Los caballos, al igual que otros mamíferos, pueden desarrollar diversos tipos de alergias o padecer de un proceso alérgico puntual con distintos síntomas. Como por ejemplo, aquellas alergias que se presentan en la piel (dermis y epidermis) comúnmente son producidas por ácaros, siendo dentro del abanico existente los ácaros del heno los responsables de la mayoría de las complicaciones de la piel.
Cuando el ácaro muerde/pica la piel de nuestro equino, se inicia el proceso alérgico en forma de irritación, dermatitis, caída del pelo en zonas determinadas e incluso, el mismo caballo puede provocar heridas mayores tratando de aliviar la comezón.
En estos casos, siempre es recomendable contactar con su veterinario de confianza para que medique al caballo según corresponda. Una vez determinada la causa de la alergia, es importante dar un vistazo al estado que presenta el lugar donde habita el caballo. Poniendo especial cuidado en el forraje y la cama, los cuales deben de estar siempre limpios y frescos. Si las alergias son recurrentes, implementar redes de Slow Feeder puede ayudar a disminuir la acumulación de polvo, de esta manera la cantidad de ácaros será mucho menor.
Si la alergia es producto de un hongo, tendremos mayor cuidado en el heno y la paja, evitando en la medida de lo posible que estas estén húmedas. También es importante destacar que en algunos casos, ciertos productos químicos implementados para limpiar la cuadra, pueden provocarle al caballo alergias. Para evitarlo, simplemente debemos de cambiar estos productos por otros menos abrasivos. Por último, tenemos las alergias producidas por la picadura de insectos, como es el caso de los mosquitos, moscas, abejas y demás similares. Para evitar las picaduras de insectos se pueden utilizar diversos productos repelentes, acompañados de una máscara anti-moscas y otros equipos fabricados para proteger a los caballos de los insectos.
