Por desgracia, las llagas son una dolencia sumamente común en nuestros caballos.
Tanto el trabajo en el campo como la vida en el box pueden provocar este tipo de pequeñas dolencias, que cualquier cuidador debería ser capaz de curar convenientemente para evitar que puedan llegar a convertirse en un problema mayor y de peores consecuencias.
Y es que, lo que puede empezar por una simple “herida” si no se trata desde el principio con los medios y la urgencia que requiere, podrá terminar por suponer un problema de diferente índole.
Sin entrar en cuidados específicos o que requieran de unas manos profesionales, en este artículo vamos a intentar tratar el tema de las llagas para que tengas las nociones básicas de qué debes hacer en caso de encontrar este problema en un caballo.
LIMPIAR LA ZONA
Sin lugar a dudas, el primer y absolutamente necesario paso a realizar es el de Limpiar bien las llagas.
Para esta limpieza precisaremos del siguiente material.
– Algodón.
– Gasa: para los apósitos.
– Vendas: cubre las llagas, manteniendo los tejidos.
– Cinta adhesiva: para sujetar el apósito.
– Alfileres de seguridad: para distintas sujeciones.
– Pinzas: para la extracción de cualquier elemento extraño.
– Tijeras: para cortar carnes muertas, pelos…
Es muy importante que antes de ponerte a tratar una llaga revises que dispones de todo este material y que todo él está en correctas condiciones para ser utilizado.
Si empiezas un trabajo de cuidado y a mitad del mismo te das cuenta de que no dispones del material necesario, corres el riesgo de dejar la herida en peores circunstancias que las que tenía antes de empezar.
DESINFECTAR LA ZONA
El segundo paso del cuidado es la desinfección.
Este proceso sólo lo llevaremos a cabo cuando hayamos garantizado una total y completa limpieza de la zona; y una vez que hayamos comprobado que disponemos de todo el material que necesitamos para afrontar la labor de desinfección.
El material que vamos a necesitar es:
– Alcohol de 70º o 90º: produce una desinfección activa, aunque puede ser algo dolorosa para el caballo.
– Mercurocromo: la desinfección es más suave, ayudando a limpiar las heridas.
– Tintura de yodo: realiza una desinfección interna.
– Pomada de óxido de cinc: sirve para secar las suelas podridas.
Iremos aplicando cada uno de estos elementos con el máximo cuidado, procurando no dañar al caballo. Ten en cuenta que estás trabajando sobre una zona herida y que, por tanto, el caballo puede presentar signos de dolor que se manifestarán de diferente zona en función de la herida, la zona en la que se encuentre… al fin y al cabo el dolor es algo muy subjetivo y cada uno lo experimenta de una forma distinta. Con esto queremos decir que tal vez tu caballo responda de forma “agresiva” cuando sienta que manipulas la zona en la que siente dolor, conviene que estés preparado y que no te pille de sorpresa, para que puedas reaccionar correctamente y, sobre todo, para que no se produzca ningún accidente innecesario.
REALIZAR LOS CUIDADOS NECESARIOS
Evidentemente no todas las llagas son iguales.
Las distintas llagas precisarán de la realización de diferentes tipos de curas:
– Aplicación de crema antibiótica: que favorecerá la cicatrización protegerá las llagas contra las infecciones.
– Polvo con sulfamidas: ayuda a la cicatrización.
– Vaselina: protege las heridas.
– Mytosyl: protege las heridas al tiempo que ahuyenta los insectos que acuden a ella.
– Bomba cicatrizante: protege las llagas al tiempo que facilita la cicatrización. Debemos tener cuidado con ella puesto que el ruido que produce inquieta mucho a los caballos.
– Polvo de aluminio: que sirve para formar costra artificial.
Muy importante: si no tienes claro qué tipo de cuidados necesitan las heridas de tu caballo, lo más recomendable es que realices una consulta al veterinario. Él te indicará lo que debes hacer. No experimentes con la salud de tu caballo.
