A pesar de que efectivamente los problemas que se producen en la región cervical no son demasiado comunes en el buceo; lo cierto es que no podemos pasarlos por alto teniendo en cuenta que se trata de una región que tiene conexiones muy importantes con el sistema nervioso, al tiempo que por ella pasan arterias y venas que irrigan el cerebelo, pasando a continuación a la médula espinal.
Teniendo en cuenta esto, podremos llegar a apercibirnos del enorme peligro que puede suponer para todo el organismo el hecho de que esta zona se pueda ver afectada por un traumatismo; un desequilibrio térmico importante o una contracción nerviosa.
Las consecuencias pueden ser muchas: desde el dolor de cabeza o cuello, aturdimiento, vista borrosa, vértigo, lipotimia, náuseas…
Para evitar todo esto resulta fundamental que tengamos en cuenta estas tres reglas:
- Para cada inmersión nos equipemos con la protección isotérmica adecuada según las condiciones climáticas. Por supuesto en esta protección convendrá poner especial atención en las cervicales.
- No forzaremos los músculos ni las vértebras de la zona cervical: al zambullirnos en el agua deberemos evitar cualquier movimiento brusco.
- Trataremos, en la medida de los posible, que nuestro estado emotivo no se vea alterado.
- En caso de sufrir una fuerte tensión nerviosa, procuraremos relajarnos, aflojando para ello los músculos de la espalda, hombros y cuello.
