Consejos para ahorrar aire

Consejos

El consumo de aire es un tema que todo buceador tiene en mente, sobre todo si éste es principiante. Sin duda, todos queremos mejorar nuestro consumo durante una inmersión pues resulta muy frustrante tener que finalizar antes de tiempo nuestra jornada por un consumo excesivo de nuestras reservas de aire.

La capacidad para controlar el consumo de aire es, quizás, la mejor prueba de que se dispone de un alto nivel técnico de buceo. Para conseguirlo se deben dominar diferentes aspectos como la capacidad de relajación, la flotabilidad y la propulsión. Lejos de lo que muchos piensan, el control sobre el consumo de aire no es algo que venga marcado por la genética, sino que se trata de una técnica y, como tal, puede ser aprendida y mejorada.

A continuación abordaremos una serie de consejos que nos ayudarán a conseguir reducir el consumo de aire y mantenernos bajo el agua cada vez más tiempo.

LA IMPORTANCIA DE LA FORMA FÍSICA

Antes de empezar nos gustaría aclarar que una buena condición física nos permite utilizar mejor el oxígeno respirado, cuento mejor sea nuestro estado de forma mejor trabajará el sistema cardiovascular y más eficientes serán nuestros pulmones en el intercambio gaseoso.

Por otra parte es fundamental realizar la inmersiones habiendo descansado correctamente la noche anterior pues el cansancio es algo totalmente contraproducente.

Igualmente, antes de sumergirnos es recomendable comer alimentos altos en nutrientes y que a la vez sean fáciles de digerir. Asimismo, conviene beber mucho líquido (aunque nada alcohol, claro está).

EL AIRE DISPONIBLE

Saber el aire del que disponemos en cada momento es algo básico y necesario a la hora de planificar una inmersión. Lo primero que debemos saber es que ese aire disponible depende de dos factores: el volumen en litros de la botella y la presión a la que está cargada dicha botella; y se calcula de la siguiente forma:

Presión (atm) x Litros= litros totales

De esta forma sabremos la cantidad de litros de los que disponemos, pero ¿cómo saber cuánto nos van a durar? La respuesta a esta consulta depende principalmente de dos factores: la profundidad alcanzada con la inmersión y el tiempo que pasemos bajo el agua.

Para realizar un cálculo correcto primeramente deberemos saber el aire que consumimos en superficie. A nivel muy general y estándar, se calcula que el consumo en reposo de un individuo es de unos 20 litros por minuto (claro está que esto puede variar en función de múltiples factores como la edad, el sexo, las condiciones físicas).

Una vez que tenemos claras estas premisas y a la hora de planificar el aire que necesitaremos para una inmersión, deberemos considerar 3 fases:

Consumo de aire en la bajada: se calcula según la siguiente fórmula:

Consumo en superficie + Presión en el fondo x 20 / 2 x Tiempo = Litros consumidos en la bajada

Consumo en el fondo: restamos del tiempo previsto en el fondo, el tiempo utilizado para la bajada y utilizaremos la siguiente fórmula:

20 litros x Presión en el fondo (atm.) x Tiempo = Litros consumidos en el fondo

Consumo en el ascenso: se aplica la misma fórmula que para el descenso.

Ni que decir tiene que, en caso de que sean necesarias, deberemos tener también en cuenta el tiempo y aire consumidos durante las paradas de descompresión. Es necesario calcular el aire consumido en cada parada y para ello aplicaremos la fórmula indicada para calcular el consumo de aire en el fondo, teniendo en cuenta que la presión a la que nos encontraremos en cada una de esas paradas será diferente.

Para calcular el total de aire consumido, deberemos sumar todas las cifras.

Como medida de seguridad deberemos tener en cuenta la Regla de los tres tercios, según la cual al finalizar una inmersión deberá quedar en la botella una tercera parte de su carga.

OJO A LA TEMPERATURA

Cuanto más frío tengamos, mayor será el consumo de aire de nuestro cuerpo en la búsqueda de la temperatura adecuada. Teniendo en cuenta que nuestro cuerpo pierde calor unas 20 veces más rápido en el agua, debemos asegurarnos bien de escoger correctamente el tipo de traje que vamos a llevar al sumergirnos. También se recomienda llevar capucha incluso en verano (o cuando se bucea en aguas cálidas) para evitar la pérdida de calor por la cabeza.

LA RESPIRACIÓN ADECUADA

Respirar bajo el agua supone una serie de cambios con respecto a la respiración tradicional en superficie. Así mientras la forma habitual de respirar es: inhalar-exhalar-pausa-inhalar-exhalar-pausa; buceando el ciclo debe cambiar a: inhalar-pausa-exhalar-inhalar-pausa-exhalar. El desarrollo de la técnica deberá llevarnos cada vez a pausas más prolongadas teniendo en cuenta que cuanto más largas sean menos aire consumiremos.

Una inspiración profunda al respirar hace que el aire llegue hasta los más pequeños alvéolos de nuestros pulmones, que es donde tiene lugar el intercambio de gases. Esta forma de respirar reduce el volumen de “aire viciado” que siempre queda en nuestros pulmones, garganta y boca de la respiración anterior, de forma que la mezcla es más rica en oxígeno. Aunque en cada respiración utiliza más aire, se tiene que respirar menos veces, por lo que el efecto resultante será que empleamos menos aire.

Es muy importante que expulsemos de nuestros pulmones todo el aire posible en cada exhalación para que entre en los pulmones aire nuevo, para ello es fundamental respirar lenta y profundamente. Así estarás mucho más relajado, tus músculos y cerebro se nutrirán mejor y tendrás mejor predisposición para disfrutar de la inmersión.

Es un error común pensar que si hacemos pequeñas apneas con el regulador estará disminuyendo su consumo de aire. Esto es totalmente falso, no sólo no se ahorra aire sino que además es peligroso. En primer lugar estarás aumentando considerablemente el nivel de dióxido de carbono en tus pulmones. En segundo lugar estarás corriendo el riesgo de una sobredistensión pulmonar ya que, con la costumbre, las apneas serán más prolongadas y si hubiera una variación en la profundidad el pulmón no estará compensado.

Por otro lado después de un tiempo de apnea, prolongado o no, la persona suele hiperventilar para limpiar el dióxido de carbono a nivel pulmonar, gastando de esta forma el aire que se ahorró por no respirar normalmente.

ECONOMÍA DE MOVIMIENTOS

Debemos movernos lo menos posible con el objetivo de no cansarnos y por tanto reducir el nivel de consumo. Además cada movimiento deberá realizarse despacio, como si nos pusieran a “cámara lenta”, tratando de minimizar los esfuerzos.

Para ello trataremos de nadar a favor de la corriente y procuraremos aletear lo menos posible, sin mover las manos. No lleves los brazos abiertos ni intentes nadar con los brazos; toda la propulsión bajo el agua debe ser responsabilidad de las aletas.

Es importante controlar la técnica del aleteo: para aletear colocaremos las piernas rectas y las moveremos desde las caderas.

La meta es reducir al mínimo la turbulencia. Generalmente, los movimientos de la aleta han de ser cortos para que las aletas permanezcan dentro de nuestra “estela” de turbulencia, reduciendo así la fricción al mínimo. Asimismo, debemos aletear con toda la pierna, desde las caderas, no desde las rodillas. Para bucear (a diferencia de la pesca submarina, donde se tiene aire ilimitado) van mejor las aletas cortas que las aletas largas. Estas últimas dan más velocidad pero requieren mucha más energía y por tanto mucho más aire. Vigilaremos además que las aletas nos resultan cómodas y que no cargan los gemelos.

Una forma fácil de controlar la posición de los brazos es entrelazar las manos delante o detrás de ti. Intenta conseguir una postura tan horizontal como sea posible, de forma que tus aletas trabajen en el “hueco” de agua creado por los hombros.

Consigue buena flotabilidad, utiliza las aletas y guarda tus brazos bajo el pecho o abdomen y ahorrarás aire.

OPTIMIZACIÓN DEL EQUIPO

Cada elemento del equipo que adquiramos deberá adecuarse a nuestras características pero siempre teniendo presente el principio de hidrodinámica, es decir, tratar de minimizar el rozamiento en el agua, lo que nos ayudará a disminuir el consumo de energía y por tanto de aire para desplazarnos.

Aunque pueda resultar extraño, a la hora de adquirir el regulador, conviene buscar aquel que nos proporcione mayor cantidad de aire y que nos resulte cómodo, siempre dentro de nuestras posibilidades económicas.

Sin duda contar con un buen regulador con el que puedas respirar fácilmente y con el que no tengas que esforzarte para obtener el aire te mantendrá más relajado y, por tanto, consumirás menos. Además, recuerda mantener tanto el octopus como el manómetro pegados a tu cuerpo, ejercerán menor resistencia al agua y tendrás que aletear con menos fuerza para moverte.

El mal mantenimiento de tu equipo además de no ser seguro traerá aparejados gastos innecesarios de aire, lleva tu equipo a un técnico especializado para que lo revise, repare y ajuste al menos una vez al año. Además el regulador debe ser limpiado después de cada uso.

Respecto al lastre, debemos contar con el peso adecuado pues si no está bien ajustado será imposible mantener una buena flotabilidad y consecuentemente gastarás más aire. Lo habitual es utilizar en torno al 10% de tu peso como lastre, pero lo mejor es que experimentes con diferentes pesos y configuraciones, prueba a ponértelo en el chaleco y en el cinturón… bucea con diferentes cargas y quédate con la que estés más cómodo y seas más ágil.

También es importante contar con la protección térmica adecuada: es un hecho que el buzo que no siente frío tendrá un menor consumo de aire y también que la pérdida de calor es un importante contribuyente a la fatiga del buzo. Esta pérdida incluso se da en aguas calientes de mares tropicales ya que, aún así, siguen estando por debajo de la temperatura del cuerpo humano.

Por último debemos contar con unas aletas adecuadas a nuestro cuerpo, adecuadas al tamaño y fuerza de quien las use. Evita aletas duras que resultarán en un mayor esfuerzo.

RELAJACIÓN

Por último abordamos un factor que muchas veces pasa desapercibido pero que resulta crucial: la relajación. Habitualmente esta obsesión por ahorrar aire desemboca en conductas negativas.

Como en tantas otras facetas de la vida: la experiencia es un grado; efectivamente, cuanto más buceemos más cómodos nos encontraremos y más fácil nos resultará controlar nuestra respiración y el nivel de aire consumido. Ten siempre presente la enorme importancia de mantener la calma y pronto empezará a ver como cada vez su botella le cunde más.

Si estás constantemente mirando el manómetro para ver lo rápido que consumes el aire acabarás con él enseguida y no disfrutarás de la inmersión. Si dejas de obsesionarte con el aire que consumes te relajarás, respirarás más profunda y lentamente, tus músculos y cerebro estarán mejor regados de oxígeno, adoptarás una posición más cómoda para bucear y acabarás pasando más tiempo bajo el agua.

Publicado en: Buceo, Consejos

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