CABALLOS Y NIEVE

Cuidados del caballo

Es de todos sabido que los caballos toleran mejor el frío que el calor.

Aun así, cuando se acerca lo peor del invierno, las temperaturas bajan a mínimos y empieza a nevar, convendrá que tengamos en cuenta toda una serie de precauciones para garantizar que nuestros animales son capaces de sobrellevar todas estas circunstancias de la mejor manera posible.

Que nuestros caballos superen el invierno sin dolencias depende en gran manera de que seamos capaces de garantizarles una serie de sencillos cuidados que a continuación comentaremos.

 

 LA ALIMENTACIÓN

Lo que cualquier caballo necesita para superar frío extremo es mantener una correcta alimentación.

Y es que empleará gran parte de su energía en mantener la temperatura adecuada de su cuerpo.

En consecuencia, la nieve puede resultar problemática para el caballo no tanto por el frío que trae aparejada, sino por la imposibilidad de conseguir alimento.

Así, el invierno puede convertirse en una cruel etapa para todos los caballos que viven en libertad y se ven obligados a buscar el alimento en cualquier sitio y/o condición.

Es de vital importancia que facilitemos a nuestros animales una correcta alimentación, a base de heno, para que sus niveles de energía se mantengan lo más alto posible.

Vigila de cerca el peso de tus caballos: durante el invierno es normal que bajen de peso, debido al exceso de energía que consumen por el frío.

Como regla general deberemos tener en cuenta los siguientes puntos en la alimentación del équido durante el invierno:

– Antes del invierno, resulta recomendable realizar una cura de vitaminas que ayudará al caballo a afrontar cualquier problema derivado de una alimentación con ciertas carencias.

– Aumentar la cantidad de alimento entre un 10% y un 15%.

– En caso de que el invierno conlleve un descenso en la actividad física realizada, deberemos disminuir la cantidad de alimentos ricos suministrados, aumentando la cantidad de heno.

– Pasaremos de una dieta verde a otra más seca.

Pero muchas veces la lluvia y la nieve hacen que nos olvidemos de algo fundamental: la necesidad de agua limpia para la bebida del caballo. En estos días es normal que los bebederos se congelen, impidiendo el acceso al agua y, si el caballo no bebe lo suficiente, aumentará el riesgo de que sufra un cólico.

Para incentivar el consumo de agua, se puede echar en bebederos y abrevaderos una piedra de sal, con la que también se evita que el agua se congele.

El suministro adecuado de agua es algo básico para la salud de cualquier caballo y esto debe ser tenido en cuenta de manera muy especial durante el invierno, ya que existe la tendencia natural en el caballo a beber menos en los meses de frío, por lo que será labor del cuidador asegurarse de que el animal ingiere la suficiente cantidad de agua. Si las temperaturas descienden por debajo de cero grados hay que revisar todo el circuito que transporta el agua hasta el bebedero del caballo, desde el depósito hasta las tuberías (si están en el exterior), por si se forma hielo. Los caballos precisan de una hidratación regular que compense la pérdida de saliva sufrida al masticar alimentos secos. Incluso si el caballo no trabaja, el suministro de agua resulta fundamental para prevenir que se impacte el alimento ingerido en el sistema digestivo.

Ten en cuenta que el agua deberá estar siempre limpia y no demasiado fría; entre 5 y 10ºC es la temperatura ideal, por debajo de ésta el caballo puede rehusar beber e incluso comer.

En caso de que dudemos si nuestro caballo está ingiriendo la suficiente cantidad de agua, podemos utilizar algunos sencillos “trucos” para asegurarnos su correcta hidratación:

– Añadir agua al pienso.

– Utilizar remolacha mojada.

– Añadir salvado mojado a la ración diaria.

– Añadir una pizca de sal al pienso, para estimular la sed del animal.

Ni que decir tiene que, aunque utilicemos estas medidas, el control sobre el agua que ingiere el caballo no debe dejar de realizarse nunca.

Para comprobar si el caballo está deshidratado, deberemos verificar el estado de sus heces: si son secas significará que el équido precisa de más cantidad de agua.

Por otro lado, conviene comentar además la necesidad de evitar que el caballo ingiera nieve, puesto que el proceso que se precisa para que ésta sea derretida en la boca supone un gasto energético altísimo, que puede conllevar problemas para el mantenimiento de una correcta temperatura corporal.

 

LOS PIES

El caballo puede mantener sus pies enterrados en nieve sin temor a que se congelen.

Su particular sistema circulatorio, con puentes entre capilares arteriales y venosos que permiten una rápida circulación de la sangre por el interior del casco, consiguen mantenerlo caliente a pesar de las circunstancias.

Sin embargo, el principal problema es que la nieve puede apelmazarse y embozar los cascos que, tanto si están herrados como si no lo están, pueden acabar formando las temidas botas o tacones que provocarán pisadas muy inestables, las cuales, sumadas a un terreno ya de por si complicado de transitar debido a las malas condiciones del invierno, puede acabar provocando caídas y lesiones de distinta índole.

 

EL PELO DEL CABALLO

Con la llegada del frío, los caballos empiezan a echar el denominado “pelo de invierno”, lo que sin duda se convierte en su mejor protección contra el frío.

Hielo y/o nieve se depositan sobre una gruesa y grasienta capa de pelo invernal, que permite al animal mantener su calor corporal. Este pelo invernal, más largo y levantado, conseguirá evitar que los copos traspasen hasta la piel.

Este especial crecimiento del pelo supone para muchos una gran duda: ¿conviene o no esquilar al caballo? Si este pelo es el que le protege del frío, en principio puede parecer contraproducente eliminarlo; pero por otro lado, para caballos que deben trabajar, el exceso de pelo supone un aumento del sudor y con él de la humedad que, sumada al frío, puede conllevar números problemas de salud. Por eso, muchos recomiendan esquilar al caballo para evitar ese exceso de humedad que, sumada a un mayor tiempo en establo, muchas veces se convierte en la aparición de hongos.

Muchos intentan evitar el exceso de crecimiento del pelo con el uso de mantas especiales, que permiten mantener una mejor temperatura para el animal.

 

CABALGAR CON NIEVE

Lo primero que debemos decir es que, como recomendación, siempre es preferible evitar salir a caballo cuando está nevando. Aunque pueda parecer una estampa idílica, lo cierto es que montar sobre nieve puede suponer toda una serie de problemas para el caballo y para el jinete, que conviene evitar si es posible.

Si aun así tienes o debes montar, te recomendamos que tengas en cuenta los siguientes puntos para evitar complicaciones en la medida de lo posible:

  • Si ya tienes pensado montar en una zona nevada y puedes llevar a tu caballo al herrero con suficiente antelación, te recomendamos que visites al herrador para que prepare una herradura específica para la nieve. Por lo general, el herrador rellenará el hueco de la herradura con una almohadilla plantar o bien utilizará una herradura con el canto interno biselado (gracias a su especial diseño evita que la nieve y el barro se acumulen). Otra posible solución es colocar una plantilla “anti-nieve”.
  • Engrasa bien los cascos antes de montar, de esta forma conseguirás que la nieve resbale y no se acumule en ellos.
  • Evita terrenos con mucha pendiente o aquellos en los que pueda formarse hielo, ya que el riesgo de una caída se incrementa. Ten en cuenta que el suelo endurecido y las placas de hielo son, sin duda, los principales enemigos de los pies del caballo.
  • Debes ofrecer al caballo pequeñas “treguas” para que pueda recuperar el aliento. Nunca se debe hacer trabajar al caballo hasta el punto en que se vea obligado a respirar fuerte: puede dañar sus pulmones de manera irreparable al respirar un aire tan frío.
  • Tras la salida, deberás secar bien al caballo, tratando de levantarle el pelo para que aumente su capacidad de aislamiento. Antes de regresar al box deberemos cepillarle bien, llegando hasta la base del pelaje. El objetivo es intentar secar bien cualquier resto de sudor ya que, si el caballo se queda parado y con sudor el riesgo de enfriamiento es muy alto. Pero no sólo se trata de eso, un buen cepillado supone un masaje que favorecerá la recuperación muscular. Por supuesto, para realizar este trabajo, deberemos buscar un lugar en el que no existan corrientes de aire (muy peligrosas, sobre todo si el caballo está mojado).

 

EL ESTABLO

De la misma manera que preparamos nuestras casas para el frío, deberemos preparar el establo para acomodarlo a los peores días de invierno. Sobre todo teniendo en cuenta que, a medida que los días se van haciendo más cortos y las horas de luz son menos, lo más normal es que el caballo deba pasar más tiempo en el establo, reduciendo sus horas al aire libre.

Lo primero a tener en cuenta es el suelo, donde suele acumularse mucha humedad que sin duda repercutirá negativamente sobre el caballo, causando los más que temidos hongos. Procurar un lecho caliente y seco es la mejor garantía de salud para nuestros animales.

La higiene y limpieza del establo debe realizarse con más asiduidad que en cualquier otra época del año: retirar las heces, desinfectar el suelo, limpiar paredes y utensilios… es algo que debemos hacer de forma mucho más insistente.

Vigila pasillos y zonas de acceso, evitando que se formen las más que peligrosas placas de nieve.

Revisa también las canalizaciones y bebederos; es fundamental garantizar que el agua no se congela.

El box deberá poder evitar filtraciones de aire, de modo que sus puertas y ventanas cuenten con un buen cerramiento.

Publicado en: Hípica, Cuidados del caballo

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