Aunque es algo que suele suceder y no necesariamente acaba convirtiéndose en algo grave, se debe llamar al veterinario a la más mínima sospecha de que el caballo está sufriendo un cólico, para que realice el chequeo de forma inmediata y pueda actuar cuanto antes.
Los cólicos pueden darse por cambios en la temperatura, mala alimentación, deshidratación, problemas asociados al tracto digestivo, por tragar aire… son muchos los motivos, pero en cualquier caso conviene que sepamos identificar el problema: distinguir si nuestro caballo está sufriendo un cólico puede ser vital para evitar consecuencias graves.
¿Cómo detectamos los cólicos?
Los caballos realizan una serie de actos que te indicarán que no están bien, como por ejemplo, mirarse el costado repetidamente, un caminar muy pausado, tener una respiración agitada, estar desganados y con poco apetito, entre otros. Es importante tener un control de las estercoladas de cada caballo, así sabremos si su sistema digestivo funciona correctamente.
¿Qué hacemos ante un cólico equino?
Primero que nada, llamar al veterinario. Mientras esperas a su llegada, dirígete al caballo y camina con él, despacio y evitando que se tumbe. Este ejercicio es efectivo para ayudar a mejorar el tránsito intestinal y al poco tiempo podrás ver que el caballo orina o defeca.
Tras superar un episodio de cólico, es bueno revisar la alimentación y en la medida de lo posible intentar determinar las causas del cólico. De esta forma se puede evitar que retorne el malestar al caballo. Es bueno continuar con el paseo hasta su recuperación, esto ayudará a que se mejore más rápido. Si el caballo queda estático puede almacenar los gases en el intestino y este puede provocar más dolor.
