La sobrepresión pulmonar

Salud y seguridad

La sobrepresión (o sobreexpansión) pulmonar (SSP) es uno de los accidentes más graves que puede sufrir el buceador durante el ascenso a la superficie.
En consecuencia, resulta conveniente saber qué lo produce y cómo debemos actuar ante su presencia; con este objetivo realizamos la presente sección.

En qué consiste la sobrepresión pulmonar

Al iniciar el ascenso, disminuye la presión exterior.
Un accidente por sobrepresión pulmonar sucede cuando, por algún motivo (consciente o no), ascendemos con la respiración bloqueada y de forma rápida. Si esto ocurre, el aire pulmonar, almacenado bajo presión en el fondo, se dilata al reducirse esta presión.
Si no realizamos una respiración regular, no evacuaremos el aire y éste someterá a los pulmones a una sobrepresión igual o por encima de su límite de elasticidad, provocando un desgarramiento de los alvéolos pulmonares.
En esta situación los intercambios gaseosos ya no tienen lugar y es cuando sucede la asfixia que, según su gravedad, puede conllevar riesgo de muerte.
Conviene conocer los posibles síntomas:

  • Sensación de ahogo.
  • Tos.
  • Aparición de espuma en la comisura de los labios (en ocasiones y en casos más alarmantes, puede aparecer sangre).
  • Hemiplejía (parálisis de un lado del cuerpo) completa.
  • Vómitos.
  • Pérdida de conocimiento.
  • Estado de shock.

Posibles consecuencias

El tipo y la gravedad del daño sufrido dependerá de por donde salga el aire contenido en los pulmones, así como de hacia dónde se dirija.
Las consecuencias más graves son las siguientes:

  1. Enfisema Pulmonar: se trata de la fisura de un alvéolo pulmonar. Según el grado que presente, puede degenerar en la entrada de aire a presión en las cenas pulmonares, provocando una embolia arterial que podría incluso desplazarse al cerebro.
  2. Enfisema Mediastínico: se produce tras una rotura de los alvéolos, que provoca que el aire penetre en las arterias y en el tejido pulmonar; así como en las venas y bronquios, pudiendo alcanzar el espacio donde se aloja el corazón.
    Este efisema se asocia con un fuerte dolor en el pecho, que puede hacer pensar en un fallo cardíaco.
    A pesar de estos preocupantes síntomas, no suele dejar secuelas y se cura simplemente con un buen reposo (si bien siempre será aconsejable llevar a la persona afectada al hospital, para una revisión completa).
  3. Enfisema Subcutáneo: se produce de la misma forma que el enfisema mediastínico si bien en el subcutáneo el aire se acumula en el cuello (en algunas ocasiones lo hace en los hombros).
    A consecuencia de esta acumulación de aire, el cuello puede mostrarse hinchado y notaremos un cambio importante en el tono de voz.
    Reposo es lo más adecuado en estos casos, siempre después de la recomendable visita al hospital para comprobar que no sucede nada grave.
  4. Neumotorax: sucede cuando la pleura visceral que recubre los pulmones se rompe y deja entrar aire. Se puede afirmar que el pulmón se ha perforado.
    Cuando sucede el dolor en el pecho es muy agudo, incrementándose al inspirar.
    Las lesiones provocadas por el neumotorax pueden ir desde muy leves (un simple pinchazo en el pecho), hasta muy graves, pudiendo llegar a producir la muerte. Por eso al mínimo síntoma conviene acudir cuanto antes al médico.
  5. Embolismo arterial gaseoso: en este caso el exceso de aire se introduce en el torrente circulatorio; pasando así a cualquier parte del cuerpo. A medida que realiza este viaje, puede llegar un momento en el que la burbuja se haga demasiado grande y bloquee la arteria, no dejando pasar la sangre, con lo que los tejidos que no la reciben pueden empezar a morir.
    Los síntomas que nos avisan de esta dolencia aparecerán al poco de ascender a la superficie, pudiendo mostrarse de manera muy variada: mareos, pérdida de visión, debilidad, convulsiones… llegando incluso a la muerte.
    Por supuesto ante estos casos hay que actuar con máxima rapidez, llevando a la persona accidentada hacia un centro médico que cuente con Cámara Hiperbárica. En este traslado el afectado no puede realizar ningún tipo de esfuerzo y deberá respirar siempre oxígeno puro.

Prevención

Por suerte, este tipo de problemas no son muy comunes, puesto que todos conocemos de sobra la necesidad de realizar ascensiones lentas y controladas. La sobrepresión pulmonar suele ocurrir en casos más bien extremos: situaciones de pánico que nos harían abandonar el fondo a toda rapidez, hemorragias nasales que nos impidan respirar correctamente, aspiración de agua por vómito…
Sin lugar a dudas la mejor forma de evitar que suceda uno de esto accidentes es realizando ascensiones lentas y perfectamente controladas.
El temor de quedarnos sin aire no puede nunca llevarnos a aspirar más de lo debido ni a bloquear la respiración de vez en cuando, puesto que puede ser sumamente peligroso.
Nunca bloquearemos la respiración en el ascenso; esta debe ser perfectamente regular; al igual que deberemos tener un perfecto control de la velocidad en cada momento.
En caso de que esto no sea posible y nos veamos obligados a ascender con toda rapidez, deberemos ir soltando aire de manera continuada. En estos casos se aconseja echar la cabeza hacia atrás lo máximo que nos sea posible, de tal manera que nos aseguremos de no obstaculizar la salida de aire por la traquea.

Etiqueta: Salud buceo
Publicado en: Buceo, Salud y seguridad

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