Telescópicas de lance ligero y plegado corto

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La trucha es sin duda el pez más buscado, la dificultad de su captura, lo sabroso de su carne, los momentos únicos en el río… son muchas las razones que nos hacen seguir con auténtico anhelo a esta especie que casi siempre se muestra más esquiva de lo que nos gustaría.

Para poder pescar esa "pieza única" debemos conocer sus características y forma de vida.

-La alimentación. Pescar es, hasta cierto punto, dar de comer a los peces. Por lo tanto deberemos saber cuál es la dieta preferida de la trucha para ofrecérsela y que pique nuestro anzuelo. Esto que en teoría parece tan sencillo es en la práctica sumamente complicado, puesto que la trucha debe adaptar su alimentación al lugar en el que habita, al clima, a la época del año.. en definitiva, no existe una dieta única ni mucho menos general para todas las truchas. De ahí que en ocasiones resulte tan complicado seleccionar el cebo correcto en cada momento. Pero no todo son malas noticias, la trucha es por definición un pez predador, hasta tal punto que es capaz de comer cualquier cosa que se le ponga delante: insectos, gusanos, alevines de otras especies o de la propia, etc., lo que sin duda amplía enormemente nuestra posibilidad de acción.

Por otro lado, conviene saber que para alimentarse la trucha precisa de una correcta localización visual de la presa, lo que provoca que su actividad en este sentido se desarrolle fundamentalmente durante el día (lo que no quiere decir que no desarrollen también una importante actividad nocturna).

-Localización. Lo primero que debemos saber sobre la posible localización de las truchas es que esta especie se define por ser tremendamente territorial: buscará una zona del río en la que se sienta cómoda y a salvo, en la que además pueda encontrar comida de forma relativamente fácil. Cuando localice un espacio con todas estas características se establecerá en él de manera casi permanente la mayor parte del día, sólo saliendo para comer o frezar. En la elección de esta zona “donde vivir” la trucha se muestra sumamente exigente: necesitará que sean aguas bien oxigenadas, en las que no exista contaminación alguna y que además tengan una baja temperatura. En esta “casa” establecerán dos zonas: una para el escondite y el reposo, y otra para el alimento (por supuesto siempre cerca una de otra). Allí vivirá, siempre río arriba, tratando de capturar toda la comida que las aguas le acerquen.

Por otro lado, debemos saber que no todas las truchas seleccionan el mismo tipo de zona para habitar. Así las truchas más pequeñas las encontraremos en aguas rápidas y en corrientes, mientras que las truchas de mayor tamaño suelen permanecer en aguas más profundas y tranquilas. En cuanto a las zonas del río donde tendremos mayor oportunidad para localizar truchas, podemos nombrar las siguientes: Meandros, Pozos, Unión de dos corrientes, Juncales, Remolinos, Lagos y embalses.

-Estacionalidad. A pesar de lo que muchos opinan, lo cierto es que la trucha ha mostrado contar con un movimiento estacional bastante acusado. Tanto es así que podríamos señalar como punto álgido de su actividad la primavera y principalmente los momentos próximos a la puesta y la salida del sol, de manera intermitente a lo largo de toda la noche, y a veces, también durante el día. En la primavera, la trucha puede permanecer inmóvil en las pozas durante las horas de luz, para luego moverse río arriba hasta los rápidos o tablas, justo después de anochecer.

Durante el otoño y el invierno, la mayor actividad tiene lugar en los momentos en que el sol ya no calienta, aunque en estos meses también hay que destacar la actividad que se desarrolla durante toda la mañana.

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