Las olas, un fenómeno de la naturaleza

Meteorología

Uno de los fenómenos más comunes pero que a la vez pueden llegar a ser más sorprendentes de cuantos se producen en el mar, son las temidas olas.
A pesar de convivir con ellas a diario, lo cierto es que muchos desconocemos su auténtica naturaleza y el peligro que pueden llegar a suponer; motivo por el que les hemos querido dedicar este amplio reportaje, que nos ayudará a conocerlas, prevenirlas y ¿por qué no? disfrutarlas.

Definición

Una definición teórica de las olas nos haría señalarlas como “perturbaciones oceánicas que ocurren en la superficie del mar, consideradas como ondulaciones que viajan en el mar”.
Podríamos hablar así de tres tipos de olas:

  • Mareas: no apreciables visualmente hablando; se trata de ondas marinas producidas por el efecto de los astros y debidas a los movimientos del sol y de la luna.
    Las ondas no desplazan los objetos que se encuentran en la superficie del mar, puesto que sólo agita las moléculas de agua en sentido vertical, sin que exista desplazamiento horizontal.
  • Tsunamis: ondas generadas por movimientos bajo el agua, de carácter sísmico. Tsunami es una palabra japonesa que significa “ola de puerto”; unas olas que destruían pueblos enteros sin que en alta mar ni tan siquiera se sintiera su paso.
    Se trata de olas de gran longitud y una velocidad que puede llegar a alcanzar los 700 km/h. Mientras en mar abierto la altura de la onda es muy poca (menos de un metro), motivo por el que pasa desapercibida, pero toca el lecho marino a medida que se acerca a la costa lo que produce que se vaya frenando, disminuyendo su longitud al tiempo que aumenta drásticamente su altura.
  • Olas: las ondas que tradicionalmente reciben el nombre de olas son producidas principalmente por el efecto del viento.

Cómo se produce una ola

El efecto del viento sobre el océano provoca la formación de crestas y valles irregulares en su superficie.
Si el viento es flojo o suave, estas ondulaciones serán pequeñas y terminarán por desaparecer; pero si sopla con mayor fuerza y de manera persistente, encontrará un asidero en las ondas inicialmente producidas y el tamaño de las olas irá creciendo paulatinamente hasta tal punto que pueden llegar a ser realmente gigantescas.
A pesar de lo sencillo que puede parecer el proceso tras leer esta explicación, lo cierto es que existen numerosos interrogantes sobre la formación de las olas. ¿En qué medida las olas dependen de la velocidad del viento?, y el tiempo meteorológico, ¿tiene algo que ver?, ¿influye todo de la misma forma en distintos lugares?
Hay ciertas cosas que resultan obvias: un viento con idéntica fuerza no producirá las mismas olas en el Pacífico, por ejemplo, que en cualquier bahía, donde el ancho es limitado.
Desde que el viento comienza a soplar hasta que se producen las primeras olas debe pasar un tiempo; éstas surgirán en un principio como pequeñas ondulaciones en la superficie del mar, para después hacerse más largas y altas.
Una vez creadas, las olas viajan a lo largo de la superficie marina. Aquellas que se localizan a gran distancia de la zona de creación, se les conoce con el nombre de mar de leva o, en inglés, swell.

Cómo viaja una ola

Las olas viajan a gran velocidad a través del océano, pero no lo hace así el agua, puesto que si así fuera, la fuerza que podría llegar a alcanzar sería capaz de arrasar con todo lo que se le pusiera delante.
La velocidad de una ola depende de su longitud, de tal manera que cuanto más larga sea, más rápido viajará.
Así, cuando las olas salen de su zona de creación, tienden a clasificarse por sí solas, colocándose las más largas delante de las más cortas.
A un mismo tiempo, la energía de la ola es esparcida sobre grandes áreas de crecimiento, donde las olas adquieren las formas familiares y regulares asociadas con el mar de leva. Este es un fenómeno que debe ser conocido por cualquier marinero, puesto que nos da la posibilidad de asociar el incremento de la actividad de los mares con un indicador de una próxima tormenta.
Cuando las olas se aproximan a la costa, comienzan a sentir el fondo y éste influye sobre su comportamiento de tal manera que puede incluso llegar a provocar cambios en su dirección; lo que se conoce con el nombre de “refracción”, que conlleva efectos tales como la alineación de las olas frente a la línea de playa.
Eventualmente las olas corren hacia la costa aumentando su altura 1,5 veces con respecto a la que tenían en alta mar; para terminar rompiendo en una zona denominada de “surf”, de gran peligro debido principalmente a dos motivos:

  • La gran inclinación que pueden llegar a alcanzar las olas.
  • La fuerza del agua, que comienza a moverse a la velocidad de las olas.

Así, el agua empujada hacia la playa a gran velocidad puede retornar en la zona de rompientes, provocando fortísimas corrientes denominadas “corrientes de resaca”, que pueden empujar a una persona mar adentro con facilidad.
Al llegar la ola cerca de un obstáculo, ésta crece, se empina y disminuye en anchura; el impulso de su propia velocidad le hace perder el equilibrio y estrellarse sobre las peñas que forman la costa, alcanzando una notable altura; es el efecto de rompimiento de las olas, sin lugar a dudas uno de los más bellos que la naturaleza nos puede deparar.
Cuando una ola rompe, toda la energía cinética acumulada a lo largo de las millas marinas recorridas se transforma en transporte de agua. Toda esa energía liberada puede llegar a ser tan fuerte que es capaz de destruir diques y rompeolas.

Longitud de una ola

La longitud de una ola es la distancia existente entre una cresta de una ola y la siguiente.
Esta no aumenta linealmente con la velocidad del viento, sino de manera exponencial; es decir, las olas generadas por un viendo de 40 nudos no son el doble de grandes que las que produce un viento que sople a 20 nudos, sino que son 17 veces más grandes.
Si el viento arrecia de forma violenta, la distancia entre crestas se acorta y los frentes se hacen más pendientes.
En el tamaño de la ola influyen varios factores:

  • La velocidad del viento.
  • La duración del temporal.
  • La distancia recorrida en mar abierto.

Muchos marineros conocen la historia del petrolero “Rampao”, quien allá por el año 1933 se encontró en pleno océano Pacífico con una ola de 34 metros, formada tras un temporal que había durado una semana entera. Con seguridad existen en el océano olas incluso más grandes, si bien no existe nadie que haya podido narrar un encuentro con una de ellas.
De cualquier forma, si hay algo que preocupa al marinero de una ola, mucho más allá de su altura, es su inclinación, la cual puede llegar a generar situaciones realmente adversas para la navegación.

Predicción del oleaje

Desde siempre los efectos de las olas se han asociado a importantes accidentes marinos de graves consecuencias ¿se podrían haber evitado con prevención? Lo cierto es que si escuchamos las historias de los habitantes de pueblos de costa e incluso de los propios marineros, no son pocas las veces en las que olas de gran tamaño aparecen sin que exista una razón clara que las pudiera prevenir y, lo que resulta aún más preocupante, no se puede llegar a determinar la zona exacta de donde provienen.
Está claro que ante el pronóstico o la aparición de una tormenta, hablar de oleaje es claro y sencillo. Pero se conocen muchos casos a lo largo de la historia en los que olas de gran tamaño han hecho aparición sin que existiera una razón que las explicara y en condiciones de relativa calma.
Esto se explica indicando que, en ocasiones, varias olas de distintos tamaños viajan en diferentes direcciones; pues bien, cuando todas llegan a encontrarse en un mismo punto forman una única y gigantesca ola, de muy corta duración y totalmente impredecible.
Este fenómeno de olas gigantes está presente en todos los mares del mundo y pueden aparecer en zonas aparentemente tranquilas.
Sin llegar a estos extremos ni a olas impredecibles, lo cierto es que existen organismos y métodos de predicción del oleaje que día a día demuestran su fiabilidad y que deben ser consultadas por cualquier marinero antes de echarse a la mar. Son los denominados “Métodos de predicción del oleje”, modelos matemáticos que calculan, en base a unos datos de entrada (intensidad y dirección del viento, fetch, perfil y relieve de la costa, etc), la altura y dirección del oleaje.
Es importante recordar que estas predicciones son teóricas, por lo que es recomendable contrastar estos datos con los reportados por las boyas en alta mar.
El Instituto Nacional de Meteorología dispone de su propio Método de predicción, denominado WAME, a partir del cual se establecen una serie de mapas en los que se indica la dirección del viento así como el tamaño aproximado que pueden alcanzar las olas.

 

Publicado en: Náutica, Meteorología

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