Los calambres son algo muy típico en cualquier inmersión.
Se trata de una contracción violenta, involuntaria y pasajera de un músculo o de un grupo de músculos, producido al sobrepasar los límites de su elasticidad y que conlleva un gran endurecimiento de su masa . A pesar de que no tiene consecuencias graves (al cabo de un tiempo los músculos vuelven a la normalidad sin secuelas), lo cierto es que resultan muy dolorosos y pueden ocasionar una impotencia funcional pasajera.
La causa más importante y común del calambre es la falta de un entrenamiento previo adecuado antes de comenzar la inmersión, lo que conlleva que los músculos no se hayan desarrollado lo suficiente para ser capaces de soportar un trabajo prolongado.
Existen otras causas como la temperatura del agua, la ingestión de alimentos de difícil asimilación… Normalmente antes de que se produzca el calambre notaremos un dolor previo en la parte afectada; si es así deberemos suspender de inmediato cualquier movimiento y tratar de relajar la zona afectada.
Pero si el calambre se presentara de repente, lo primero que debemos hacer es tratar de mantener la calma, respirar de manera pausada y suspender todo movimiento. Nos colocaremos encogidos como un ovillo, para que con ambas manos podamos dar un buen masaje a la zona afectada; para ello frotaremos enérgicamente y daremos pequeños golpes.
La gran mayoría de los calambres que sufre el buceador se dan en las piernas y pies, principalmente en las pantorrillas y gemelos.
