Navegación con niebla

Meteorología

La niebla es, sin lugar a dudas, uno de los elementos que más pueden entorpecer la navegación, puesto que puede suponer una gran limitación visual que sin duda es un riesgo añadido de gran importancia.
Conviene, por tanto, saber cómo debemos actuar ante su presencia.

La niebla

Entendemos por visibilidad, la medida de capacidad que tiene un observador para ver (es decir, reconocer) objetos a una distancia a través de la atmósfera. Se expresa en kilómetros y su limitación se debe a la presencia de polvo, humo, humedad o algún tipo de precipitación artificial o natural en la atmósfera.
De entre los agentes que limitan la visibilidad, el mas común y conocido es la humedad del aire, que provoca la temida niebla.
Para hacer una fácil descripción de la niebla, diremos que se trata de una nube a ras de suelo. Podemos además hacer una distinción entre neblina y niebla. La primera, más benigna, puede reducir la visibilidad a mil metros o más; la segunda, más severa, la reduce a menos de mil metros incluso hasta algunos metros.
Pero ¿qué provoca la formación de esas nubes a ras de suelo?. La explicación es relativamente sencilla: en noches calmas y despejadas los objetos y superficie del terreno quedan más fríos que el aire circundante. En ocasiones el aire se enfría hasta el punto de rocío (temperatura a la cual ocurre la saturación). A temperaturas ligeramente menores a ésta el vapor de agua se condensa formando pequeñas gotitas que se adhieren a la vegetación y que se llama rocío. Cuando la humedad alcanza 75% respecto a la saturación, el vapor de agua se condensa en núcleos higroscópicos reduciendo la visibilidad, que seguirá disminuyendo si las condiciones de condensación se mantienen.
La mayoría de las nieblas se disipan de forma natural gracias al calentamiento solar.

Técnicas para prevenir la aparición de nieblas en el mar

La forma más adecuada para llegar a advertir la formación de nieblas pasa por la correcta y constante observación de la temperatura del aire y de la temperatura de la superficie del mar.
Si la temperatura de la superficie del mar cae por debajo de la temperatura del punto de rocío, es muy probable que se forme niebla. Para su evaluación se recomienda seguir el siguiente procedimiento: por lo general la temperatura del aire será casi siempre mayor o igual a la temperatura superficial. Las temperaturas del aire y la del termómetro húmedo deberá registrarse cada 10, 30 ó 60 minutos.
Como sabemos, la temperatura del punto de rocío es aquella a la cual ocurre la saturación del aire y se obtiene de una tabla que encontraremos impresa en las primeras hojas del bitácora de los buques. Los argumentos de entrada para obtenerla son: la temperatura del termómetro seco y la diferencia térmica entre el seco y el húmedo en el sicrómetro. La temperatura superficial del mar deberá observarse desde una muestra en un balde o bien sumergiendo durante al menos 3 minutos, un termómetro protegido para golpes en el mar, de forma remolcada.
En la medida que ambas temperaturas convergen se formará la niebla.
Previo a la aparición de la niebla, podremos notar los siguientes síntomas:

  • El aire se hace muy húmedo y pegajoso.
  • Barnices, lumbreras de cabina y portillos se cargan de condensación.
  • Las luces producen un efecto de halo bien definido.
  • Las bases de las nubes parecen cambiar de color.

La niebla más común es la denominada de advección, es decir, aquella que se forma a partir del paso de una corriente de aire cálido sobre la superficie del mar, que estará más fría. Esta niebla es muy común cerca de las costas.

Riesgos de la niebla

La baja visibilidad o visibilidad reducida que conlleva la aparición de la niebla, puede suponer una serie de riesgos de gran importancia para la navegación:

  • El peligro de abordaje o colisión: ya sea contra otra embarcación o con cualquier objeto extraño del que desconocemos su presencia con antelación.
  • Riesgo de varada o encallamiento en la costa.

Debemos tener mucho cuidado en el cálculo de las distancias y de la procedencia e intensidad de los sonidos, puesto que la niebla causa efectos que debemos considerar:

  • Distancias: pueden llegar a ser realmente difíciles de juzgar, sobre todo si tenemos en cuenta que la niebla raras veces tiene una densidad uniforme: la misma distancia puede doblarse o reducirse a la mitad en pocos minutos.
  • Sonidos: la niebla provoca también efectos sobre los sonidos, que quedarán amortiguados o ampliados, despistándonos por tanto sobre su procedencia.

El radar

Ni que decir tiene que la introducción del radar como elemento de ayuda a la navegación a disminuido en gran medida todos los peligros comentados. A pesar de esto, ningún marinero experimentado se dejará guiar a ciegas por este aparato, puesto que debemos ser conscientes de que siempre pueden existir deficiencias en el aparato o simples errores de interpretación.

Evitar problemas

Además del uso del radar por una persona experimentada, cuando hay niebla existen una serie de acciones que conviene realizar para evitar colisiones no deseadas.
Por supuesto lo más importante es mantener una constante vigilancia visual de la zona, pero esto no siempre resulta fácil cuando la niebla es muy gruesa y opaca. En consecuencia, deberemos tomar otras precauciones, como es reducir la velocidad de tal forma que tengamos el suficiente tiempo de reacción en caso de ser necesario.
Ni que decir tiene, que un buen conocimiento de la zona, así como del tráfico que habitualmente tiene, corrientes, situación de la costa… servirán de gran ayuda para determinar por dónde podemos movernos.
Además de esto, resultará imprescindible seguir todos estos pasos:

  • Emitir las señales sonoras obligatorias.
  • Colocar serviolas a proa.
  • Reforzar la vigilancia en el puente.
  • Parar de inmediato en el momento en que se escuche cualquier señal de un buque a proa del través.
  • Trataremos de separarnos de las zonas de mucho tráfico o de recalada, así como de los estuarios de los ríos y de las bocanas de los puertos, lugares todos ellos donde el incesante tráfico puede aumentar notablemente el riesgo.

Si nos encontrásemos cerca de la costa y para evitar varar, deberemos seguir estas recomendaciones:

  • Reducir la velocidad.
  • Desconfiar de cualquier corriente que nos resulte desconocida.
  • Lo más prudente resulta navegar llevando el ancla a la pendura con un grillete de cadena y, cuando toque fondo, fondear y esperar a que se despeje la niebla.

Uno de los elementos de seguridad que puede resultarnos más útil es el “Reflector de radar”, con el que conseguiremos que las embarcaciones que dispongan de radar reciban un buen eco señalizando nuestra posición. Esto resulta fundamental sobre todo en los barcos de pequeño tamaño, cuyas medidas y los materiales en los que suelen estar realizados, dificultan enormemente su recepción por los diferentes radares.

Reglamento internacional para prevenir los abordajes en la mar

En su regla nº19, el Reglamento Internacional para la Prevención de Abordajes dicta las normas a seguir en tiempo de niebla o visibilidad reducida.
A continuación transcribimos la citara regla:

  • a) Esta Regla es de aplicación a los buques que no estén a la vista uno de otro cuando naveguen cerca o dentro de una zona de visibilidad reducida.
  • b) Todos los buques navegarán a una velocidad de seguridad adaptada a las circunstancias y condiciones de visibilidad reducida del momento. Los buques de propulsión mecánica tendrán sus máquinas listas para maniobrar inmediatamente.
  • c) Todos los buques tomarán en consideración las circunstancias y condiciones de visibilidad reducida del momento al cumplir las Reglas de la Sección I de esta Parte.
  • d) Todo buque que detecte únicamente por medio del radar la presencia de otro buque, determinará si se está creando una situación de aproximación excesiva y/o un riesgo de abordaje. En caso afirmativo maniobrará con suficiente antelación, teniendo en cuenta que si la maniobra consiste en un cambio de rumbo, en la medida de lo posible se evitará lo siguiente:
    • I) un cambio de rumbo a babor para un buque situado a proa del través salvo que el otro buque esté siendo alcanzado;
    • II) un cambio de rumbo dirigido hacia un buque situado por el través o a popa del través.
  • e) Salvo en los casos en que se haya comprobado que no existe riesgo de abordaje, todo buque que oiga, al parecer a proa de su través, la sirena de niebla de otro buque, o que no pueda evitar una situación de aproximación excesiva con otro buque situado a proa de su través, deberá reducir su velocidad hasta la mínima de gobierno. Si fuera necesario, suprimirá su arrancada y en todo caso navegará con extremada precaución hasta que desaparezca el peligro de abordaje.
Publicado en: Náutica, Meteorología

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