ELEGIR EL CASCO DE ESQUÍ, CONSEJOS PARA ACERTAR

Material

Da igual que seas un esquiador principiante o veterano, el uso del casco para esquiar, en cualquier pista y situación, es absolutamente necesario.

Tanto los adultos como los niños deben usar casco.

Evidentemente, llevar puesto un casco no va a evitar que suframos un accidente, pero sí va a disminuir sus consecuencias, que de otra forma podrían llegar a ser letales. Se calcula que el casco puede evitar una lesión grave en el 90% de las colisiones y caídas.

Partiendo de este objetivo principal, el de la protección, los cascos se han ido desarrollando temporada a temporada para poder garantizar el mismo nivel de comodidad que de seguridad. Y es que tendremos que usarlo durante muchas horas y además desarrollando una actividad física, por lo que es absolutamente necesario que nos resulte cómodo.

Ahora bien, ¿qué elementos debemos valorar a la hora de elegir un modelo concreto de casco?

 

 

TIPOS DE CASCOS DE ESQUÍ

En el mercado encontraremos multitud de modelos diferentes de cascos, que buscan cubrir diferentes necesidades, pero de forma general podemos hablar de dos tipos fundamentales de cascos:

  • Cascos Freeride: son cascos con la parte de las orejas hecha con materiales blandos.
  • Cascos Boardercross o Race: se trata de cascos que cubren completamente la zona de las orejas con material rígido.

Normalmente el primer tipo, suele ser utilizado en snowboard mientras que el segundo tipo es más habitual entre practicantes de esquí. Esto es así debido a que las caídas laterales son menos habituales haciendo snowboard que esquiando. Lógicamente los modelos con material blando en la zona de las orejas suelen ser mucho más cómodos que los que cubren completamente la zona con material rígido, pero evidentemente estos últimos ofrecen una mayor seguridad al proteger mucho mejor esta delicada zona.

En la mayoría de los cascos podremos extraer la parte interna de las orejas, es decir las esponjas, lo que nos permite tener una mejor audición y que nos entre más viento cuando hace mucho calor en la parte final de la temporada.

El elemento de protección fijo para el mentón, conocido como barbuquejo, existe tanto integrado en la estructura del casco como adaptable. Si lo compras por separado deberás comprobar que sea compatible con el casco elegido.

Normalmente para esquiadores aficionados se recomienda el uso de cascos abiertos. Los cascos integrales incluso pueden llegar a ser peligrosos, debido a que en caso de caída si se enganchan en la nieve el barbuquejo puede provocar una torsión del cuello.

 

ESTRUCTURA DEL CASCO DE ESQUÍ

De forma general podemos decir que la estructura y diseño de los cascos de esquí se encuentra en un camino intermedio entre los cascos usados para las bicis y los de moto. En su estructura se definen tres partes principales: carcasa exterior, capa intermedia y forro interior.

La carcasa exterior está fabricada normalmente en algún material plástico, como el ABS, PVC o el policarbonato; por supuesto también podremos encontrar (aunque a otros precios), los realizados en fibra de carbono, un material que aúna una extraordinaria ligereza (apenas se notan sobre la cabeza) con una increíble fortaleza.

Después de la carcasa exterior encontraremos la segunda capa cuya función es la de absorción de impactos. Para ello se utilizan materiales como el EPS, el poliestireno y la poliamida, los cuales son de gran ligereza, al tiempo que cuentan con la densidad adecuada para la absorción de golpes.

Por último, encontramos el forro interior, necesario para dar calor al tiempo que deberá cumplir la función de absorción del sudor, para lo cual suelen utilizarse materiales como el Coolmax o el Thermastat. Aunque pueda parecer algo menor, podemos decir que la calidad del forro marca una gran diferencia en la comodidad del casco y su vida útil.

Te recomendamos que compruebes la suavidad y calidad de las espumas interiores; puesto que éstas son las que garantizan la comodidad del casco. Algunos cascos se venden con un kit de espumas de diversos grosores que permite una perfecta adaptación del casco a cada cabeza.

En cuanto a los cierres, los más comunes son en tridente, realizado casi siempre en plástico; y el de tipo pestaña, de metal.

 

HOMOLOGACIONES

La característica principal de un casco de esquí es aportar seguridad y protección extra al esquiador, para ello debe ser un modelo específicamente homologado para la práctica del esquí. La homologación establece el equilibrio óptimo entre niveles de protección y usabilidad, englobando en este último aspecto el peso y el confort.

Todos los cascos vendidos en España han de pasar al menos la Homologación (CE) EN1077 (normativa europea). También están las normativas ASTM F2040 (normativa estadounidense) y la FIS RH2013 (empleada por la Federación Internacional de Esquí)

Para conseguir estas homologaciones los cascos deberán pasar rigurosas pruebas realizadas por laboratorios independientes, a fin de asegurar que el casco resiste a unos impactos mínimos, que en la mayoría de casos los mismos cascos pueden resistir pruebas de mayor dureza, pero en estas homologaciones queda patente dicho mínimo.

Estas homologaciones se encuentran impresas normalmente en las etiquetas del interior del casco, o en la propia caja del mismo, te recomendamos que las revises convenientemente.

 

LA TALLA ADECUADA

El siguiente aspecto fundamental para que el casco cumpla su función es un perfecto ajuste, esto se consigue eligiendo la talla adecuada que se adapte correctamente a nuestra cabeza. De esta forma el casco nos ajustará a la perfección, y no se moverá en caso de golpe.

Si no elegimos correctamente la talla de nuestro casco, éste puede resultarnos incómodo y si esto sucede, tenderemos a no usarlo o a usarlo lo menos posible.

Para calcular la medida correcta deberemos utilizar una cinta métrica, con la que mediremos la circunferencia de nuestra cabeza: la medida indicada nos dará la talla correcta de casco. Aunque las correspondencias pueden variar de un fabricante a otro, la mayoría de veces las tallas son las siguientes:

  • 51-52 cm: XXS
  • 53-54 cm: XS
  • 55-56 cm: S
  • 57-58 cm: M
  • 59-60 cm: L
  • 60-61 cm: XL

Hay que tener en cuenta que la morfología de cada uno es distinta, por lo que nunca está de más que probemos cada modelo en concreto para asegurarnos de que nos encaja bien.

En líneas generales el casco debe quedar por encima de las cejas, sin impedirnos la visión, no comprimir nuestra cara, permitir una audición lo más clara posible.

Hay una prueba rápida que puedes hacer para comprobar que el casco es de tu talla: sin cerrar el broche de la barbilla, mueve la cabeza hacia arriba y hacia abajo, y de izquierda a derecha: si el casco es la talla adecuada, se mantendrá en su sitio y te cubrirá siempre la frente. Si se mueve demasiado, la talla es grande; mientras que si se queda constante en el sitio, puede que resulte demasiado pequeño.

Otro elemento a tener en cuenta es la correa de la barbilla, la cual debe quedar ajustada firmemente, pero sin llegar a presionar demasiado sobre la barbilla. Puedes calcular el ajuste ideal de la correa considerando que debe mantenerse una distancia de un dedo entre la barbilla y la propia correa: de esta forma nos aseguraremos de que el casco no se mueve de la cabeza, pero tampoco llega a causar rozaduras.

Por otro lado, si el casco cuenta con protección en las orejas, nos aseguraremos de que no nos aprieta tanto como para impedir escuchar perfectamente a alguien que esté a nuestro lado. Un casco que se adapta correctamente a nuestra cabeza nos permitirá escuchar perfectamente lo que se nos indica desde fuera (este es un elemento básico de seguridad, para evitar posibles accidentes y también para ayudarnos a mantener el equilibrio).

También conviene asegurarse de que uso del casco resultará cómodo utilizando gafas.

 

EL PESO

El peso es un factor muy importante, cuanto mayor peso soporte nuestro cuerpo mayor será la fatiga de los músculos del cuello. No hay nada más incómodo que esquiar con un casco pesado que hace ladear nuestra cabeza como si fuéramos muñecos…cuanto más ligero sea, mejor. El problema es que cuanto más ganamos en ligereza más perdemos en seguridad y al final el casco se usa para lo que se usa…

Los avances tecnológicos desarrollados en este campo han conseguido la fabricación de modelos que apenas alcanza los 400 gramos y sin embargo ofrecen unas magníficas garantías de seguridad.

 

LA VENTILACIÓN

Sin duda es muy agradable llevar un casco que mantenga el calor, pero hay que tener en cuenta que el esfuerzo también puede generar una transpiración intensa, por ello es todavía más importante que el casco cuente con el mayor número posible de áreas de ventilación.

Algunos cascos disponen de aireaciones y sistemas de ventilación regulables, que permiten ajustar la temperatura y eliminar la transpiración haciendo que el aire pueda circular por la cabeza sin problemas. Cuanto más aire circule, mejor ventilación.

Por lo general todos los cascos tienen aireaciones frontales, laterales, etc. Éstas sirven para realizar una buena ventilación y evitar en la medida de lo posible que sudemos, es decir que se produzca una correcta transpiración.

El número y el tamaño de orificios varía según la disciplina para la que se haya diseñado el casco. Incluso existen modelos de casco que llevan aireador variable, para regular la entrada de aire en función de si tenemos un día frío, o uno primaveral.

 

VISOR INTEGRADO

Seguro que los habrás visto en más de una ocasión: cascos que cuentan con un visor integrado. Este “complemento” originalmente fue diseñado para los usuarios que deben utilizar gafas; si bien su uso se ha ido extendiendo porque es realmente práctico,

El visor integrado también es muy popular entre los niños, a los que les gusta porque no tienen que pensar en ponerse las gafas, además de todo el equipamiento para esquiar.

Cuando te pruebes un casco con visor, recuerda ajustar el tirador y la tira de la barbilla antes de bajar el visor, ya que es la única forma de asegurarte de tener la máxima estabilidad.

 


 MANTENIMIENTO DEL CASCO

Si hemos conseguido aceptar con el modelo correcto, sin duda querremos que dure el máximo tiempo posible. No sólo por el desembolso económico que supone, sino porque nos habremos acostumbrado a usarlo y nos resultará cómodo.

Es importante mantener el casco siempre en buen estado y, si ha sufrido algún golpe, deberemos cambiarlo por otro nuevo que mantenga sus condiciones intactas, ya que es la única forma de asegurarnos de que continúa siendo eficaz al 100%.

Si quieres alargar la vida útil de tu casco, te recomendamos que sigas estos consejos básicos:

– En primer lugar es importante no dejar el casco expuesto a altas temperaturas, pues el material (generalmente ABS) al calentarse se deforma y pierde facultades.

– Es conveniente secar el casco después de cada uso y eventualmente usar algún desodorante/desinfectante específico para cascos.

– Si el casco tiene espumas desmontables, podemos quitarlas y lavarlas a máquina a 30°C. Si no es el caso, se recomienda preparar agua templada con champú, y dejar el casco en remojo un momento. Luego hay que frotar y aclarar, secar el casco con una toalla y dejar que se acabe de secar al aire libre; ¡con estos sencillos consejos el casco quedará como nuevo!

En cualquier caso, recuerda que los fabricantes recomiendan una vida útil de 5 años para los cascos.

Publicado en: Esquí, Material

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