CÓMO ORIENTARSE EN LA NIEVE

Consejos

Dicen que nuestros antepasados eran capaces de orientarse perfectamente en cualquier terreno sin necesidad de utilizar ningún aparato especial… actualmente, la falta de contacto con la naturaleza ha provocado que este instinto se haya ido perdiendo poco a poco.

Para nosotros, orientarnos bien en plena naturaleza resulta realmente complicado; cuanto más si lo único que nos rodea es un extenso manto blanco. Hasta donde alcanza nuestra vista, todo es diáfano, virgen… ¿hacia dónde dirigirse? Sin duda la respuesta a esta pregunta es complicada… Disponer de ciertos conocimientos de orientación en la nieve resulta imprescindible para cualquier deportista que quiera practicar esquí de travesía o de fondo, pero también resulta del todo interesante para cualquiera que desee adentrarse en unas montañas nevadas.

 

A continuación hablamos a fondo sobre cómo podemos orientarnos en la nieve. Esperamos que nuestros consejos te sean de utilidad…

 

CONCEPTOS BÁSICOS DE ORIENTACIÓN

Si pretendemos ser capaces de orientarnos en la nieve con un mínimo de éxito, existen una serie de conceptos básicos que es del todo necesario conocer. Los repasamos a continuación:

  • Latitud: coordenada que nos informa de la proximidad al polo. Cuanto mayor sea el número, mayor distancia con respecto al Ecuador. Se expresa en grados, indicando a continuación si es norte o sur.
  • Longitud: distancia a una referencia establecida. El alejamiento de un lugar con respecto al meridiano de Greenwich se expresa en grados, seguido de la puntualización Este u Oeste.
  • Altura: distancia vertical entre la cúspide de un accidente geográfico y su base.
  • Altitud: distancia vertical entre un punto y el nivel del mar.
  • Rumbo: ángulo formado por una dirección determinada y la del Norte.

 

MÉTODO BÁSICO DE ORIENTACIÓN. ELEMENTOS PRINCIPALES

En mitad de la montaña, completamente rodeados de nieve, Google Maps nos será de muy poca ayuda… por eso es fundamental que conozcamos el método básico de orientación que pueda sacarnos de un apuro en caso de necesidad.

Podemos decir que cualquier método de orientación conlleva el seguimiento de dos pasos básicos e imprescindibles:

1.- Precisar al máximo la posición en la que nos encontramos.

2.- Trazar sobre el mapa el mejor recorrido desde el lugar donde estamos hacia el lugar al que deseamos llegar.

Aunque dicho así parece enormemente sencillo, estos dos puntos conllevan en sí mismos enormes dificultades a la hora de llevarse a la práctica.

Cualquiera que pretenda orientarse correctamente en la nieve debe ser perfectamente capaz de leer un MAPA. Las normas básicas para la lectura de un mapa son las siguientes:

  • Debe leerse siempre con el Norte hacia arriba.
  • Tener en cuenta cada una de las sombras que en él aparecen. Estas sombras se corresponden con la iluminación del sol situado en el Noroeste, a unos 35º por encima del horizonte.
  • La pendiente viene expresada por la distancia entre las curvas de nivel. Leer un mapa consiste en ser capaz de representar mentalmente el relieve del terreno que en él aparece, pudiendo situar los puntos, líneas y superficies características. Lograr esto de forma clara y sin problemas depende, en gran medida, de la experiencia de cada uno. Lo primero que debemos hacer cuando tengamos un mapa en nuestras manos, será analizar detenidamente todos los comentarios y observaciones que sobre el mismo se encuentren recogidas. Debemos ser conscientes de que los mapas tienen distorsiones que serán diferentes según el sistema de proyección que se emplee y el punto de referencia, a pesar de que éstos son datos desechables para nuestros fines, existen otros que sí deben ser tenidos en cuenta.

Estamos hablando principalmente de la Escala del Mapa. Escala es la relación existente entre las dimensiones reales y las representadas en el mapa.

Se expresa por medio de un número en forma de fracción, correspondiendo el numerador al plano y el denominador al terreno (ejemplo: 1/50.000; significa que 1 cm. del plano se corresponde con 50.000 cm en el terreno).

Vigilaremos asimismo la fecha de realización del mapa, teniendo en cuenta que si ésta es antigua los cambios sobre el terreno han podido ser muchos, por lo que no conviene fiarnos ciegamente del mapa.

Además, en un mapa podremos observar diferentes dibujos, que nos van a ayudar a determinar la forma del terreno:

  • Vertiente o ladera: se representa mediante curvas casi rectilíneas. Cuando las encontremos será signo de estar ante un terreno inclinado pero bastante liso.
  • Divisoria: dibujado mediante curvas redondeadas, donde las de menor cota envuelven a las de mayor cota. Se trata de un encuentro de dos vertientes que se unen, dando lugar a una superficie convexa.
  • Vaguada: la reconoceremos si vemos líneas curvas en las que las de mayor cota envuelven a las de menor cota. En este caso nos hallaremos ante dos vertientes que se unen según una superficie cóncava.
  • Collado: formado por dos divisorias enfrentadas y dos vaguadas opuestas. El collado es el punto más bajo de las dos divisorias y el más alto de las dos vaguadas. Conviene aprender a reconocerlos porque suele ser el paso más cómodo para cruzar una sierra.

Pero en nuestra orientación no utilizaremos sólo el mapa; hay otro elemento fundamental: LA BRÚJULA, formada principalmente por dos elementos:

  • Base: de plástico transparente. En sus bordes habrá reglas o escalillas y en el interior, la flecha.
  • Limbo: colocado sobre la base, rota sobre sí mismo. En su interior se encuentra la aguja imantada y la flecha que indica el norte.

Una brújula nos será de gran ayuda a la hora de determinar la dirección a tomar; para ello es conveniente seguir los siguientes pasos:

  1. Tomamos dos puntos de referencia y colocamos la brújula sobre el mapa de modo que la línea central de la base que marca la dirección una ambos puntos.
  2. Con la base de la brújula apoyada en el mapa, giraremos el limbo hasta que las líneas norte-sur de su interior sean paralelas a los meridianos norte-sur del mapa (es decir, la flecha norte del limbo deberá dirigirse hacia el norte marcado en el mapa).
  3. Levantaremos la brújula y la mantenemos en la mano, nivelada horizontalmente. En ese momento giramos sobre nosotros mismos hasta conseguir que el norte de la aguja magnética coincida con la flecha norte del limbo.
  4. La dirección a tomar será marcada por la flecha de dirección de la base.

Dicho todo esto, resulta evidente que a día de hoy tanto el mapa como la brújula son productos que han quedado relegados por el GPS (Global, Positioning System), un aparato que permite determinar nuestra posición en cualquier punto del planeta con sorprendente exactitud. Desde su comercialización masiva se ha convertido en uno de los instrumentos imprescindibles para el esquiador de travesía.

 

CÓMO ORIENTARSE SIN MAPA NI BRÚJULA

Si no contamos con un equipo de orientación específico y nos hemos perdido existen varios métodos de orientación que nos permiten encontrar el norte de forma más o menos aproximada. De esta forma podremos establecer un rumbo que nos guíe hacia nuestro destino.

Los métodos más eficaces son el reloj si es de día y las estrellas si es de noche y contamos con cielo despejado, te los explicamos a continuación:

1/ El método del reloj.- Vamos a intentar encontrar el norte con la ayuda de un reloj de agujas y la posición del sol. Para ello necesitamos conocer la hora solar que en España (y en los países de su franja horaria) es dos horas menos en verano y una hora menos en invierno. En las zonas templadas del hemisferio norte, si alineamos la aguja horaria (la pequeña) con el sol, en la bisectriz que forma esta con la cifra “12” del reloj se encuentra siempre el sur.

En las zonas templadas del hemisferio sur es la cifra 12 la que debe apuntar hacia el sol, y en la bisectriz que forma con la aguja horaria, se encuentra el norte. Orientarse por las estrellas Si cae la noche y el cielo está despejado podemos intentar guiarnos por las estrellas, algo relativamente sencillo y muy eficaz.

En el hemisferio norte, la estrella polar indica siempre el norte. Esta estrella es la última de la cola de la osa menor y, a pesar de que en casi todas las ilustraciones se muestra como una estrella muy brillante, su luz es tan pálida que con frecuencia no es fácil de ver.

No obstante, es sencillo guiarse por la Osa Mayor para localizar el punto donde se encuentra la estrella polar. Para ello sólo tenemos que prolongar cuatro veces la distancia que separa las dos estrellas frontales de la Osa Mayor. En el hemisferio sur debemos buscar la “Cruz del Sur”, una constelación con forma de rombo o cometa. Si prolongamos la longitud de la cometa cuatro veces y media, el punto imaginario que localicemos indicará siempre el sur.

2/ Orientarse por el sol.- Otra buena oportunidad para orientarnos es la salida y puesta de sol, pues por todos es sabido que el sol sale por el este y se pone por el oeste.

Sin embargo sólo lo hace por el punto exacto en los equinoccios, o sea, alrededor del 21 de marzo y del 23 de septiembre y si nos encontramos en terreno llano. El resto del año y rodeados de cadenas montañosas, la referencia es sólo aproximada.

3/ Orientarse por la luna.- La luna puede proporcionarnos también una aproximación de los puntos cardinales. Cuando está en creciente, las puntas señalan siempre hacia el este y cuando está en menguante, hacia el oeste.

Si tienes dudas para saber cuándo está de una u otra forma, piensa que la luna “miente”. Cuando tiene forma de “C” de “creciente”, en realidad está menguando.

4/ Con la sombra de un palo.- Por último podemos utilizar un sencillo pero bastante eficaz método para localizar el norte con la ayuda de un palo. Clavamos en un terreno llano un palo que proyecte una sombra de unos 30 ó 40 cm. y marcamos el extremo de la sombra. A continuación, con un cordón de un zapato, una rama u otro método improvisado, trazaremos una semicircunferencia usando como radio la longitud de la sombra.

Ahora debemos esperar el movimiento del sol. La sombra se irá haciendo más pequeña a medida que nos acercamos a las 12:00 h. Momento en que alcanzará su menor tamaño para después volver a crecer. En el punto en el que la sombra vuelva a alcanzar la semicircunferencia pondremos una marca. Al unir las dos marcas trazaremos una línea oeste (primera marca) – este (segunda marca).

En la perpendicular se encontrarán el norte y el sur.

 

DETERMINAR NUESTRA POSICIÓN

Como hemos señalado, determinar nuestra posición con la mayor exactitud posible es el primer paso para poder orientarnos en la montaña. Marcar en el mapa en qué punto nos encontramos no siempre es sencillo, pudiendo complicarse enormemente si la visibilidad no es la adecuada.

La posición viene determinada por tres valores de los que hemos hablado antes: longitud, latitud y altitud. Para determinarla con cierto rigor, podemos valernos de alguno de los siguientes métodos:

  1. Buena climatología: si disponemos de buena visibilidad determinaremos nuestra posición apuntando dos referencias que sean perfectamente localizables en el paisaje.
  2. Mala climatología: suele suponer una escasa o nula visibilidad, lo cual complicará la tarea. En este caso podremos optar por alguno de los siguientes métodos:
  • Identificar una referencia claramente marcada en el mapa.
  • Determinar un punto mediante una intersección entre dos líneas.

 

ELEGIR UN ITINERARIO

Tras conocer el lugar en el que nos encontramos y sabiendo hacia dónde queremos dirigirnos, se presentarán ante nosotros multitud de diferentes opciones o caminos posibles. Distintos itinerarios que podemos realizar ¿cuál es el más adecuado? Saber seleccionarlo es otra de las tareas imprescindibles para una correcta orientación.

Para ello existen unas Normas Básicas, que deben ser respetadas:

  • Nunca avanzar hacia o desde un punto, sino sobre una línea: vaguada, límite de un bosque, base de cortado o curva de nivel. Es necesario que el objetivo se marque sobre una línea.
  • Dividir el itinerario en una serie de recorridos elementales, cada uno de los cuales conduzca a una línea.
  • Mantenerse siempre sobre el itinerario. La elección del itinerario siempre debe hacerse antes de salir y trataremos, en la medida de lo posible, de memorizar el máximo de datos que nos sea posible, para no tener que recurrir constantemente al mapa o a la brújula.

Otro de los puntos importantes en un itinerario es el de ser capaces de calcular la distancia, algo no siempre sencillo sobre el terreno. Existe un método de cálculo aproximativo que puede resultar bastante útil: en las excursiones en grupo cada uno determinará la distancia a la que interpreta se encuentra el punto a alcanzar. Después, se sumarán todas esas cantidades y el resultado se dividirá por el número de personas que participaron en el cálculo. De esa manera se obtendrá un promedio aproximado.

No obstante, debemos tener en cuenta que las condiciones atmosféricas inciden en los cálculos. Se estiman distancias mayores a las reales con el sol de frente, tiempo lluvioso, nublado, en los atardeceres, en superficies rectas (caminos, costas) y en cuestas ascendentes, mientras que se aprecian espacios menores los días claros y diáfanos, con el sol detrás, en planos lisos (playas, salinas, agua, nieve…) y en cuestas descendentes.

 

Orientarse correctamente en un lugar desconocido no resulta sencillo, por ello nunca es recomendable adentrarse en excursiones solitarias en las montañas nevadas y mucho menos si no conocemos el terreno. Conviene ir acompañado, con los elementos de orientación adecuados y siempre dejar dicho cuál va a ser nuestro itinerario antes de partir.

Publicado en: Esquí, Consejos

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