no podremos percibir la aparición de un problema hasta el momento en el que el caballo comience a cojear; lo que en ocasiones puede ser demasiado tarde.

Además de la limpieza de los cascos, deberemos poner especial cuidado en la limpieza del establo. Es fundamental que un animal estabulado disponga de una cama seca y limpia; no hay nada más destructivo para los cascos que el amoníaco de los desechos equinos y de la cama en descomposición.

Junto a esto, aparece como principal factor de riesgo los cambios del grado de humedad (mojado/seco) que normalmente producimos tras el entrenamiento con nuestro caballo.

LIMPIEZA DEL ESTABLO EN OTOÑO

Hilado con la salud del caballo y los planes de vacunación, otoño es una época en la que es necesario mantener el establo en condiciones. Como siempre, hay que tener el establo bien limpio para evitar infecciones. Con respecto al acondicionamiento del establo, es conveniente pensar en airearlo con mucha frecuencia, debido a las posibilidades de contagio por virus, sobre todo de cara al invierno.

La labor de desinfección de las instalaciones resulta básica y primordial. Boxes, establos y pasillos deben ser desinfectados cada cierto tiempo para evitar la propagación de todo tipo de gérmenes.

Un lavado minucioso con agua y jabón no resulta suficiente; es necesario pasar un desinfectante activo para acabar con los microbios y parásitos que buscan su sitio entre las grietas del suelo y los rincones, para evitar su destrucción.

Para ello un buen producto es el desinfectante especial para cuadras Lican, que debe ser diluido mucho antes de su uso. Después y para su aplicación, podremos valernos de una escoba-cepillo para el suelo y de un pulverizador para las paredes. Es muy importante que esta escoba sea capaz de penetrar perfectamente en todas las grietas, para no dejar ningún sitio libre para los gérmenes. Una vez aplicado el producto en paredes y suelos de la cuadra, conviene dejarlos secar y no meteremos a los caballos dentro hasta comprobar que ha secado perfectamente.

Publicado en: Hípica, Cuidados del caballo

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